No hizo Francia grandes alardes. Fue Alemania quien dispuso de un mayor control de la semifinal cuando el encuentro estaba en tablas en el Vélodrome de Marsella, pero una acción de Schweinsteiger, que repitió la estúpida acción que realizó días atrás Boateng al defender dentro de su área con las manos en alto -le golpeó el balón y el colegiado señaló el penalti que supuso el 0-1 y la lápida germana-, enterró al cuadro alemán. Así, Francia, con Griezmann abanderado y autor de dos goles, se da el homenaje de, como anfitriona, jugar la final, este domingo, contra Portugal.
El partido comenzó frenético, con visos de ser el mejor duelo de la Eurocopa, con Francia adueñada de la situación, mejor predispuesta, más incisiva que el cuadro germano, activa y con voluntad de agitar el choque. A los 7 minutos, Griezmann se fajó de dos rivales en paralelo a la línea del área y disparo flojo en la ocasión gala más clara de toda la primera mitad.
Tardaron los alemanes poco más de 10 minutos en asentarse sobre el césped, en apoderarse del esférico. La movilidad de sus piezas sobre el tablero de Marsella pasó a causar estragos a la defensa gala. La disposición de los jugadores teutones a la hora de buscar espacios se vio recompensada con media hora de aplastamiento. El juego entre líneas cobró trascendencia; el contundente centro del campo francés comenzó a hacer aguas persiguiendo sombras. De hecho, enlazó Alemania tres acciones de peligro que apagó el ímpetu galo. La segunda de ellas, en el minuto 14, obra de Can, obligó a Lloris, genial ayer, a estirarse para inmortalizar una de las paradas del torneo.
Francia, tras el estelar inicio, se fue desvaneciendo hasta fundirse. Falta de posesión la selección gala, se encomendó al contraataque. El timón del partido cambió de manos. La tropa de Joachim Löw se alzó en dueña y señora del contexto. Su banda derecha, la de Kimmich, fue la senda para la percusión. Francia buscaba su lugar sobre el terreno de juego, con Griezmann de faro. Pero cuando Alemania imponía su fútbol, el de excelentes movimientos sin balón, el de distribuir pelotas promoviendo la intensidad, Evra peinó un inocente balón que golpeó dentro del área en el brazo extendido de Schweinsteiger, pecado que ya cometió Boateng contra Italia. En aquella ocasión Alemania sacó las castañas del fuego desde la tanda de penaltis, pero ayer, iterado el error, fue la condena. Marcó Griezmann, estandarte galo, referente, desde los once metros, al filo del descanso, en el 47. El marcador no hacía justicia, pero el fútbol no es juez ni es justo.
Para más inri, Alemania sacó a relucir sus vergüenzas en el segundo acto, en el que no sumó un disparo a puerta hasta verse 0-2 en contra. No gozó de ocasiones hasta el minuto 74, tarde, de noche. Un yermo, un páramo sin clarividencia. Para entonces, Francia ya había firmado su pase a la final.
Los discípulos de Deschamps salieron del vestuario como al comienzo del partido, sin especular, acaparando protagonismo. Buscaron noquear al rival mientras se tambaleaba. La resaca alemana fue fatal, letal. Nubladas las ideas, no hubo ni heroica.
A falta de apenas media hora para el final, Francia reculó. Protegió su trasero. Montó, con la premisa de estar juntos, sin conceder espacios, dos líneas de cuatro futbolistas, hormigón armado, y dejó a Giroud y Griezmann aislados en la batalla del mediocampo. Pero en una contra de la rápida Francia, un equipo de recursos, Pogba colgó un centro que Neuer apenas pudo desviar. Inteligente, bien posicionado, cazador, instintivo, Griezmann vio ante sí la portería vacía y un cuero muerto, para, a bocajarro, sin oposición, disparar y sellar así el segundo gol, y de paso distanciarse como máximo goleador de la Eurocopa con 6 dianas. Corría el minuto 72 y estaba por caer el chaparrón germano, aunque estéril en réditos.
Alemania montó un paredón. Comenzó el asedio: minutos 72, 76, 79 por partida doble, 82... Ocasiones en balde. Camuflaje. Fuegos de artificio. Al menos, disimuló la imagen de la crucial primera mitad de la segunda parte, donde se proyectó inoperante, inofensiva, a pesar de disponer de los pasillos de las bandas. Sin un 9 estático, porque así comenzó Löw la Eurocopa y rectificó dando paso a Mario Gómez, ayer ausente por lesión, no había nadie temible en el ataque, nadie que intimidara a los galos, salvo cuando estos ya dieron el pescado por vendido. Bocanadas alemanas como las del pez que desfallece.
Y Francia se relamía de placer, porque, sin estridencias, miraba al luminoso y veía un 0-2 como para preguntarse: ¿Cómo ha ocurrido? Schweinsteiger tenía la respuesta, tan inocente, tan absurda... pero tan trascendente como para afirmar que un detalle así, en el fútbol actual, en un partido venido a menos en cuanto a espectacularidad, en el que se prima no cometer errores antes que asumir riesgos, bien vale un pase a la final.
ALEMANIA: Neuer, Kimmich, Höwedes, Boateng (Min. 62, Mustafi), Hector; Can (Min. 66, Götze), Schweinsteiger (Min. 79, Sané), Draxler, Kroos, Ozil y Müller.
FRANCIA: Lloris, Sagna, Koscielny, Umtiti, Evra, Pogba, Matuidi, Sissoko, Griezmann (Min. 92, Cabayem), Payet (Min. 71, Kanté) y Giroud (Min. 78, Gignac).
Goles: 0-1: Min. 47; Griezmann, de penalti. 0-2: Min. 72; Griezmann.
Árbitro: Nicola Rizzoli (Italia). Amonestó a los alemanes Emre Can, Schweinsteiger, Özil y Draxler, y a los franceses Evra y Kanté.
Incidencias: Semifinal de la Eurocopa 2016 disputada en el estadio Vélodrome de Marsella ante 64.078 espectadores.