eIBAR se divide estos días entre la alegría y el temor, entre el orgullo y la vergüenza. La alegría y el orgullo llegan de la mano de su equipo de fútbol. La Sociedad Deportiva Eibar, un clásico del fútbol de plata, desfila con paso firme en lo más alto de la Segunda División en la misma temporada que debuta tras regresar de los infiernos de la Segunda B. Con el presupuesto más humilde de la segunda categoría, el equipo trabajado por Gaizka Garitano es líder de la Liga y empieza a creerse que puede ser uno de los conjuntos que a final de temporada celebre su ascenso a Primera. Con semejante rendimiento es normal que los eibartarras saquen pecho de sus pupilos. Pero inmediatamente después de su sonrisa llega la sombra del temor y la vergüenza. Temor por una normativa injusta que obliga al club armero a someterse a una ampliación de capital para que su valor accionarial se incremente en 1,7 millones de euros, un esfuerzo titánico para un club con un total de 3.000 socios y anclado en una localidad pequeña y humilde que está dispuesta a competir con los gigantes del fútbol español. La vergüenza brota al contemplar el muro que han plantado delante del Eibar siendo un club saneado y sin deudas, mientras que docenas de clubes sobreviven con deudas millonarias, agarrándose al dopaje financiero.
Al entrar en Eibar enseguida llama la atención la cantidad de banderas azulgranas que adornan ventanas y balcones. El pueblo está implicado con el equipo y está dispuesto a empujar cuanto esté en sus manos para que se cumpla el sueño deportivo y se supere el obstáculo financiero. Cerca del Ayuntamiento, Blas Sánchez luce en la solapa una chapa con el escudo de la Sociedad Deportiva Eibar. Es socio del club desde hace cincuenta años y no falta a sus citas con Ipurua. "Lo que está haciendo este año el equipo me parece muy bien. Este año toca arrasar. Tenemos un equipo muy bueno, tanto como el que tuvimos hace doce años con Mendilibar. Yo no me imaginaba esto. Cuando subió el equipo yo decía que bastante bien nos iría si nos mantenemos en la categoría. Pero ha salido bien la cosa". Blas mira con ilusión y ambición hacia la categoría de oro: "Ahora ya hay que mirar a Primera División. ¿Por qué no vamos a tener sitio en Primera División? Si hoy en día en Primera hay equipos que son peores que nosotros".
En cuanto a la ampliación de capital, este socio armero lo tiene claro: "Es una vergüenza. Si todos los clubes tuvieran las cuentas igual que nosotros, mejor iría todo. Aquí se paga honradamente a todos. Mucho, poco o lo que sea, pero se paga. Hay clubes que pagan un montón y ahí están pidiendo y pidiendo dinero. Y ahora vienen a pedir dinero a un club que está saneado. Pero bueno, creo que se va a solucionar. Si subimos a Primera, nos sobrará el dinero". Eso sí, si el club necesita que los eibartarras se rasquen el bolsillo, Blas no tiene ningún problema: "Se compran acciones y punto. Y si hace falta, se vende una torre o se vende el cuartel".
Una pasión tatuada
Otro aficionado que lleva más de cincuenta años empujando en la grada de Ipurua es Joaquín Guillén. Es tal su pasión armera que tiene en su brazo tatuado el escudo del club. "Lo de este año es fabuloso. Tenemos un equipo muy bueno, con unos chicos que juegan muy bien. Estamos muy contentos. La verdad es que siempre hemos tenido esa ilusión por ir primeros y subir a Primera. Si subiesen a Primera División, yo sería el tío más feliz del mundo. Con que suba una sola temporada ya estaría feliz, aunque luego bajase a Segunda la siguiente temporada". Joaquín Guillén no puede evitar indignarse cuando se le pregunta por la ampliación de capital: "El club no tiene una sola deuda con nadie. Eso es putear a un equipo pequeño como este. ¿Por qué quieren venir todos los jugadores aquí? Porque aquí, aunque sea menos, cobran. Eso está claro. Y los jugadores con eso están contentos. Solo hace falta mirar la de jugadores buenos que han salido de aquí. Yo creo que sí se va a solucionar". Él también está dispuesto a poner su granito de arena por la causa: "Yo no tengo mucho dinero, pero una acción seguro que compro. Eso seguro".
