Toño Vadillo (Bilbao, 8 de febrero de 1968) ha puesto fin a una inactividad de medio año para ponerse de nuevo el chándal y coger las riendas del Padura, que lucha por evitar el descenso a categoría regional. El bilbaino dice que le gustan los retos, confía en cumplir el objetivo, no cree que suponga un paso atrás en su carrera y defiende su legado en el Arenas, que abandonó en mayo de 2024 tras recalar en Gobela en noviembre de 2020, con dos billetes al play-off de ascenso a Primera RFEF y “dos eliminatorias muy bonitas de Copa” ante el Lugo y el Valladolid en la campaña 2022-23.

¿Por qué decidió asumir el reto de dirigir a al Padura, un equipo que está en descenso?

—Surgió la oportunidad, contactaron conmigo, visualicé unos pocos partidos del Padura y entendí que había un buen grupo de chavales que tiene posibilidades reales de salvar la categoría.

¿Como entrenador supone un alto riesgo?

—Son ya casi 30 años de profesión y siempre estas situaciones que llegan en temporadas comenzada es porque hay algún problema o porque las cosas no van como se deseaba. Lo asumo como una cosa con normalidad y con anterioridad ya he tenido que asumir banquillos cuando las cosas estaban difíciles, como en el caso del Arenas, incluso en el Santurtzi y en el Bermeo. Entiendo que me han elegido por esas experiencias que he tenido y que han salido satisfactorias.

¿Le pone el reto?

—Sí, a mí me gusta. La gente que me conoce sabe que no me echo para atrás, me gustan los retos, confío muchísimo en mis posibilidades, en mis conocimientos y en mi trayectoria.

Ha hecho antes mención al grupo blanquiazul, ¿qué plantilla se ha encontrado, aparte de la buena actitud que tiene?

—Aprovecho el momento para agradecer a Aitor Garmendia –el técnico al que sustituye– su trabajo, porque me he encontrado un buen grupo, un grupo unido. Habrá razones por la que no hayan salido los resultados, pero la realidad es que me he encontrado un equipo bien trabajado, bien entrenado. Esto a veces no es un tema ni de hacer bien ni de hacer mal, es de dar con la tecla de lo que necesitan para ganar más partidos, porque la realidad es que han ganado pocos partidos y lo que se requiere es sumar puntos.

¿Ha pedido refuerzos?

—Sí y en eso estamos. No muchos, hemos tenido algunos lesionados, alguna baja posible durante estos próximos días. Ahora mismo hay 22 jugadores en plantilla, haremos un pequeño retoque en defensa y poco más.

¿Qué fórmula va a aplicar para intentar el objetivo de la permanencia?

—La que he usado siempre, aparte de trabajar a tope con mucha profesionalidad. Este Padura ha competido bien, ha perdido poco, pero es verdad que ha anotado pocos goles y ha ganado pocos partidos. A ver si puedo dar con la tecla, pero está claro que queda un partido de la primera vuelta y toda la segunda vuelta. Tenemos que jugar decididos y valientes en busca de las victorias.

Se estrena con la visita al San Viator, un rival directo. ¿Este partido les debe marcar ese punto de inflexión?

—Sí, es el último partido de la primera vuelta contra el colista pero no va a ser fácil. Vamos con la única intención de ganar esos tres puntos para cerrar la primera vuelta e incluso si los resultados del fin de semana acompañan, poder acabar esa primera vuelta ya fuera de los coches de descenso. No cabe otra cosa en la cabeza que preparar bien la semana para cerrar esos tres puntos.

¿Dónde va a estar la clave para evitar el descenso?

—La clave va a estar en hacer de Santo Cristo un campo que de por sí ya es difícil. Se han sacado muchos empates, pero solo una victoria y tenemos que volver a ganar en casa, porque fuera de casa los números tampoco han sido buenos. En Santo Cristo se ha perdido poco, pero esos empates hay que intentar convertirlos en victorias y sumar de 3 en 3.

Vuelve a sentarse en un banquillo después de que el curso pasado, su último en el Arenas, fuera bastante complicado. ¿Le desgastó mucho?

—Me desgastó porque ese equipo no estaba preparado ni confeccionado para pasar apuros, sino para retos más bonitos, incluso de poder optar al premio del ascenso. Lo conseguimos como visitantes y paradójicamente como locales no éramos capaces de ganar partidos y nos condenó, nos generó ansiedad y malestar. Los equipos que parten desde el inicio, que saben que su objetivo es salvarse, pues lo ven con más naturalidad, pero para nosotros era difícil de digerir para el entorno, para el club, para los jugadores, para los técnicos. Fue un año difícil de digerir y que gracias a Dios conseguí darle la vuelta, insuflar esa confianza que necesitaban los jugadores. Y la verdad es que hicimos un último tercio de temporada en el que volvimos a lo que tenía que haber sido toda la temporada, pero ya no había tiempo para más.

¿No hubo ni una mínima posibilidad de continuar en el Arenas?

—Acababa la temporada y acababa mi contrato. El club, por lo que he sabido después, llevaba ya unas semanas dándole vueltas a un posible cambio, había una dirección deportiva que quería hacer otras cosas. Al final, cada uno por su lado. Le deseo mucha suerte al Arenas, que le va muy bien, y yo a seguir mi camino.