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El inaudito exilio del rey

Solidaridad y asombro se abren paso con la destitución de Claudio Rainieri, que hizo un milagro en el Leicester

El inaudito exilio del reyAFP

Bilbao - El fútbol europeo en general y el británico en particular reaccionaron con asombro a la destitución del técnico italiano Claudio Ranieri nueve meses después de conseguir con el Leicester City el título de campeón de la Premier League, algo inédito en sus 133 años de existencia. Un éxito logrado además una temporada después de librarse por los pelos de bajar a la Championship (segunda división inglesa) y dos de conseguir el ascenso a la máxima categoría. Son circunstancias que dibujan las características de un club modesto, cuyo objetivo natural es evitar el descenso y lo extraordinario, casi sobrenatural, es haber podido ganar la Liga inglesa pasando por encima de los insignes equipos de Mánchester; el Liverpool, el Arsenal o el Chelsea; o pasar la fase de grupos de la Champions como primero y lograr un aceptable resultado en los octavos de final ante el Sevilla y en un estadio tan difícil como el Ramón Sánchez Pizjuán.

Craig Shakespeare, el entrenador interino hasta que se decida el sustituto, puso ayer mucho empeño en aclarar que en la destitución de Ranieri nada tienen que ver los jugadores, aunque la teoría de la conspiración ha circulado con fuerza en los ambientes futbolísticos ingleses.

De hecho, el pasado 6 de febrero las casas de apuestas daban por hecho el inminente despido del técnico romano en una cuota de 6 a 4. Y han acertado. Nada que ver sin embargo con las previsiones que lanzaron al inicio de la temporada 2015-16, cuando concedieron al Leicester 5.000 a una posibilidades de ser campeón.

El caso fue que Ranieri ganó el campeonato, fue elegido como el mejor entrenador de la Premier y desde el pasado jueves está en el paro, despedido por Vichai Raksriaksorn, un tailandés que ejerce de presidente en representación de los dueños, un grupo inversor de aquel país asiático.

Es cierto que la trayectoria de los foxes es mala, pues ocupa la decimoséptima plaza, un punto por encima de los puestos de descenso. Pero si esta coyuntura se hubiera dado hace un año, cuando se proclamaron campeones, a nadie le habría extrañado.

De momento, Shakespeare estará al frente del Leicester para afrontar el próximo partido, a disputar en su estadio ante el Liverpool cuyo entrenador, el alemán Jürgen Klopp, se mostró ayer muy cáustico interpretando la destitución de su colega. “No es sólo fútbol. En mi opinión, se han tomado algunas decisiones extrañas y raras en estos últimos años... Mira el Brexit, Trump, Ranieri”. ¿Tengo que entenderlo? No. Y no tengo ni idea de por qué el Leicester ha hecho eso”, señaló.

Quien se puso fantástico para la ocasión fue Jose Mourinho, el mismo que hace un año trataba poco menos que de ignorante a Ranieri. El técnico del Manchester United se presentó en la rueda de prensa con un chandal en el que destacaban las iniciales CR (Claudio Ranieri), se solidarizó con su “amigo”, enfatizó, y cree que “está pagando por su éxito”.

Otro italiano, Roberto Mancini, que jugó cinco partidos en el Leicester a comienzos de 2001, se perfila como el sustituto de Ranieri, quien ayer publicó a modo de despedida un comunicado cargado de emotividad. Asegura que con su destitución “muere un sueño” y añade: “Después de la euforia de la pasada temporada y de ser coronados campeones, lo único que soñé era en quedarme para siempre en el Leicester, el club que amo”, destaca, para deshacerse después en mil amores hacia jugadores y afición.