Real Madrid 2

Barcelona 5

REAL MADRID: Courtois, Lucas Vázquez (Min. 52, Asencio), Tchouameni (Min. 64, Modric), Rudiger, Mendy (Min. 75, Fran García), Valverde, Camavinga (Min. 46, Ceballos), Rodrygo, Bellingham, Vinicius (Min. 75, Brahim) y Mbappé.

BARCELONA: Szczesny, Koundé, Cubarsí, Iñigo Martínez (Min. 29, Araujo), Balde, Gavi (Min. 58, Olmo), Casadó, Pedri, Yamal (Min. 58, Iñaki Peña), Raphina (Min. 79, Ferran Torres) y Lewandowski.

Goles: 1-0: Min. 5, Mbappé. 1-1: Min. 22; Yamal. 1-2: Min. 35; Lewandowski, de penalti. 1-3: Min. 39, Raphina. 1-4: Min. 55+; Balde. 1-5: Min. 48, Raphina. 2-5: Min. 60: Rodrygo.

Árbitro: Gil Manzano (Col. Extremeño). Expulsó a Szczesny (Min. 56). Amonestó a Camavinga, Rudiger, Tchouameni, Vinicius y Asencio por el Madrid, y a Iñigo Martínez, Araujo, Raphina y Lewandowski por el Barcelona.

Incidencias: final de la Supercopa disputada en el estadio King Abdullah Sports City ante unos 62.000 espectadores.

Un Barcelona superlativo aplastó al Real Madrid por 2-5 en la final de la Supercopa disputada en Yeda. El conjunto culé protagonizó una actuación soberbia y pese a comenzar por detrás en el marcador, dio un recital para remontar y terminar goleando a un plantel madridista que lució sus carencias defensivas y que apenas pudo maquillar el vapuleo tras jugar con un jugador más durante alrededor de cuarenta minutos tras la expulsión de Szczesny.

Carlo Ancelotti y Hansi Flick apostaron por los mismas alineaciones de las semifinales, dando a entender que quedaron satisfechos entonces. El duelo adquirió un ritmo vertiginoso desde el pitido inicial, con dos equipos dispuestos a erradicar la especulación con dos apuestas muy claras que definen al Madrid y al Barça de los últimos tiempos. Los blancos apostaron por la verticalidad, agazapados a la espera de recuperar el balón para lanzar poderosos contragolpes y los azulgranas hicieron de la posesión su seña de identidad, con presión alta y línea defensiva elevada, e imprimiendo velocidad a las transiciones.

Los culés metieron miedo en el cuerpo rápido, con ocasiones para Yamal y Raphina que atajó un acertado Courtois, quien más adelante evitaría una tremenda debacle. De hecho, fue el jugador más destacado de la tropa de Ancelotti. Pero los fallos del Barça se pagaron con un contraataque que culminó Mbappé tras conducir el balón desde la línea del medio campo. El francés resolvió con maestría, evocando a su mejor versión.

Pero lejos de amilanarse el Barça, de verse atenazado por el temor, el cuadro de Flick persistió en la idea de generar peligro desde las zonas interiores, filtrando balones y encontrando espacios ante la pasividad de los rivales. El Madrid comenzó a descomponerse, con líneas muy distantes unas de otras y un Barça que ganaba las espaldas de los dorsales blancos. Y así, con una genialidad, Yamal hizo las delicias firmando el empate. Corrió conduciendo la pelota en paralelo a la línea del área y sacó un sutil zurdazo para anular la estirada de Courtois.

El plantel catalán se agigantó aún más. Comenzó a percutir una y otra vez. Acechado el equipo blanco, Camavinga cometió un grave error dentro del área al dar una imprudente patada a Gavi. Gil Manzano, con revisión en el VAR, señaló una pena máxima que anotó Lewandowski para imponer justicia en el marcador. Pedri y Casadó parecían multiplicarse, dominando el centro del campo con un criterio impropio de sus edades. Los atacantes tampoco escatimaban en el esfuerzo.

El Madrid se fue despedazando aún más, descosido, con los jugadores haciendo la guerra por su cuenta, sin capacidad de ejecutar presiones efectivas. Y Raphina se redimió de su gran ocasión del minuto 4 para firmar de cabeza, tras un gran centro lejanísimo de Koundé, el 1-3. El gol dejó de nuevo en evidencia a la zaga blanca, que dejó libre de marca al brasileño. Las carencias defensivas del Madrid lucían cegadoras. Camavinga y Valverde ejercían de tapones para los insalvables huecos que dejaban los compañeros, sin solución para retener la posición y frenar la sangría. Bellingham estaba desaparecido. Vinicius y Mbappé solo se esmeraban en ataque. Un Madrid roto, inoperante, carente de sacrificio y orgullo.

El Barça aprovechó el tambaleo ajeno para en el 55 –el colegiado añadió 9 minutos a la primera parte tras ser asistidos Mbappé e Iñigo Martínez, que se marchó lesionado en el 29’– culminar Balde un sobresaliente contragolpe. El Barça, aplastante, daba al Madrid de su propia medicina.

Para el segundo acto, Ancelotti retiró a un Camavinga que pudo ver la roja por doble amonestación. Entró Ceballos. La segunda mitad arrancó vibrante, como la primera. Rodrygo mandó la pelota contra la cruceta y acto seguido, de nuevo al contraataque, el Barça amplió las diferencias. Raphina quebró a Tchouameni, que salió en varias de las fotos de los goles, para rubricar un humillante 1-5.

Roja a Szczesny

Cuando todo apuntaba a una goleada histórica, Szczesny vio la cartulina roja al golpear a Mbappé fuera del área como último defensor. Rodrygo puso el 2-5 de libre directo, con un exquisito golpeo.

El Madrid tocó la corneta. Se volcó al ataque. El Barça se protegió, instaló un bloque bajo y centró sus esfuerzos en defender. Los de Ancelotti pecaron de impaciencia. No supieron gestionar la superioridad numérica. Sin ideas, hijos de la frustración, focalizaron sus ofensivas en centros laterales, ya sin Vinicius, sustituido al estar cerca de ver la segunda amarilla.

Mbappé se echó el equipo a las espaldas y gozó de la única ocasión clara del Madrid desde que se quedó con un jugador más sobre el terreno de juego, pero esto sucedió en el minuto 96, lejos de cualquier mínimo atisbo de remontada. Iñaki Peña realizó una gran parada para echar la persiana a la portería azulgrana.

El Barcelona se alzó campeón justa y merecidamente, con contundencia, tras imponer su plan, que rozó la perfección en la faceta ofensiva y también en la defensiva. Demostró que atesora una artillería brutal y que sabe sufrir cuando cede la posesión. Flick, que no había perdido ninguna final como entrenador, ya tiene su primer título en el banquillo culé. Y dos triunfos en dos clásicos, además con nueve goles a su favor.