schruns (Austria). A dos días para que el seleccionador español haga pública la convocatoria para la Eurocopa 2012, Vicente Del Bosque sigue sin despejar algunas dudas, sin dejar ni una mínima pista. Elegir entre Álvaro Negredo y Roberto Soldado es de las decisiones más difíciles. Ayer hasta probó con los dos.

Tercer día de concentración de la selección española en Schruns. Segundo de trabajo. Del Bosque bajó la intensidad. Es final de temporada y las fuerzas andan justas como para enlazar dobles sesiones.

Entre las altas montañas y la tranquilidad de un pueblo en el que no se escucha ruido ni en los entrenamientos con mil aficionados, hay gestos que delatan. Del Bosque anda pensativo. Es tan buena persona que le va a costar comunicar a los descartados que no estarán en Polonia y Ucrania. Y alguno ya se siente señalado. Soldado anda con gesto torcido. Serio. Sintiendo de antemano que es el 9 que se queda por el camino.

Con Fernando Llorente y Fernando Torres con sus plazas fijas, dos amigos como Negredo y Soldado pelean por la última.

Negredo ha demostrado cuando las lesiones se lo han permitido que no falla a la selección española. En el recuerdo una exhibición sobre barro en una encerrona en Bosnia que dejó encantado al seleccionador.

A Soldado le tardó en volver a llegar una oportunidad. La aprovechó con un triplete a Venezuela en el último amistoso de la selección.

Negredo sabe que sus características sobre el campo le gustan a Del Bosque. Además de remate es asociativo con los jugadores de segunda línea. Se le ve relajado. Soldado es un matador. Dinamita pura dentro del área. Puede coincidir con Llorente. También en su fuerza en el juego aéreo. Las primeras pruebas del seleccionador le ubicaron con los suplentes. Ayer recibió un guiño.

En el partido, Del Bosque repitió equipo con novedades lógicas. Comenzó Negredo como nueve hasta el guiño del seleccionador a Soldado. Pasó a juntar a los dos en un momento del partido y acabó con Roberto en los titulares y Álvaro con los suplentes. Del Bosque no puede permitir que nadie se venga abajo antes de la decisión final.