La creación de empresas vascas para financiar el exilio de 1937
El Gobierno vasco se empeñó desde el primer momento en buscar vías de financiación propias en el extranjero para poder atender a las y los exiliados. Fueron varias las fórmulas ideadas y este artículo repasa algunas de ellas: desde la creación de un banco privado a proyectos para la producción de bienes y servicios en los que los vascos pudieran ser competitivos
La guerra de 1936 dejó la Euskadi peninsular devastada: miles de muertos y otras miles de personas obligadas a marchar al exilio. El Gobierno vasco liderado por el Lehendakari Agirre tuvo también que emprender la ruta del exilio. Instalado en París, una de sus prioridades fue atender a aquellas miles de personas que habían tenido que abandonar sus casas y pueblos.
Se contaba con gran parte del dinero que el propio Gobierno y sus dirigentes había logrado evacuar del territorio peninsular así como con el apoyo del Gobierno republicano y asociaciones y entidades internacionales de ayuda.
Pero conscientes de la situación, los dirigentes vascos intentaron desde un primer momento buscar vías de financiación propias que sirvieran para mitigar la situación de las y los exiliados. Más allá de algunas empresas del sector naviero, en este artículo, por su carácter y extensión recogeremos sólo algunos ejemplos del intento de desarrollar en tierras extranjeras la producción económica de bienes y servicios en los que los vascos pudieran ser competitivos.
Un banco privado
A mediados de junio de 1938, las autoridades vascas comenzaron a estudiar la posibilidad de crear un banco privado en Francia. Los motivos que se mencionaban para la constitución de la entidad eran: la potencial clientela del nuevo banco por la gran afluencia de expatriados tanto vascos como españoles que estaban en Francia con motivo de la Guerra Civil, así como los muchos sudamericanos que vivían también en Francia. Además, el Gobierno de la República realizaba todos los trabajos en el extranjero con la Banque Commerciale pour L ‘Europe du Nord, ya que tanto el Banco de España como el Banco Exterior de España no tenían ninguna prestación en el extranjero. La nueva entidad vasca, podría sustituir a este banco del que no parecían hallarse muy satisfechos los españoles.
Otro de los aspectos a considerar como interesante para la entidad era que los valores entregados desde el Banco de Bilbao de París a Suiza sin conocimiento de sus titulares, también podrían tener que ser devueltos e ingresados por sus propietarios en la nueva entidad. La cuestión de los valores y joyas aún embargados en el momento del informe, continuaba sin decantarse, y, de ser recuperados, convendría su depósito en la nueva entidad bancaria.
Los beneficios que se podían obtener en bolsa y finalmente las importantes remesas que enviaban los vascos emigrados sobre todo a América y Filipinas, podían en adelante gestionarse a través de esta entidad bancaria.
Finalmente se incluía entre las labores del nuevo banco un aspecto novedoso: la creación de un negociado que permitiera la especialización de la entidad, en la administración de los bienes que los vascos poseían en el extranjero, un aspecto que si bien empezaba a ser común entre los bancos internacionales, apenas había desarrollado la banca española anterior a la Guerra.
Delicado y Villa Ederki
En el proyecto de creación de empresas, dos fueron las personalidades clave: el ingeniero José María Delicado Valle y el consejero de hacienda Eliodoro de la Torre. Delicado era ingeniero químico y facultativo de minas. Si bien apenas tenemos referencias sobre su persona, había prestado sus servicios en la Consejería de Defensa del Gobierno. Exiliado en Biarritz, en 1938 se encontraba en Villa Ederki, desde donde por mandato del Gobierno organizó un grupo de personas que bajo su dirección se encargó de promover diferentes proyectos de desarrollo económico que pudieran cumplir con el objetivo de dar empleo e ingresos al exilio, suponer una vía de financiación para el Gobierno y también, presentar un escaparate de la capacidad económica del colectivo vasco.
