La película La viuda de Clicquot, dirigida por Thomas Napper y protagonizada con delicadeza por Haley Bennett, que se estrenó en cines el pasado 15 de agosto, nos traslada al siglo XIX, en plena efervescencia napoleónica, y muestra cómo esta joven viuda, con apenas 27 años, tomó las riendas de la casa Clicquot tras la muerte de su marido. Lo que siguió fue una reinvención radical del champagne.

Uno de los mayores logros de Barbe-Nicole fue el desarrollo del remuage, una técnica que permitía eliminar sedimentos sin perder presión ni burbujas. Gracias a este avance, el champagne ganó en limpieza, claridad y elegancia, y se convirtió en un vino deseado más allá de las fronteras francesas. La película recrea estos procesos con sensibilidad visual y una clara atención a la materia prima, la tierra y la alquimia del vino.

El champagne como forma de vida

Barbe-Nicole supo ver en el vino algo más que un negocio. Para ella, el champagne era una experiencia completa: acto social, ritual de mesa y lenguaje de hospitalidad. Lo llevó a las cortes imperiales rusas, a las cenas diplomáticas prusianas y a las mesas burguesas del continente. Hoy seguimos esa estela cada vez que acompañamos un brut con ostras, un blanc de blancs con erizos o un rosé con platos de cocina asiática.

El cartel de la película.

El cartel de la película. R.O.

Clicquot intuyó –antes que muchos– que el maridaje era más que armonía: era un relato. Por eso defendía que su vino debía formar parte del menú y no aparecer solo al final, como un adorno dulce. Esta mirada gastronómica atraviesa la película en escenas que muestran banquetes, etiquetas y decisiones de cata que fueron tan estratégicas como sensoriales. Su legado, lejos de quedarse en una marca reconocible, se ha convertido en una cultura en torno al champagne como forma de vida.

La viuda de Clicquot además de una película para amantes del vino, ofrece muchas lecturas para quienes saben ver en una copa algo más que un brindis. Es un homenaje al riesgo, al refinamiento y a la pasión por hacer las cosas bien, aunque eso implique desafiar las normas.