Jokin Inza: “Cómo viví el nacimiento de ETA del que fui testigo”
A lo largo de distintas comparecencias, Jokin Intza ofreció su testimonio sobre el nacimiento de la organización armada, cuya fundación sitúan algunas voces el 31 de julio de 1959, fecha que marca ya 65 años de historia
Jokin Inza fue dirigente del movimiento sindical de Solidaridad de los Trabajadores Vascos (ELA-STV), miembro activo del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y de la Resistencia en el interior, vivió una trayectoria marcada por el compromiso con Euskadi, que lo llevó desde las primeras reuniones clandestinas del grupo EKIN —germen de ETA— hasta el exilio venezolano, donde promovió la histórica Radio Euzkadi y continuó su lucha.
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En 1953, con apenas 22 años, quien era conocido como ‘El Gordo’ fue invitado por Iñaki Gainzarain a unirse a una organización antifranquista incipiente, que no se integraba en la estructura oficial del PNV: EKIN. “Así se llamaba la organización, que se reunía a escondidas, con miedo, sin saber bien hasta dónde llegaríamos”, recordaría años más tarde a este mismo periódico en una columna de opinión en primera persona hace exactos 25 años y en entrevistas de la periodista Amaya Fano o Arantzazu Amezaga. Vivían bajo la constante vigilancia policial. En una ocasión, él y otros compañeros estuvieron encerrados veinticuatros horas para tratar de evitar su detención. “La policía hablaba de ‘viajes’ cuando alguien caía detenido”, rememoraba.
Pese a las tensiones, aseguraba que la motivación de aquellos jóvenes era profunda. “Así nació ETA, en el corazón de una juventud vasca que no encontraba respuestas dentro del sistema establecido”, tecleaba Intza.Siempre según su versión, el EBB (Euzkadi Buru Batzar) del PNV llegó incluso a negar la existencia de EKIN, pese a que era evidente su autonomía y ruptura con Euzko Gaztedi, la organización juvenil jelzale. “A mí me dijeron que EKIN no existía. Pero Iñaki Gainzarain me lo dijo más claro: ‘Esto es otra cosa’”.
Fue precisamente el lehendakari en el exilio, José Antonio Aguirre, quien encargó a Intza trasladarse a Venezuela, por lo que su vinculación con aquel origen quedó en Euskadi. “Aguirre me dijo que fuera cuanto antes a Caracas, que contactara con un sabiniano y que me hospedarían allí, con instrucciones precisas”. La situación económica era crítica: “Los 50 bolívares que les habían mandado apenas alcanzaban para sobrevivir una semana”.
Fue en aquel país donde Intza organizó la solidaridad desde el exilio, fundó en 1956 otro EGI (Euzko Gaztedi del Interior) y se convirtió en una figura clave en el sostenimiento del nacionalismo vasco en América. Fue promotor de Radio Euzkadi desde la selva y fue, asimismo, impulsor de la revista Gudari, de Askatasuna, del boletín Euzko Emakumea, y uno de los enlaces del Gobierno Vasco con el interior. “Funcionábamos con el dinero de las rifas y libros, mientras sabíamos que compañeros eran torturados por leer esas mismas publicaciones”, lamentaba.
De aquellos años de efervescencia juvenil evocaba también los nombres que luego marcarían la historia del conflicto vasco: Julen Madariaga, José María Benito del Valle, Sabino Etxaburu, Javier María Sagarzazu… “No sabíamos lo que estábamos cimentando”, confesaría tiempo después. “Yo no llegué a integrarme en ETA, pero fui testigo de su nacimiento. Aquí detallo cómo lo viví. Viví el tránsito desde EKIN hasta lo que luego sería ETA, sin saber la raíz tan tremenda que tendría en el futuro”, manifestaba aquel nómada de los exilios en París, Caracas y Donibane Lohizune y marido de la durangarra Feli Milikua Artetxe.
Por otro lado, en 1994, a sus 62 años, todavía conservaba en su memoria el impacto del Desembarco de Normandía, operación militar masiva realizada por los Aliados el 6 de junio de 1944, durante la Segunda Guerra Mundial. Marcó el inicio de la liberación de Europa Occidental de la ocupación nazi. Las tropas estadounidenses, británicas y canadienses, junto con soldados de otros países, desembarcaron en aquellas playas: “El denominado Día D fue un día muy suspirado por todos los vascos. Porque era la esperanza de la caída del fascismo, y con él, la de Franco”. Sin embargo, no llegó hasta la muerte del dictador en 1975, es decir, 31 años después.
Así, entre la resistencia en la clandestinidad, el exilio en Venezuela y su papel como testigo y actor de un proceso clave en la historia vasca, Jokin Inza representa, según algunas voces, “un puente entre generaciones: entre los que soñaron con una Euskadi libre y quienes, desde la sombra, trataron de hacerla posible”.
El próximo jueves, 31 de julio, se cumplirán 65 años del día del nacimiento de ETA, según valoran algunas voces, coincidiendo con el día de San Ignacio y día que Sabino Arana fundó el BBB en 1895. Sin embargo, otras fuentes niegan este hecho, como abundó el docente universitario Santiago de Pablo en su estudio ‘Julio de 1959: el nacimiento de ETA’.
Inza, dio su versión en su libro ‘Hombre libre sin Patria libre. Memorias desde la Resistencia Vasca (1936 - 1980)’ editado por Sabino Arana Fundazioa y presentado en su pueblo natal, Bergara. “Nací en una casa torre, un 24 de febrero de 1924. Es la casa torre Zuloaga que no era nuestra en propiedad, pero allí habían nacido mi madre, y la abuela y la bisabuela también... desde siempre era nuestra casa. Era mi patria chica”, valoró quien fue uno de los presos que estrenó la cárcel de Martutene a la escritora navarra Arantzazu Amezaga. A ella le transmitió los recuerdos que se quedaron a vivir en su mente sobre el sufrimiento familiar de la guerra militar de 1936. “Recuerdo mucho. Nuestra madre murió a causa de un obús y quedó la familia muy sola. Yo era el mayor de los hermanos y al padre le costó recuperarse de la pena. Para entonces, y aunque era un crío, yo ya estaba en Solidaridad. Ya tenía la clara conciencia de ser vasco y solo hablaba euskera y quería la libertad social y política de mi país”. Aquel patriota falleció en Donostia en 2008, hace diecisiete años.