bilbao. Brasil ganó el Mundial de Estados Unidos, en 1994, poniendo punto y final a 24 años de larga espera, tiempo en el que generaciones de excelentes futbolistas, paladines del jogo bonito, maravillaron, pero se quedaron sistemáticamente sin las mieles del triunfo.
En aquel Mundial, sin embargo, Brasil viró el rumbo. Bajo la dirección técnica de Carlos Alberto Parreira, la canarinha basó su triunfo en un sólido sistema defensivo, que en la línea medular tejieron Mauro Silva, Mazinho y Dunga, y la magia de delanteros portentosos, Bebeto y Romario.
Una de las imágenes de aquel mundial fue ésta, la de Mazinho, Bebeto y Romario festejando un gol de una forma muy peculiar.
Ocurrió el 9 de julio. Se enfrentaron Brasil y Holanda en los cuartos de final del torneo estadounidense. Marcó Bebeto y el exjugador del Deportivo se marchó a celebrarlo junto a Mazinho y Romario simulando los tres que mecían a un bebé. Lo hicieron porque sobre aquella época, efectivamente, los tres acababan de ser padres. Y al día de hoy, aquellos bebés, se han convertido en estrellas o llevan camino de serlo.
Romarinho sigue en el Corinthians los pasos de su padre Romario, quien el pasado verano aventuró que su hijo ficharía por el Barça B para esta campaña, sueño que finalmente no se llevó a cabo.
La saga de Bebeto continua con Matheus, un brillante interior izquierdo que a sus 18 años ya forma parte de la primera plantilla del Flamengo y ejerce, junto a Rafinha, el vástago de Mazinho, el papel estelar de la selección brasileña que compite en el Sudamericano sub'20.