Germán Beltrán (Alcañiz, 26 de octubre de 1979) es el nuevo entrenador del Gernika, cargo en el que sustituye a Aitor Larrazabal después de que este rechazara la oferta de renovación, y coge el testigo después de estar una temporada sin entrenar. Un desafío que el turolense, afincado en Barakaldo desde 2004, considera “bonito y apasionante”.

¿Cómo le surgió la opción de entrenar al Gernika?

—Me lo planearon hace más de dos semanas, me comentaron el caso de Aitor (Larrazabal), que tenía la renovación encima de la mesa pero que no sabían si iba a continuar y que si no seguía, iba a ser el que querían que fuera el entrenador. La espera ha merecido la pena porque este año hemos estado en el dique seco.

¿Es una apuesta personal de Edu Abad, al que conoce bien?

—Nos conocíamos de hace muchos años, él era director deportivo en el Portu en el primer año que ascendí. Yo venía del Laudio de Segunda B, estaba ya en decadencia como aquel que dice y fue cuando nos conocimos. Me ha tenido mucha consideración y ha visto mi progreso en el banquillo. Se habrá decidido por ahí, por gente con sabia, joven, con ganas, con ambición. El reto es bonito y apasionante.

Dice que el reto es bonito, pero también es el más exigente en su corta carrera en los banquillos.

—Vengo de un sitio, como el Portugalete, donde el objetivo era ascender. Hay un trabajo hecho ahí y creo que en el Gernika vamos a tener un mínimo de tranquilidad para ir viendo poco a poco el objetivo, el día a día.

Le menciono la exigencia porque va a un club que ha jugado el play-off de ascenso a Primera RFEF, la Copa y se ha clasificado otra vez para la Copa. ¿Siente esa presión?

—No, porque he estado en clubes que están habituados a jugar por lo máximo, donde los objetivos eran ambiciosos. El Gernika ha hecho una temporada espectacular, sabiendo los mimbres que se pueden obtener, ojalá tengamos un mejor equipo si cabe e iremos viendo el objetivo poco a poco.

¿Qué conoce de este Gernika, qué herencia coge?

—Es un gran bloque. Conozco a bastantes futbolistas, sé más o menos el perfil que tienen, con varios también he coincidido anteriormente, incluso con algunos he jugado en contra. Es importante el renovar los máximos jugadores, esos 9, 10 o 11 que han tenido protagonismo.

Ya se conocen bajas y renovaciones.

—Edu (Abad) es el que lleva el currelo. De momento, continúan Altamira, Berasaluze, Gallastegi, Larrauri y Carlos González, y nos dejan Gorka Marcos, al que quería que siguiera, Boian, Jon Vega, De Luis, Iriondo, Eizmendi, Bengoa y Vlllacañas

¿Le ha pedido la Junta Directiva un objetivo mínimo?

—No, solo me han transmitido tranquilidad, que saben de dónde vengo, qué hay... Todos sabemos que el objetivo en principio es la permanencia, y es que es así.

Le han dejado alto el listón.

—Sé que mi autoexigencia es máxima. El listón está alto, indudablemente, pero hay que tener los pies en el suelo, respecto al presupuesto que tienes, porque es así. O sea, no vas a pelear por el mercado, tienes el mercado que tienes, y entonces eso va en relación al objetivo. Ojalá que el curso empiece bien, que entremos en dinámicas buenas, que el equipo enseguida fluya y consigamos hacer un bloque bueno y fuerte para competir.

¿Qué Gernika se va a ver?

—Me gusta ser un equipo incómodo, no ponerle fácil nada al rival. Nuestro campo tiene que ser un fortín, que el que venga Urbieta note esa presión. Luego el estilo te lo marcará la condición del jugador que tengas.

¿Qué sistema le gusta?

—Me gustan el 4-3-3 y 4-2-3-1, jugar con bandas, con extremos. Me gusta jugar con mucho atrevimiento, con mucho dinamismo, con mucha movilidad.

¿Bebe de algún entrenador?

—No, me informo de todo un poco y me gustan todos los estilos. Desde los que tienen más el balón, para lo que debes tener unos jugadores muy top, hasta los que tienes que proteger más. Es cuestión de adaptarse a lo que tienes.

Ha hablado de sus etapas anteriores en el banquillo, como segundo hasta que saltó como primer entrenador en el Barakaldo, pero solo lo dirigió tres partidos. ¿Qué ocurrió?

—El club estaba en problemas, yo llevaba de segundo entrenador mucho tiempo, hice casi cuatro años, era mi cuarta temporada, y bueno, me tocó ahí, me pilló por medio y me pusieron de primero, iban a traer a otro entrenador, me ofrecieron continuar después en el equipo técnico, pero…

¿No había feeling entre la directiva y el entrenador?

—Sí, de inicio sí, pero cada uno... Yo hice lo que estaba en mi mano, de hecho, si iba mal la cosa yo era el primero que iba a echarme a un lado, en eso no tenía ningún tipo de problema… La repercusión que tiene es grande porque vives en Barakaldo, has sido un tío que ha jugado mucho tiempo en el Barakaldo y eres querido. Entiendo todas las posturas, entiendo al que tiene que decidir.

Después, retornó al Portugalete, ya como primer entrenador. El equipo estuvo dos tercios de la temporada líder, entraron en una mala racha, salieron del primer puesto y le destituyen a falta de dos jornadas. Eso sí que es duro, ¿no?

—Eso sí. En el Portu era cabeza de león. El trabajo y la temporada fueron muy buenas. Estuvimos 15 jornadas líder y peleando con un Alavés B del que hemos visto su poderío.

¿Le pudo la presión?

—Allí se te exige, sobre todo cuando estás equis partidos sin ganar, pero he estado siempre acostumbrado a ese tipo de retos ambiciosos.

¿Le dolió el cese?

—Sí. Había clasificado el equipo hacía cuatro jornadas ya para el play-off, estábamos peleando la segunda o la primera posición contra el Alavés B… Tú has hecho tu trabajo, primero solo queda uno, y quedando dos jornadas creo que no es el mejor momento. ¡Estábamos segundos! No tengo rencor, aquello está olvidado.