El autor más vendido en novela histórica en lengua española, Santiago Posteguillo, cierra su segunda trilogía sobre Julio César con Los tres mundos. De esta forma, nos demuestra que, aunque hayan pasado más de dos mil años, nuestra sociedad actual presenta muchas más similitudes de las que creemos con la Antigua Roma.

Sus novelas han vendido más de 5 millones de ejemplares. ¿Cómo se siente al acercar la historia de Roma y ver su gran acogida actual?

-Me siento muy honrado e inicialmente sorprendido. Luego, ya lo asumes, ¿no?; que cuando escribes algo, normalmente, va a llegar a mucha gente. También lo intento reconvertir en un estímulo para hacer lo mejor posible mi profesión de narrador, porque sientes una responsabilidad. Ya no se trata de que esta novela la vayan a leer cuatro personas, tendrá que estar bien construida y documentada. Me lo tomo doblemente como un estímulo y un acicate hacia esa responsabilidad.

Esta serie de novelas está dedicada a Julio César y Los tres mundos es el cierre de la trilogía del Ascenso, calificada como su proyecto más ambicioso. ¿Qué tiene de especial Julio César en comparación a personajes suyos anteriores como Africanus o Trajano?

-Julio César, ya en sí mismo, es más grande que cualquier otro en el sentido histórico. Es el personaje en torno al cual pivota la historia de Roma. En torno a él, cambia una forma de gobierno, de una república -que no es como la entendemos hoy en día- hasta un imperio que acaba siendo una dictadura político-militar. Está en el eje de ese cambio histórico, que es lo mismo que decir que está en el eje de la civilización occidental que transforma el mundo. Es de una potencia transformadora que no tiene ningún otro, o muy pocos personajes en la Historia, quizá Alejandro Magno... Además, viene acompañado de unos personajes con una dimensión enorme. Contar a César es contar a César con Pompeyo, Craso, Cicerón, Catón, Cleopatra, Augusto... Ese universo no me cabía en tres novelas. Por eso, dos trilogías: la del Ascenso y la del Poder Absoluto, un total de seis novelas.

Este libro, en concreto, tiene más de mil páginas. Teniendo en cuenta su faceta de profesor, ¿es difícil mantener el rigor histórico y el rigor narrativo a la vez?

-Hay que buscar un equilibrio. Nunca altero los hechos históricos que conocemos, pero hay cuestiones sobre procesos que ocurrieron hace dos mil años que no tenemos al completo. Esos datos los he de añadir yo. Ahí, entra la ficción, pero que sea verosímil, sino sería muy triste. No se ha de notar. Todos los diálogos..., porque no tenemos las conversaciones ni los whatsapps, que ya nos gustaría tener los whatsapps entre César y Cleopatra... (risas), pero no los tenemos. Lo que tenemos son cartas de Cicerón con senadores, discursos de algunos de ellos en el Senado, al propio César escribiendo su versión de la Guerra de las Galias... Tenemos fuentes. El tercer elemento de la ficción es cómo yo lo cuento. Eso te transforma el ensayo en novela, voy a contarte tres escenarios a la vez y vamos como en una película, cambiando de un escenario a otro. Vamos a empezar a cruzarlo todo y sobre una base histórica la transformamos a una novela.

Prácticamente, ha convivido diariamente con César a lo largo de los años. ¿Hay algún rasgo suyo que le ha resultado particularmente cercano?

-Hay un aspecto muy importante que se ve en Maldita Roma y aún más en Los tres mundos, que es el César padre, la debilidad que tiene con su hija. Los escritores escribimos desde nuestra propia experiencia. Cuando me entrevistaban compañeros tuyos al final de la trilogía sobre Trajano me decían: “Ay, me ha emocionado mucho la muerte de Trajano”, y yo contestaba: “Claro, es que es la muerte de mi padre”. Murieron por el mismo motivo médico. Cuando yo estaba narrando eso, no podía evitar hacer conexiones. Como padre, puedo conectar más. Aunque, un escritor ha de tener la capacidad de empatizar con un personaje incluso en situaciones que el propio autor no ha vivido. Eso es muy importante en un escritor. Pero, es verdad que hay momentos donde la empatía es más fácil, porque tú mismo la has vivido. En ese aspecto, el César padre sí que me ha parecido una dimensión que normalmente no está en los libros de historia.

