HACE veinte años el fútbol era muy diferente al de hoy en día. Las cantidades económicas que se mueven actualmente serían impensables hace unas décadas y los equipos punteros aglutinan a los mejores jugadores del mundo para crear unos bloques con los que dominar sus respectivas ligas, mientras aumentan las diferencias con el resto de clubes. Un cambio que fue iniciado por el esfuerzo de un jugador de un equipo modesto. Un hombre que vive alejado de todo este mundo y sin haber cobrado nunca los salarios multimillonarios que existen en esta época, se trata de Jean-Marc Bosman.

En 1990, este exfutbolista belga rechazó una oferta de renovación del Lieja y trató de fichar por el Dunkerke de Francia, sin embargo, en aquella época existía una cláusula que obligaba al club de origen a recibir una cantidad de dinero por derechos de formación, algo que el equipo francés se negó a pagar, haciendo que Bosman tuviera que ir a los tribunales para obtener su libertad futbolística. Cinco años más tarde, el 15 de diciembre de 1995, el Tribunal de Justicia Europeo le dio la razón al belga. Esta sentencia obligó a su club y a la Federación de Bélgica a darle una indemnización, pero lo más importante fue que las leyes del deporte cambiaron para siempre.

La sentencia Bosman hizo que los jugadores pudieran tener una total libertad para irse a otros clubes cuando acababan su contrato y además todos los deportistas de un país miembro de la Unión Europea no serían considerados extranjeros, al igual que los trabajadores, por lo que la ley de los cupos vigentes en el fútbol en aquella época, en la que los equipos solo podían alinear a tres extranjeros juntos, cambió drásticamente. Las principales potencias europeas empezaron a fichar sin mirar los pasaportes, las diferencias entre los más poderosos y los conjuntos con menos recursos aumentaron. El dinero corría sin control en el mundo del fútbol y no paraba de aumentar. Un cambio de 180 grados que el propio Bosman ni imaginó. “Es una paradoja, porque la ley Bosman nació para una mejor distribución de los recursos, especialmente para los que menos tenían. Pero ahora se ha distorsionado”, comentó recientemente en una entrevista a La Gazzeta dello Sport.

Una sentencia que tuvo su repercusión inmediata en la Liga española. En la temporada siguiente y ya con la posibilidad de contar con un número ilimitado de jugadores comunitarios en el campo, el Real Madrid y el Barcelona ficharon a ocho extranjeros cada uno. Ajeno a todo esto se ha mantenido siempre el Athletic. Los rojiblancos no cambiaron su filosofía a pesar de que el fútbol estaba iniciando una nueva era y siguieron sin incorporar jugadores de fuera de Euskal Herria o que no se hubieran formado en Lezama, mientras sus rivales intentaban mejorar sus plantillas curso a curso. Sin embargo, el conjunto bilbaino sigue compitiendo por los mismos objetivos que antes de la sentencia del caso Bosman e incluso ha conseguido una Supercopa y un subcampeonato liguero siguiendo fiel a sus ideales.