Julen Baz, estrella Michelin al frente del restaurante Garena, en Dima, cenará en Nochebuena en casa de su tía. “Antes nos juntábamos un montón pero este año estaremos poquitos: mis aitas, izeko... y el día de Navidad, amama”, cuenta.
Confiesa que no es muy fan de estas fechas, “de hecho, si pudiera me marcharía”, pero sigue manteniendo esa costumbre de reunirse con la familia en torno a una mesa, “sobre todo por amama”.
“En Nochevieja no me quedo ni a las campanadas; ceno y para las once y media estoy fuera de casa”. Como buena anfitriona, es su tía la que prepara los platos que compartirán esta noche.
“No me piden que cocine yo y, además, me apetece comer rico. Izeko siempre ha cocinado bien y ahí no hay fallo”, reconoce su buena mano. “Voy a pan y mantel”.
Caracoles y kokotxas
También en su casa son imprescindibles los caracoles, “le salen muy bien a mi primo”, y las kokotxas. Para los entrantes, “imagino que como en todas las casas”, sirven jamón, foie, croquetas que hace izeko...
“Siempre demasiado”, exclama riendo. “Yo soy partidario de cambiar el menú: berza y capón. Volvería a la tradición”, plantea. Por eso, le gusta más el plato que sirven al día siguiente: sopa de ajo.
Feliz comiendo huevos y patatas
Y de segundo, optaría por unos huevos con patatas fritas. “Yo con eso soy feliz. Hoy en día te puedes dar todo el año el capricho de comer un buen pescado, unos caracoles, un marisco fresco... Quizá antes, en épocas de más escasez, era una fecha en la que, al juntarse todos, se hacía un sobreesfuerzo para comer lo que no se podía durante el resto del año”, reflexiona.
“Para que estas comidas sean especiales no tienen que ser ostentosas. Con este consumismo innecesario podemos preparar algo rico que no consumimos el resto del año pero que sea igual de especial”. ¿Por ejemplo? “Unos picantones”, plantea.
Huevos fritos a un lado, si hay un plato que le recuerda a Julen a la Navidad son los caracoles. “Tienen muchísimo trabajo y en nuestra casa solo se cocinan en estas fechas. ¿Sabor a caracol? Sabor a Navidad. Pero también las kokotxas al pil-pil, con unas gulas”, explica. ¿Y en olores? “Me quedo con el de los langostinos cuando se hacen al ajillo y huele toda la casa. Qué rico...”, responde casi relamiéndose.