Un colectivo que sigue con mucho interés lo que pasa con el equipo de fútbol es el de los hosteleros. En el zigzagueante camino que sube a Ipurua se encuentra el bar Xania. Desde su puerta ya se intuye la colorida fachada del campo de fútbol y es parada obligada para los aficionados que acuden a los partidos. En la barra, Alex comparte su opinión sobre la actualidad azulgrana con los parroquianos. "Somos un equipo que está muy compenetrado y este año está funcionando todo. Yo creo que este año subimos a Primera", sentencia, "creo que se puede subir porque tenemos buena plantilla y hay mucha ilusión. Se ha preparado un buen conjunto y tenemos un buen entrenador". No duda en señalar a Gaizka Garitano como el padre de este pequeño milagro futbolístico: "Me gusta mucho. Lo que más destaco de él es su humildad y el comportamiento que tiene con la gente. Es amigo de todos".
Tal vez ese sea el secreto del Eibar, que "es un club muy familiar". Como todos sus vecinos, Alex no entiende la situación económica en la que se encuentra el club: "Esa normativa no nos debería afectar a nosotros, porque, hoy por hoy, somos solventes. Creo que de un modo u otro se solucionará. En Eibar todavía hay dinero y ya se solucionará".
Mientras tanto se permite soñar con vivir en su bar los minutos previos a un Eibar-Real Madrid: "Sería una locura general ver a Real Madrid, Barcelona y estos equipos en Ipurua. Para el pueblo eso sería mucho ambiente y entrada de dinero. Si se mueve gente, se mueve dinero".
"Ojo con el Eibar"
Genaro y Jose Mari conversaban junto a Ipurua de la marcha del equipo en las últimas semanas. "Ojo con el Eibar", señalaba Genaro, "creíamos que iba a estar en la pelea por mantenerse, pero esto ahora va para arriba". Él ve a su equipo azulgrana con posibilidades de subir a la élite: "¿No subió el Numancia? Pues aquí igual. El campo tiene que tener las medidas y este las tiene. Para Eibar tener un equipo en Primera División sería muy importante. Solo habría que preguntarles a los de los bares y negocios de alrededor del campo".
Genaro cree que la población de Eibar no puede soportar una ampliación de capital de 1,7 millones: "A mí todo esto me parece una vergüenza. No entendemos bien cómo va esto. Permiten que suba el Deportivo, que tiene un montón de deudas, y al Eibar, que está saneado y que tiene medio millón de euros, le quieren hacer pasar por el aro. A Barriuso, que era presidente y ya murió, le preguntaron cuál era el secreto del Eibar. Él era economista y se señalaba el bolsillo: "Yo no saco más dinero de lo que hay aquí. Eso es lo que hacen los demás: juegan con trampas".
Su discurso lo comparte Jose Mari, quien eleva sus quejas a las esferas más altas: "Eso es otra vergüenza, como el país en el que vivimos. No lo entiende nadie. Todo va unido: país, economía, deporte... Al pequeño, siempre leña. Lo del Eibar no lo entiende nadie, pero yo creo que se va a sacar adelante. Yo, desde luego, estoy dispuesto a coger acciones. Dentro de lo que me permite mi economía ya cogeré mil euritos".
Este socio del Eibar confía en que el pueblo conseguirá aunar fuerzas para solventar el escollo y respaldar el gran trabajo del equipo: "Es difícil que Eibar pueda reunir todo el capital. Pero ya se hará algo. Hay predisposición de la gente. Para el club, subir a Primera sería asegurarse un buen futuro. Estos están acostumbrados a no gastarse el dinero. Si hay ingresos de 14 millones, estos se van a gastar 9. Y los otros cinco ahí quedan".
Jose Mari encarna el que puede ser el arma secreta del club guipuzcoano, un sentimiento que ahora brota con más fuerza que nunca: "Yo soy Eibarzale a muerte. Si gana el Athletic, bien; pero si se suspenden los demás partidos, me da lo mismo. Yo soy del Eibar, después del Eibar y luego también del Eibar. Se puede ser de la Real, pero a otro nivel. Hay que ser del Eibar a morir".
un club familiar Todos los aficionados coinciden en que el Eibar es un club diferente, con una idiosincrasia peculiar. "Es un club modesto económicamente y es muy familiar. Al final todo lo deciden los socios y el capital está aportado por los socios. Eso hace que el club sea muy familiar", señala Asier mientras pasea cerca de Ipurua junto a su familia.
Él también está disfrutando con el trabajo de Gaizka Garitano, pero en su cabeza todavía no ve al Eibar en la élite del fútbol: "La verdad es que me cuesta imaginar al equipo en Primera División. Económicamente para Eibar estaría muy bien que el equipo subiese a Primera. El pueblo tendría otra repercusión a nivel estatal, sería más conocido. ¿Por qué no va tener sentido el Eibar en Primera? Ya subió el Granada y ahí está. Y subió también desde Segunda División B".