Antes mencionábamos a Cicerón, quien debilitó a Pompeyo utilizando los impuestos y el suministro de trigo en Roma. ¿Cree que la manipulación financiera y la economía es un arma importante para desestabilizar una guerra?

-La desestabilización económica se ha utilizado siempre en los enfrentamientos, ya sea de guerra o geopolíticos. Hay un enfrentamiento brutal comercial entre China y Estados Unidos, y ahora Trump ha entrado en una guerra comercial con el mundo entero, prácticamente. Mejor que sean comerciales a que sean con tanques, pero sí, se ha utilizado y se sigue utilizando. Los intereses económicos, con frecuencia, están detrás de muchos de los conflictos armados en los que está involucrada actualmente la humanidad.

Santiago Posteguillo lleva seis novelas sobre Julio César. Oskar González

Los romanos fueron pioneros en muchas cosas, como cuando César le exige a Vitruvio construir el puente sobre el Rhin en solo diez días. ¿Ve posible realizar algo así actualmente?

-¿Se pueden hacer cuestiones equivalentes? A ver, sí se hacen cosas. La estación espacial que tenemos en órbita alrededor de la Tierra es un esfuerzo internacional conjunto. Eso demuestra lo que se puede hacer cuando nos unimos. Sin embargo, a nivel terrestre, parece que el único lugar en el que logramos un cierto consenso es cuando salimos al espacio. En estos momentos históricos, brilla más la desunión que la unión, en todos los aspectos. Y esto es muy malo.

Usted recibió el Premio Planeta por su novela Yo, Julia. Tras seis novelas de éxito, ¿ha sentido presión por el reconocimiento?

-No tanto como otras personas. Depende de cómo llegues a ese premio. Ha habido gente que lo ha hecho con una trayectoria, digamos, más consolidada. Hay premios Nobel de Literatura como Cela o Vargas Llosa que recibieron el Planeta. Supongo que, cuando llegas desde el Premio Nobel al Premio Planeta, te hace ilusión, económica... Pero, creo que no son personas que necesiten reconocimiento, ni crechendo en popularidad. Cuando llegué llevaba, sin compararme con otros escritores, una carrera un poquito de relativa popularidad. Como bien has dicho, llevaba seis novelas de éxito. Pero, sí que me dio más visibilidad, siempre viene bien. También creo que el hecho de que eligiera en esa novela a una protagonista como mujer contribuyó a que parte de un público femenino que normalmente no se acercaba a mis novelas, se acercara a ellas. Muchas quedaron conectadas a mi literatura, porque vieron que mis novelas no son solamente una cuestión bélica, sino que hay muchísimas cuestiones en juego y presto mucha atención a los personajes femeninos. Me ayudó, pero no supuso una súpertransformación en mi vida, porque yo ya venía de promociones relativamente importantes. Pero, bueno, fue muy bienvenido el reconocimiento.

Por último, de cara al futuro, ¿tiene algún personaje en mente para que protagonice sus próximas novelas

-La verdad es que como me quedan otras tres novelas sobre Julio César -en el 27, 29 y 31- digamos que estoy con eso en la cabeza hasta el 2031. Que es tener en la cabeza las tres siguientes novelas para escribir, no es poco horizonte. Te encontrarás muchos escritores que no podrán decirte lo siguiente que van a escribir. Yo lo tengo claro. A partir del 31, sí que tengo ideas, pero como no lo tengo decidido del todo, no quiero anticipar nada, porque luego igual cambio de opinión... 

Puede llegar a tomar la decisión de que sea un personaje femenino.

-Es una opción, ¿por qué no? En mis novelas se ve que son personajes con mucha fuerza. Podría hacer eso y centrarme en otro personaje femenino.

Lo descubriremos dentro de varios años...

-Si en el 2031 saco la última de César, calculamos que para el 2032 o el 2033 lo descubriremos.