Sobre las doce de la noche del pasado sábado sintonicé la ETB-1 para ver el inicio de la Tamborrada donostiarra en la plaza de la Constitución consciente de dos cosas: que el temporal que barrió Bilbao dos horas antes llegaría más o menos a la capital guipuzcoana con la izada y los primeros acordes de la Marcha de San Sebastián, y que la Real Sociedad había protagonizado poco antes la proeza de derrotar al Barça, noticia singular que recorrió el mundo y que sin duda puso muy contentos a los primos, pues solo les faltaba que su amantísima fiesta coincidiera con semejante prodigio.
Tengo que reconocer que me fascina ver tan notable acontecimiento (como los San Marciales irundarras), porque no entiendo nada y me asombra su singularidad. Me asombra que una cuadrilla disfrazada de cocineros o vestidos con casacas decimonónicas se lo pasen pipa de aquella manera, golpeando tambores y barriles subidos durante tanto tiempo sobre una tarima y ante un público valiente y entregado. Caían chuzos de punta pero ellos siguieron ahí, impertérritos. Algún primer plano mostraba alguna carilla con mueca, como de sonrisa achispada, pero a lo mejor resulta que el mantra del tambor estimula y pone. Sin embargo creo que la causa está en la hazaña protagonizada por la Real Sociedad, a resultas de la cual los primos ahora le quieren dar el Tambor de Oro a su técnico, el impertérrito Philippe Montanier, cuando hace un mes como aquel que dice Anoeta entera clamaba por su dimisión.
Con todo esto no quiero afirmar que los donostiarras sean raros, ni mucho menos, sino, como decirlo, muy suyos y allá cada cual con sus cosas, y en lo que respecta al fútbol tan veletas como todos las demás.
La Tamborrada cortó de raíz el récord de partidos consecutivos que llevaba el Barça sin perder y sirvió, además, para que la Real sacara más pecho aún y rebuscara en su historia para extraer del anaquel de la memoria la temporada 1979-80, cuando el equipo txuri-urdin estableció el récord de partidos sin perder, que todavía perdura. 32 jornadas consecutivas sin conocer la derrota para conocerla en el último y definitivo partido, tiene bemoles, frente a un Sevilla primado hasta las cejas por el Real Madrid, que se adjudicó finalmente el título liguero.
Los muchachos de Tito Vilanova sin embargo tampoco es que hicieran de tripas corazón por el inesperado revés, más que nada porque el Barça mantiene ocho puntos de ventaja sobre el Atlético de Madrid, segundo clasificado, y quince con respecto al Real Madrid, su gran antagonista, que anoche recuperó de súbito el esplendor perdido y puso en ridículo al Valencia con un juego vigoroso, impartiendo una lección magistral de cómo se monta un contragolpe.
Pero, claro, esta página está como hueca sin su gran protagonista, nuestro Athletic del alma, que vela armas ante de medirse hoy al Betis.
Teniendo en cuenta los últimos resultados, se hace raro desbrozar un lunes de resaca cuando no hay resaca, sino vísperas, y uno está así como desconcertado. Mira el partido con una tenue esperanza (es una mentirijilla) a causa de los hechos prodigiosos que hemos vivido, como la derrota del poderoso Barça en día tan señalado, o la briosa reacción experimentada por el Real Madrid, cuando el caso Casillas o el aireado enfrentamiento personal entre Mourinho y la gran estrella blanca, Cristiano Ronaldo, barruntaba tormenta gorda y crisis total.
¿El rifirrafe entre Marcelo Bielsa y Fernando Amorebieta traerá las mismas consecuencias?
¡¡¡Tachán....!!!
De momento, el técnico argentino deposita su absoluta confianza en Aymeric Laporte y ha dejado en casa al Puma de Cantaura. Todo un síntoma del encono que tiene con el hombre, convertido a los ojos del aficionado en un vil mercenario, pesetero, traidor y desafecto a la causa porque supuestamente pide el oro y el moro para renovar su contrato.
Amorebieta se refugia en el silencio y los que se manifestaron en estos días previos al partido frente al Betis han querido mostrar su mejor talante y predisposición.
Carlos Gurpegi admitiendo que se reconocen "frustrados" y que han pasado de "vivir casi en la gloria" el curso pasado a "pelear en el barro". Ander Herrera pide la "unión de todos" ante un "partido fundamental"; Aurtenetxe destaca que "solo pensamos en ganar"; De Marcos añade que "somos una piña", Susaeta advierte que "todos estamos con Bielsa, como siempre" y Fernando Llorente se muestra tan ajeno como tranquilo, no en vano ya conoce lo que ha hecho su equipo: Juventus, 4; Udinese, 0.