las lesiones han lastrado demasiadas veces la carrera de Igor Arnáez (Galdakao, 30-IV-1991), lateral zurdo con pasado en Lezama que, tras una temporada sin equipo, ha vuelto a sentirse futbolista en el Gernika, donde ha partido como titular en los cuatro duelos ligueros jugados por ahora. En Urbieta ha puesto fin a un calvario que comenzó en enero de 2017, cuando se rompió el menisco en Toledo con la elástica del Barakaldo. Se operó, pero el dolor seguía y le impedía entrar en el grupo, lo que le obligó a retornar al quirófano en febrero de este año. El de Usansolo visita esta tarde el lugar en el que, con la ayuda del fisioterapeuta Eder Bikandi y médicos del club rojiblanco, trabajó durante meses de altibajos emocionales con el fin de calzarse de nuevo las botas. Será a las 19.00 horas, cuando los forales tratarán de hincarle el diente al líder, un Bilbao Athletic que no deja escapar ningún punto en casa desde noviembre y afronta su tercer derbi consecutivo tras noquear a Amorebieta y Leioa.

“Tengo ganas de jugar el partido, pero no supone una ilusión especial”, reconoce el zurdo que suma más de un centenar de encuentros en la división de bronce, en la que debutó de la mano del Lemona. Nunca se asentó del todo en Lezama, a donde llegó en cadetes desde el Danok Bat, al que regresó en su último curso como juvenil. Tras destacar en Lemoa volvió al Bilbao Athletic, pero encadenó cesiones a Amorebieta y Sestao. “Ziganda no quería que me fuera, pero la apuesta era Saborit y veía que iba a tener pocos minutos, así que preferí salir. Muchas veces he pensado que igual debí quedarme y luchar”, reflexiona el de Usansolo, cuya única campaña completa como cachorro, y también la última, fue la 2013-14. “Me rompí dos veces al inicio y hasta diciembre no jugué, pero acabó siendo la temporada que más he disfrutado en mi vida”, recuerda.

Finalizada la misma, dio el salto a Segunda, al Tenerife, con el que jugó diez partidos oficiales. “La experiencia en general fue positiva, pero difícil”, apunta. Y es que en la isla tampoco le dieron tregua las lesiones. Una caída le provocó cortes en el riñón y en el bazo. “Estuve 28 días ingresado en el hospital y casi cuatro meses parado. Sentí impotencia a final de curso, de verme capaz de estar ahí y no seguir”, explica el lateral, que retornó a Bizkaia. Más largo ha sido el parón por la rodilla, tanto que la temporada pasada se la pasó en blanco. “Me llamó algún club, pero no podía entrenar. Ha sido un año y medio duro, con momentos de ilusión cuando no me dolía, pero luego volvía y había veces que se me pasaba por la cabeza dejarlo”, reconoce.

Arnáez siguió peleando y este verano aterrizó en Urbieta, aunque pactó un periodo de prueba hasta comprobar la respuesta de la rodilla. “Tenía miedo de que volviera el dolor. No quiero robar dinero a nadie y menos a un club modesto como este, al que además podía dejarle con una ficha menos. Desde el primer partido me sentí bien y cerramos el contrato”, detalla agradecido con un cuerpo técnico que “ha respetado mi ritmo diferente, sin forzar desde el inicio y cogiendo la forma poco a poco”.

El Gernika aún no conoce la victoria en liga, con dos empates en casa y dos derrotas fuera. “Los dos en Urbieta hemos metido al rival en su campo, pero no hemos tenido suerte de cara a gol y tampoco hemos estado muy acertados en los centros. Salvo en algún detalle, nos hemos mostrado sólidos atrás y es difícil crearnos ocasiones”, valora quien protagonizó la ocasión más clara en la visita copera al Sant Andreu, que pasó gracias a un inexistente penalti en la prórroga. “En el viaje de vuelta y los días siguientes le di muchas vueltas. Fue un varapalo, sobre todo para los del pueblo y los que lucharon por clasificarse el año pasado, que tenían ilusión extra. Solo podemos pasar página y centrarnos en la liga”, manifiesta. Respecto al Bilbao Athletic, considera que “comparado con mi etapa allí, juegan más directo, no arriesgan tanto desde atrás. Es candidato a play-off, seguro. Espero que esta jornada pinchen y luego sigan así de bien”, apunta el lateral que cree que deberán mantenerse “sólidos atrás y, en cuanto la perdamos, evitar sus transiciones rápidas”.