Ahora que llegan las cenas y comidas navideñas entre amigos y con familiares, todos nos esmeramos más en preparar una mesa, un menú más elaborado y cuidado. Se eligen los ingredientes, se preparan de forma cuidada, los vinos y licores son más selectos de lo habitual, los postres no son los de un día de fiesta del resto del año…
Muchas veces nos mantenemos dentro de los rituales familiares acostumbrados, pero otras tratamos de sorprender a los comensales. Una de las maneras de conseguirlo puede ser maridar el vino con el chocolate del postre.
Por inusual que parezca, la mayoría de los vinos, más allá del tradicional vino dulce o de champanes y cavas típicos para rematar una comida (que tampoco son una mala opción), se revelan como magníficos acompañantes de toda clase de chocolates. Ambos productos, vino y chocolate comparten cualidades como la acidez, el dulzor y el amargor, que puedes complementarse, equilibrarse o potenciarse.
Como es lógico, no todos los vinos van bien con todos los chocolates, pero teniendo en cuenta unas características básicas, se pueden conseguir unas degustaciones de lo más satisfactorias.
En líneas generales, los vinos con más cuerpo serán más adecuados para chocolates ricos en cacao y los chocolates negros en general. Igualmente, los tintos jóvenes casarían con la suavidad de los chocolates con leche, mientas que los vinos blancos y rosados armonizan con los chocolates menos intensos y con los chocolates blancos.
Profundizando en este aspecto, los chocolates con un 70% o más de cacao son los más amargos y los más intensos, por lo que lo ideal es elegir un tinto elaborado principalmente con uvas con personalidad, como la cabernet sauvignon, la malbec, la zinfandel o la shiraz, cuya astringencia ayuda a equilibra la acidez del cacao. Si además tiene crianza en barrica, ofrecerá también noptas de madera y especias que enriquezcan el gusto del chocolate amargo.
Para chocolates más suaves, que cuente con un mayor porcentaje de leche y menos de cacao son más oportunos los tintos jóvenes elaborados con uva moscato, pinot noir o merlot. Los azúcares de estas variedades combinan con la lactosidad de este chocolate. También los vinos blancos, con sus notas frutales y florales potencia estas mismas características del cacao con leche.
Los chocolates blancos son los mas grasos, ya que su principal ingrediente es la manteca de cacao, y esta característica se contrarresta con vinos más secos y mas frutales, como sueñe ser los blanco y los rosados. Los caldos elaborados a partir de uvas chardonnay son un valor seguro.
Cómo hacer el maridaje
Con esta base solo que da experimentar, y para ello hay que fijarse en las características concretas del bombón o onza de chocolate que se quiera probar ya que cada una puede tener sus particulares características en la recetas, desde los que tienen sal o algo picante, a los que se elaboran con variedades de cacao más frutales o presente mezclas con frutas.
Por ello, lo primero es probar tanto el vino como el chocolate por separado para conocer las peculiaridades de cada uno de los chocolates y de cada vino. Identificar sus fortalezas y debilidades, cómo equilibrarlas o potenciarlas.
Una vez hecha la primera valoración ir realizando las combinaciones que se nos ocurran. Para ello, lo primero es meter un trocito de chocolate en la boca y dejar que se deshaga sobre la lengua. Entonces dar un sorbo al vino elegido y mezclarlo todo en la lengua para analizar si el maridaje funciona. Tomar notas si procede.
Antes de asar a la siguiente combinación, beber un poco de agua para limpiar la boca y el paladar.
Con la lección aprendida ya se puede preparar la tanda de postres en el encuentro familiar y sorprender a los comensales. O quizá buscar algo más íntimo para sorprender a la pareja.