Eliodoro tenía la intención real de sacar grandes beneficios de los proyectos de Delicado y de las empresas creadas con ellos, dinero que sería muy necesario para los refugiados y exiliados vascos. Otros miembros de la colectividad vasca hablaban también con optimismo de las posibilidades de la empresas y proyectos liderados por Delicado: así en julio de 1939, en carta enviada a Juan Manuel Bilbao, el firmante aseguraba que “ganaremos mucho dinero para los refugiados vascos, que buena falta hace”. Se confiaba también en apoyarse en algunos empresarios vascos que tuvieran dinero para ello.
Para el desarrollo de todas estas ideas José María Delicado contó con la ayuda de Jean Raymond Larrouyet, abogado de origen suletino que apoyó en diversos aspectos al exilio vasco y que aparece en la documentación como “patrocinador” de algunas de las empresas a crear. Larrouyet, además de su formación legal, aportaba el conocimiento del mercado francés así como la provisión de los permisos y trámites necesarios.
Las exposiciones de Barcelona e Inglaterra
Una de las primeras acciones del grupo de Villa Ederki fue la participación en febrero de 1938 en la exposición sobre “industrias movilizadas” llevada a cabo en Barcelona. A la misma acudieron bajo la dirección de Delicado y Pedro Gumucio, Ignacio Leizaola, encargado de explosivos durante la guerra y Jesús de Lapatza, responsable de cartuchería para pistolas y fusiles durante la guerra.
En mayo, la organización en Inglaterra de un congreso internacional sobre fundición, sirvió para el envío allí de un nuevo grupo de personas. En este caso fueron Santiago de la Torre y el propio Delicado Valle, cuya inscripción de 30 libras y 8 chelines fue sufragada por el Gobierno vasco.
La Segunda Guerra Mundial: nuevas soluciones
En 1939, finalizada la guerra y con la perspectiva de una vuelta próxima al hogar truncada, la situación para los miles de exiliados vascos era ya insostenible. Así que desde el Gobierno se decidió la promoción de la emigración vasca a América, un continente que, en general, se hallaba en una tendencia fuerte de desarrollo y donde países como por ejemplo Venezuela, inmersa en el llamado plan trienal impulsado por el gobierno del general López Contreras, subvencionaban la instalación de nuevas industrias y precisaban además mano de obra y conocimiento adecuados para lo que favorecían la inmigración.
A pesar de ello, tal y como informaba el consejero de Hacienda a miembros de su partido en una reunión celebrada a finales de julio de 1939, la situación para la emigración empeoraba por momentos: la influencia de los vascos llegados a Venezuela había agotado las posibilidades de enviar más personal y el siguiente paso debía ser que los propios vascos crearan nuevas empresas en las que emplear a los desplazados desde Francia.
Fabricación de baldosas
A mediados de 1939 llegó a las autoridades del Departamento de Hacienda la idea de construir en Francia una fábrica de baldosas. Pero con el inicio de la II Guerra Mundial, cuando la situación política en Europa se complicó, las autoridades del Gobierno pensaron trasladar la idea a Venezuela por las posibilidades que un país en desarrollo y la creciente construcción de vivienda ofrecían. Poco más sabemos de esta cuestión salvo que Eliodoro de la Torre escribió a vascos residentes en el país para que redefinieran para Venezuela el aspecto económico del proyecto, analizaran el tema y expresaran su opinión.
