El error común al cocinar pasta que puede afectar tu salud
Hay formas de cocinar y consumir pasta que pueden hacerla más saludable sin sacrificar su delicioso sabor
La pasta es uno de los alimentos más populares del mundo. Su versatilidad, sabor y facilidad de preparación la convierten en un básico en millones de cocinas. Sin embargo, su reputación dentro de las dietas saludables ha sido objeto de debate, especialmente cuando se trata de su contenido en carbohidratos refinados.
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La buena noticia es que hay formas de cocinar y consumir pasta que pueden hacerla más saludable sin sacrificar su delicioso sabor. A continuación, se detallan consejos clave para preparar pasta de manera más nutritiva y beneficiosa para el organismo.
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Elegir el tipo de pasta adecuado
No toda la pasta es igual. El primer paso para mejorar su perfil nutricional es seleccionar una versión más saludable desde el principio:
- Pasta integral: Rica en fibra, la pasta elaborada con trigo integral ayuda a mejorar la digestión, regula los niveles de azúcar en sangre y genera una mayor sensación de saciedad.
- Pasta de legumbres: Las elaboradas con lentejas, garbanzos o guisantes ofrecen un mayor contenido de proteína vegetal y fibra, siendo ideales para dietas veganas o bajas en gluten.
- Pasta de espelta o quinoa: Otras alternativas que pueden ofrecer más nutrientes y un índice glucémico más bajo.
El punto de cocción ideal
Cocer la pasta al dente no solo mejora su textura, sino que también aporta beneficios para la salud. Al mantener la pasta ligeramente firme, su índice glucémico se reduce, lo que evita picos de azúcar en sangre y favorece una digestión más lenta y sostenida. Además, la pasta al dente genera una mayor sensación de saciedad, ayudando a controlar el apetito y evitando el consumo excesivo de calorías.
Este tipo de cocción, más respetuosa con el alimento, también permite conservar mejor sus propiedades nutricionales, haciendo de cada plato una opción más equilibrada.
Enfriar la pasta después de cocerla
Un truco poco conocido pero científicamente respaldado es dejar enfriar la pasta después de cocerla. Este proceso transforma parte del almidón en lo que se conoce como almidón resistente, que actúa de manera similar a la fibra:
- Almidón resistente: Este tipo de almidón no se digiere en el intestino delgado, lo que ayuda a alimentar la flora intestinal y mejora la salud digestiva.
- Menor absorción de calorías: Al reducir la cantidad de carbohidratos disponibles, el cuerpo absorbe menos calorías.
Una vez enfriada, la pasta puede recalentarse sin perder este beneficio, lo que la convierte en una excelente opción para preparar ensaladas frías o comidas por adelantado.
Acompañamientos y salsas más saludables
La pasta suele ir acompañada de salsas ricas en grasas, azúcares y sal. Para hacerla más saludable, conviene prestar atención a los ingredientes:
- Evitar salsas industriales: Muchas salsas comerciales contienen azúcares añadidos, conservantes y grasas poco saludables.
- Salsas caseras: Prepararlas en casa con ingredientes como tomate natural, aceite de oliva virgen extra, ajo, hierbas aromáticas o yogur natural es una alternativa mucho más nutritiva.
- Añadir vegetales: Incorporar brócoli, espinacas, champiñones, calabacín o pimientos a la pasta aumenta su contenido en vitaminas, minerales y fibra.
- Controlar el queso: Aunque el queso puede aportar sabor y calcio, es importante usarlo con moderación debido a su alto contenido en grasas saturadas y sodio.
Porciones y frecuencia de consumo
Incluso si se prepara de forma saludable, el exceso de pasta puede desequilibrar una dieta. Es recomendable tener en cuenta lo siguiente:
- Raciones controladas: Una porción adecuada suele ser de 70 a 85 gramos en seco por persona.
- Equilibrio nutricional: Acompañar la pasta con proteína magra (pollo, legumbres, pescado) y abundantes vegetales puede convertir el plato en una comida completa y equilibrada.
- No consumirla a diario: Variar las fuentes de carbohidratos (como arroz integral, quinoa o patatas) evita la monotonía y favorece una nutrición más diversa.
La pasta puede formar parte de una dieta equilibrada si se prepara y se consume con conciencia. Elegir el tipo adecuado, cocerla al dente, dejarla enfriar, controlar las salsas y porciones, y acompañarla de ingredientes nutritivos son prácticas que no solo mejoran su perfil nutricional, sino que también favorecen la salud a largo plazo. La clave está en transformar un plato tradicional en una versión saludable sin perder su esencia ni su sabor.
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