REAL MADRID: Lunin; Lucas Vázquez, Rüdiger, Militao, Mendy (Min. 86, Fran García); Bellingham, Valverde, Tchouaméni (Min. 63, Modric), Camavinga (Min. 77, Brahim); Vinícius y Mbappé.

BARCELONA: Iñaki Peña; Koundé, Martínez, Cubarsí, Balde; Casadó (Min. 65, Dani Olmo), Pedri (Min. 87, Gavi); Lamine, Fermín (Min. 46, De Jong), Raphinha; y Lewandowski.

Goles: 0-1: Min. 54; Lewandowski. 0-2: Min. 56; Lewandowski. 0-3: Min. 77; Lamine. 0-4: Min. 85; Raphinha.

Árbitro: Sánchez Martínez (Comité Murciano). Amonestó a Vinícius y Militao, por el Real Madrid; y Casadó, Koundé, Martínez, Iñaki Peña y Gavi, por el Barcelona.

Incidencias: 78.192 espectadores se dieron cita en el Santiago Bernabéu.

El Barcelona firmó una exhibición en el Santiago Bernabéu, inédita desde el adiós de Leo Messi, con lección táctica magistral de Hansi Flick en su primer clásico, para confirmar su grandeza en una semana en la que saldó cuentas con el Bayern en Champions y asestó un duro golpe al vigente campeón de Liga en su estadio, un Real Madrid sin pegada que cortó su récord en 42 partidos sin perder.

En el polo opuesto que su referente, Johan Cruyff, que sorprendía en sus visitas al Bernabéu con alguna precaución en modificaciones tácticas, el primer clásico de Flick reafirmó su libro de estilo en un Barcelona al que ha devuelto aspecto de equipo grande ante cualquier rival y en cualquier escenario. La línea defensiva adelantada marcó un duelo que recuperó toda su grandeza.

El riesgo permanente azulgrana, expuesto a cualquier fallo de defensas examinados en cada balón en largo. Intentando a la vez ser precisos en el despeje y no perder de vista los movimientos a su espalda de Vinícius, Bellingham o Mbappé. Nervioso por momentos Pau Cubarsí en el examen constante por la orden de jugar directo de Carlo Ancelotti. Un Barcelona que defendió desde la posesión. Donde apareció el criterio de Pedri, tan potente para frenar un contragolpe de Valverde lanzándose al césped, como sobrado de personalidad con balón. El temperamento de Marc Casadó ante gigantes.

El Real Madrid saltó con el objetivo de curar su mal de las primeras partes pero su salida en tromba cayó en continuos fueras de juego de Mbappé, deseoso de ser el gran protagonista en su primer clásico. Cada acción anulada era un aviso. Habría un momento en el que su posición sería legal y nada lo frenase como lo hizo el VAR a la media hora. Un tanto ya celebrado, con la visión de Lucas al desmarque del francés que picó con calidad a la salida de Iñaki Peña. Cuando eso ocurrió, falló.

El técnico alemán encontró la clave en el descanso. Retiró a Fermín, introdujo a De Jong y adelantó a Pedri a una zona de mayor influencia. Encontró un desplome inesperado del campeón en su estadio sin respuesta de Ancelotti en la pizarra. Desde una defensa que hizo aguas tras un arranque entre balones al limbo de Lunin. Con un centro del campo sin nadie que bajase el balón e hiciese jugar al equipo, dependiente más que nunca de una acción aislada individual de Vinícius o Mbappé. Y así llegó la diferencia entre una defensa coordinada en línea, la del Barcelona, a un mal ejemplo de posicionamiento. Un simple pase de Casadó sirvió para que Mendy se quedase enganchado y Lewandowski superase con facilidad en el mano a mano a Lunin. Era el inicio de un recital.

Las cuentas saldadas de los cuatro últimos clásicos de superioridad madridista con una superioridad aplastante barcelonista en el Santiago Bernabéu. En cuatro minutos el clásico quedó sentenciado. El tiempo que separó el doblete de Lewandowski, que alcanzó los 14 tantos en 11 jornadas con un testarazo libre de marca al pase medido de Balde.

Por segundo partido consecutivo el Real Madrid se veía obligado a la proeza y en esta ocasión le faltó tanto el acierto en el remate como la fe. Se olía la goleada porque con el Real Madrid volcado aparecían todas sus carencias defensivas con espacios. Lewandowski perdonaba dos clarísimas, la primera a puerta vacía chutando al poste, y entre errores en el remate de Bellingham, gafado este curso, y Mbappé, llegaba el tanto que convertía a Yamal en el goleador más joven de la historia del enfrentamiento, definiendo con calidad arriba, y el fin de fiesta azulgrana merecido por Raphinha en otro contragolpe letal que expuso todas las vergüenzas del campeón ante su afición.