La bomba incendiaria
Uno de los inventos quizá más llamativos de todos los que impulsó el Gobierno y que llevó adelante Delicado fue la bomba incendiaria. En este caso el invento era del mismo Delicado. Ofrecida la idea a los ingleses, en el mes de agosto de 1939, el subsecretario de Defensa del Gobierno inglés solicitó la presencia de una delegación vasca a fin de recabar más información sobre la misma. El 10 de agosto Eliodoro escribió un telegrama a Delicado diciéndole que había que ir a Londres con mucha “ligereza” y entre ambos discutieron las posibilidades de negociación con el Gobierno inglés en la que se barajaban tres opciones: venderles el secreto a cambio de dinero; constituir una sociedad entre el Gobierno vasco y el inglés para fabricar la bomba con los ingleses como clientes exclusivos, o construir una fábrica, bajo control de ambos gobiernos. Delicado viajo desde Biarritz a Capbreton primero y luego París para recoger y copiar los planos originales de la bomba, que se hallaban en la sede del Gobierno vasco en el edificio de Avenida Marceau.
Como en anteriores proyectos, desconocemos el final del proyecto de bomba incendiaria inventada por los vascos, si bien, y ante su próxima partida hacia Venezuela, Delicado recomendó al consejero de Hacienda que fuera otro vasco, Juan Manuel de Epalza, el encargado de continuar con la misión.
Metalización
El desarrollo de la industria vasca anterior a la guerra en el campo del metal era de sobra conocido. Había además entre el exilio vasco gran cantidad de profesionales con alto grado de conocimiento en el tema, lo que provocó que algunas de las propuestas de desarrollo de proyectos económicos y productivos se desarrollara en este ámbito. Así la instalación de industrias que promovieran la metalización por proyección se estimó como un aspecto interesante a estudiar.
En agosto de 1939, se había avanzado en el tema de los embalajes para la metalización. Así, Delicado envió una memoria del procedimiento así como los materiales y maquinas que debían comprarse y trasladarse desde Francia a Venezuela para que el Gobierno se pusiera en contacto con el delegado comercial del Gobierno venezolano, Luis Eduardo Monsanto, para que este autorizara el transporte de todas las máquinas y efectos necesarios para llevar a cabo el proceso de metalización en Venezuela. A la vista de todo esto, el Gobierno Vasco, pensó que era una buena oportunidad y, ante la situación de crisis creciente en Europa, decidieron enviar a Delicado a Venezuela.
Delicado Valle se dedicó a investigar en otros muchos campos como por ejemplo en la investigación de margarinas y mantecas artificiales o el cemento centrifugado, si bien, desconocemos el desarrollo que tuvieron.
Pecheries de la Cote Basque
La pesca y comercialización del pescado fue otra de las materias en las que la colectividad vasca intentó promover proyectos económicos: uno de los más importantes fue la constitución de la empresa Pecheries de la Cote Basque.
Con financiación mixta del Gobierno y de particulares vascos, la empresa comenzó su andadura en Francia con la construcción de tres barcos bautizados como Donibaneko, Bigarren y Bitxintxo, al parecer sufragados con ayuda del Gobierno francés. Al frente de la misma se hallaba Noel Lekunberri, quien era a su vez uno de los propietarios privados.
A mediados de 1939 el Gobierno decidió trasladar los barcos de la empresa Pecheries a Venezuela, medida que no fue del gusto de Lekunberri, quien cedió su participación a otros miembros de la misma. En manos del Gobierno, tras la marcha a Venezuela de dos de sus barcos, Lucio de Aretxabaleta, secretario en el Departamento de Hacienda, propuso al consejero de Hacienda, Eliodoro de la Torre, liquidar completamente la empresa, lo que sucedió a finales de agosto.
La vía de la creación de empresas fue una idea audaz para gestionar el drama del exilio por parte del Gobierno Vasco. Adentrarnos en el desarrollo que tuvieron los proyectos aquí mencionados, requeriría una extensión que excede el objetivo de este artículo, pero es interesante tener en cuenta este otro aspecto menos conocido de la gestión del exilio. l
El autor
Asier Madarieta Juaristi
Licenciado en Historia por la Universidad de Deusto.
Ha investigado la figura de Eliodoro de la Torre y sobre la actuación del Departamento de Hacienda del Gobierno vasco constituido en 1936 y es autor de diversas publicaciones sobre este tema.