BILBAO. Los biorritmos de la familia azulgrana necesitaban un baño de masas como el de ayer después de que Turienzo se erigiera en ladrón de guante blanco en el derbi catalán y complicara el futuro liguero de un Barcelona que reinó en Zúrich como habitualmente lo hace sobre el campo, personalizado en la figura de Leo Messi, coronado con su tercer Balón de Oro consecutivo (2009, 2010 y 2011), y en la de Pep Guardiola, erigido como mejor entrenador del año. Aunque muchos corazones arroparan el compás de Xavi, la razón sabía que el rosarino no podía ser desbancado porque nació, un 24 de junio de 1987, justamente para eso, para reinar. El argentino igualó así la marca de Michel Platini, que se alzó con semejante galardón en las ediciones de 1983, 1984 y 1985, mientras que Johan Cruyff ( 1971, 1973 y 1974) y Marco Van Basten (1988, 1989 y 1992) lo consiguieron en años alternativos. Para más inri, el Barcelona, con nueve, es ya el club que más veces tiene este premio en su palmarés, superando a Milan y Juventus.

Pegados al televisor estaban tanto los culés como lo amantes del fútbol de alta escuela y sus paisanos de aquella callejuela argentina donde La Pulga empezó a asombrar mientras su abuela materna, Celia, a la que dedica todos sus goles, cocinaba los fideos y su padre, Jorge, trabajaba en la fábrica siderúrgica. En la desprolija canchita de Grandoli, llena de piedras y trozos de vidrio, Messi cocinaba su juego de billar con los pies amasando todos los torneos de su categoría. Daría luego el salto a Newell's, donde competía su hermano Rodrigo, convirtiendo en leprosa -así se conoce a la hinchada de esa entidad- a toda su familia y, como ni River ni Independiente se afanaron en retenerlo, después cruzó el charco y Rexach le ató a La Masía rubricando su fichaje en una servilleta, con la promesa de que en Can Barça le ayudarían a superar sus problemas de crecimiento y a catapultarlo hacia lo que a fecha de hoy, posiblemente, ya es: "El mejor en la historia de este deporte", como le definió ayer su compañero Xavi.

cristiano, ausente, supera a xavi Según desveló la FIFA, Messi selló su hat-trick de oro con el 47,88% de los votos, mientras que Cristiano, que no acudió a la gala porque hoy el Real Madrid tiene partido copero, se quedó en el 21,60% y Xavi, que de forma increíble no batió al luso, se estancó en el 9,23%. Pura cuestión de mercadotecnia. El argentino marcó otro gol magistral en su discurso. Si el pasado curso muchos, principalmente la caverna merengue, le criticaron que no hiciera alusión en su perorata a Iniesta y Xavi, esta vez no dejó un cabo suelto. "Es un placer muy grande para mí, un honor grandísimo. Quiero compartirlo con la gente que me votó, técnicos y compañeros, y agradecerlo a mis compañeros del Barça y de Argentina. Y quiero compartir este premio con mi amigo Xavi. Jugar contigo es un placer. Es la cuarta vez que estoy contigo aquí y tú también te mereces este premio. Ojalá logremos muchas más cosas para volver", se explayó sonriente, cautivador y con gesto solidario. Lo afirmaba hace escasos días otro de sus guardaespaldas, Piqué: "Ojalá que Messi nunca se canse de ganar". En el vestuario culé nadie se atreve a discutirle porque todos, en forma de títulos y euros, se benefician del astro. Lo corroboró el propio Hernández: "Es difícil vencer a quien será el mejor de la historia. Lo está demostrando ya, es muy joven y batirá todos los récords habidos y por haber. Yo me nutro de él, como de Cesc, Puyol, Piqué... Por eso puedo estar aquí y llevo años viniendo a esta gala. Igual que me nutro de ellos, me nutro de Leo, el mejor del mundo. Estoy gozando como un niño y espero tener cuerda y disfrutar todavía muchos años del fútbol". 2011 fue celestial para La Pulga, merced a las 55 dianas en su casillero, las que lideraron los cinco entorchados que tuvieron el mes pasado como sello el Mundial de Clubes.

su día más emotivo Poco dado a mostrar sus emociones, Messi fue ayer un hervidero de sentimientos. Sintió además que, al fin, en Argentina, con quien le falta ganar un Mundial en categoría absoluta, le quieren. El regalo de su ciudad natal, Rosario, al nombrarle Ciudadano de Honor terminó de alegrarle la jornada. Arropado por sus padres y por su novia Antonella, embutida en un ajustadísimo vestido negro que realzaba su figura -casi tanto como el rojo furia de Shakira, que entregó el Balón de Oro femenino a la japonesa Homare Sawa y no, esta vez, a Marta-; el futbolista de 24 años aseguró que su sed de triunfo es ilimitada a pesar de los 13 títulos de 16 posibles durante la era Guardiola. El esmoquin granate de terciopelo de Dolce & Gabanna que vestía Leo le distinguía de todos los demás. Como en sus zigzagueos a ras de césped. "Hay jugadores como Pelé, Di Stéfano o Maradona que en cualquier época habrían sido los mejores. Messi está ya esa categoría", admitió Sir Alex Ferguson, que dio por hecho que el Barça reconquistará esta temporada la Champions. Más claro fue el propio técnico de Santpedor, el que mejor ha entendido la joya que tiene entre sus manos: "Leo se puede sentar ya junto a ellos".

Algunos, esos que ahora se frotan las manos con la Liga, darán el valor que Messi merece hoy el año en que este galardón vista de blanco. Quizá no comprendan que el premio trasciende de la persona y se adentra en toda aquella gente que acompaña cada semana a sus niños a La Masía o que los tienen allí a cientos de kilómetros de distancia; en todo el personal que labora a destajo en la fábrica para gestar nuevos Leos jurando fidelidad a una sola forma de entender este juego, no la única ni la mejor pero sí inigualable e irrepetible. "Eso es lo más importante, que diez jugadores que están con nosotros desde pequeños puedan jugar la final de una Champions", añadió Guardiola. Con Messi reinando a sus anchas.