stá más que comprobado que una de las formas, por no decir la única, de lograr mejorar en algo es practicar mucho. En este sentido, sin olvidar la habilidad innata que se puede tener de antemano, la clave siempre está en la constancia, disciplina, persistencia y la repetición de una acción, sea la que sea, para alcanzar un objetivo determinado. Pues, llegados a este punto, ¿qué pasaría si durante un tiempo, pongámosle más o menos 5 años, una persona, mujer u hombre, está practicando un deporte ininterrumpidamente y de repente se ve obligada u obligado a dejarlo porque una persona externa dice que tiene que empezar a hacer otra cosa obligatoriamente? Obviamente su calidad en el deporte que empezó a practicar y que después de un lustro se vio obligado a dejar lo olvidará completamente y en el nuevo estará en la casilla de salida, sin saber qué hacer, y necesitará el mismo número de años, o más, para poder estar a la altura que lo estaba en el deporte anterior.
Pues esto, es lo que le ha pasado a la pelota mano femenina desde los años 80. Las pelotaris jugaban con los chicos, porque no había clubes femeninos, y llegado un momento, los 13 o 14 años, se veían obligadas a cambiar la mano por la pala. La razón, porque se les podían fastidiar las manos, mientras que al mismo tiempo se oían voces de que es un deporte masculino pero, ¿es esto cierto o es una auténtica mentira que por tanto repetirla muchos la han transformado en una falsa verdad?
Pues vamos a hacer un spoiler antes de que indaguemos la historia de la pelota femenina y diremos que esto no es cierto. Muchos años atrás hubo un tiempo donde las raquetistas eran un grupo de mujeres que entre 1917 y 1980 jugaban profesionalmente en los frontones, ganaban el triple que un obrero, tenían su propia colección de cromos, eran solicitadas en distintos lugares del mundo -para que podamos hacernos una idea pensemos en los actores, actrices o deportistas de hoy día- y causaban sensación, compitiendo en popularidad con los artistas de su época. Casi nada, ¿no?
A principios del siglo XX la pelota femenina fue algo más que un deporte muy popular. Las raquetistas, las primeras deportistas que cotizaban en la Seguridad Social gracias a que eran profesionales y por tanto tenían contratos como tal, llenaron frontones de medio mundo como los de España, Cuba, México -donde en la actualidad es un deporte muy popular y una de las pelotaris más conocida es Daniela Vargas, que ha participado en alguna edición de la ‘Emakume Master Cup’ en Euskal Herria-, Filipinas o en los Estados Unidos. Pese a todo, las pioneras de este deporte como son ‘Txikita de Anoeta’, Agustina Otaola o ‘Txikita de Ledesma’, entre otras, en la actualidad son unas autenticas desconocidas. Algunos dicen que el paso del tiempo hizo su trabajo para que se dejará de jugar y otros, en cambio, lo achacan a la dictadura que hubo en España entre 1939 y 1975. Y muchos añaden que el franquismo frustró el sueño profesional de las mujeres pelotaris, que cuatro décadas después no han conseguido vivir profesionalmente de una disciplina deportiva que no solo abarca la mano sino también otras muchas modalidades como es la pala.
frontón madrid o cedaceros
Uno de los primeros frontones que en el Estado se hizo, fuera de Euskal Herria, fue en Madrid gracias al exjugador y también empresario Ildefonso Anabitarte Anza. Corría el año 1917, más concretamente enero de ese año, cuando se inauguró el conocido frontón Madrid, al que también se le denominaba Cedaderos. En aquel entonces, se incluyó por primera vez partidos de raquetistas femeninas que llegaban desde Euskal Herria. Junto a aquellas jugadoras llegaban también pelotaris masculinos. Estaban al mismo nivel, bueno ellas estaban algo por encima.
Hagamos un inciso en lo que al frontón madrileño se refiere para recordar que la época que corresponde a la posguerra española fue el momento donde más impulso hubo por las pelotaris femeninas. En el año 1943 concretamente hubo 734 jugadoras chicas del total de 1.432 que había en toda España, dicho de otra manera más de la mitad eran mujeres jugando a pelota. Es destacable también, haciendo un análisis de los datos, que muchas mujeres tuvieron la necesidad de ganarse la vida de algún modo tras la Guerra Civil.
Pese a todo y tiempo después en 1957 el general Moscardó no creía que era bueno y no veía bien que las mujeres practicaran este deporte. Por ello, quiso acabar con ello pero las protestas en su contra pudieron con su decisión pero no impidieron que decretará la imposibilidad de crear nuevas licencias y se abrieran nuevos frontones. Y no se quedó ahí, ya que obligó a las pelotaris a usar blusas más largas y a que llevaran faldas hasta el tobillo, lo que dificultaba mucho la practica deportiva.
Volviendo con el frontón Madrid podemos decir que el precursor de la creación del mismo no vivió estas restricciones porque murió antes de que se realizaran, aunque su hijo sí que las sufrió junto a las pelotaris. Los partidos se continuaron jugando hasta 1980, día en que se disputó el último partido en el frontón. Así, se puso fin a seis décadas jugando en aquel lugar madrileño y en la memoria quedan los partidos, torneos disputados o la decisión que el propio Anabitarte tomó en 1929 de cambiar las antiguas pelotas de tenis por otras de cuero para las mujeres.
‘las pelotaris’ y las olimpiadas
En el año 2015, en el ‘Festival Internacional de cine documental y cortometrajes de Bilbao’, los directores Andrés Salaberria Pueyo y Daniel Burgui Iguzkiza dirigieron el cortometraje ‘Las pelotaris’, un documental sobre las mujeres que juegan a la pelota vasca. Un relato sobre un deporte humilde y poco conocido, eminentemente masculino (o eso se cree), en el que algunas mujeres deportistas con ilusión y enorme sacrificio tratan o han tratado de hacerlo su forma de vida.
Uno de los aspectos que tocan en el documental convertido en cortometraje es la evolución que ha tenido la mujer en los frontones durante los 60 años en los que las raquetitas tuvieron tanto peso en muchos países de todo el mundo, no solo en Euskal Herria. En este sentido muchas de ellas jugaban con contrato profesional y algunas de ellas hicieron mucho dinero. Aun así, desde ese momento, la mujer ganó presencia y derechos en la sociedad, pero al mismo tiempo los fue perdiendo en la pelota.
Por otro lado, está el dato curioso de la participación de la pelota mano en unas Olimpiadas. Este acontecimiento histórico sucedió en los Juegos Olímpicos celebrados en Barcelona en el año 1992 donde la pelota estuvo presente como un deporte de exhibición, y en el que el manista navarro Rubén Beloki ganó la medalla de oro. También la mexicana Rosa María Flores Buendía, se convirtió en la primera mujer en ganar una medalla de oro para su país.