BILBAO

NI los vuelos transoceánicos ni tener la cabeza en el hospital donde su pareja Antonella Roccuzzo, a la que conoció con seis años, esperaba a dar a luz a su primogénito Thiago, a quien los seguidores azulgranas consideran ya como otro enviado de Dios a la Tierra. El imparable show en que transcurre la vida profesional de Lionel Messi hizo acto de parada el sábado en A Coruña para acercar al astro argentino a un nuevo récord, amén del cuarto Balón de Oro, porque, olvídense de los cavernarios debates, el galardón solo puede caer otra vez en sus pies. 71 goles en los primeros diez meses de 2012 y con dos aún por delante para dar carpetazo al año natural, otea el registro establecido por el brasileño Pelé en 1959: 75 dianas.

Sus 11 tantos en las primeras ocho jornadas de la Liga BBVA anuncian que, de nuevo, el rosarino está en el camino de destrozar los números, los suyos y los ajenos, empequeñeciendo su gesta precedente, los 50 del curso pasado. Hace 53 años fue cuando O Rei firmó 66 goles con el Santos y 9 con la selección brasileño, mientras que Messi lleva ahora mismo 59 con el Barcelona y 12 con la albiceleste. Nadie duda de que en las próximas ocho semanas conseguirá cuatro más para descender del pedestal al futbolista con quien se codea para coronarse mejor jugador de todos los tiempos. Será el enésimo reto del argentino, que además acumula 23 compromisos en los que ha sellado, como mínimo, un hat-trick de una tacada.

Desde que en la temporada 2006-2007 consiguiera el primero de ellos, frente al Real Madrid, se ha especializado en llevarse los balones a su casa, aunque esta vez el árbitro Paradas Romero, que protagonizó una labor deleznable en Riazor, no tuviera muchas ganas de prestárselo una vez concluido el festival de goles entre Depor y Barça. No en vano, hablamos del coleccionista de esféricos con más tripletes en Liga, con 15, uno más que otro histórico en la entidad culé, César.

Messi, que recibirá el próximo 29 de octubre en la ciudad condal la Bota de Oro en calidad de máximo artillero de la campaña anterior en el conjunto de las Ligas europeas, regresaba al torneo doméstico después de terminar de reconciliarse con sus paisanos con sendos festines ante Uruguay y Chile, respectivamente. Se deleitó ante los charrúas y silenció a la parroquia de Santiago, donde definió con la serenidad que la gran mayoría de futbolistas solo destapa en los entrenamientos, y no en un centímetro del área y ante un ambiente hostil. Messi juega y se refugia en su burbuja sin importarle que enfrente las piernas sean las de Marchena o las de Ballesteros, por mucho que los tertulianos de rigor, los de bufanda blanca, se afanen en atestiguar que si Leo se ríe de sus adversarios es porque estos le toman tanto en serio que le colocan la alfombra. Un chiste. Muchos aseveran que su alter ego en la PlayStation juega incluso peor que la figura de carne y hueso.

fàbregas, su socio perfecto La Pulga ha encontrado para más inri en Fàbregas al socio ideal, tanto o más que cuando ambos correteaban de pequeños en la cantera a las órdenes de Vilanova. Cesc dio tres asistencias de gol en suelo gallego la noche en que, por segunda vez en su historia, el Barça logró un 4-5 a domicilio. La anterior ocasión fue en el campo del Levante (1963-1964), si bien desde el 1 de marzo de 2009, los azulgrana no encajaban cuatro goles -en aquella ocasión, perdió en el Calderón (4-3)-. Y es que la defensa sigue trayendo de cabeza a los culés: los 11 goles encajados en este tramo inicial no los cedía desde 2002. Eso sí, Tito, flor pegada al trasero o no, ha igualado la marca de siete triunfos y un empate en el campeonato liguero, el mejor estreno de un entrenador estatal en la máxima categoría, y que hasta ahora se hallaba en poder de Díaz Novoa (Sporting, 1979). Sucede que, ante cualquier emergencia, aparece siempre Messi como flotador en un mar de sensaciones. Lo mismo le da por acelerar y matar con un derechazo cruzado que recibir de espaldas, girarse y gambetear.

"¡Messi ha marcado tres goles más! Juega al fútbol como no hemos visto nunca. ¡Es un genio!". Así se expresó Gary Lineker en su cuenta personal de Twitter tras ver la nueva exhibición de la estrella blaugrana, que a su vez estrelló en el travesaño un balón y dio un pase de gol a Tello, antes de, cómo no, restarse valor. "A mí las estadísticas no me importan, lo que deseaba era los tres puntos", se limitó a decir luego mientras un reguero de estadísticas quedaban destrozadas. Fàbregas le felicitó durante y después de su paseo, porque él mejor que nadie ha entendido cómo triunfar en este Barcelona aunque uno no juegue en la posición que por naturaleza tendría que corresponderle. Mientras Xavi lleva más de dos años en que en Liga no asiste al rosarino en una acción de gol, Cesc ha comprendido que la mejor vía para ser uno de los intocables no es transformarse en el relevo del mariscal Hernández, sino en comportarse como propiedad conmutativa con Leo, dispuesto a regalarle el balón con el que el Barça marcará las diferencias al filo de la navaja. En esta tesitura, cuando Messi se tire un par de semanas sin ver portería, irrumpirán los voceros proclamado su crisis hasta que le dé por dejarles, por enésima vez, en evidencia. Mientras tanto, papá quiebra todas las estadísticas y lidera titulares tras otro partido padre.