POCAS personas acumulan la experiencia vital y futbolística de Ibon Pérez Arrieta (Donostia, 1977), un futbolista humilde que se ha ganado el pan dando patadas al balón por toda Europa. Catorce equipos de seis países distintos jalonan la historia anónima de este jugador errante que inició su particular viaje de aventuras hace ya doce años soñando poder vivir del fútbol.

Oriundo de Errenteria, Ibon dio sus primeros pasos en equipos de su localidad. "Empecé jugando en la ikastola, luego pasé al Beraun y, de ahí, al Touring, que entonces estaba en Tercera", recuerda. Sin destacar en el Touring, donde compaginaba el fútbol con su trabajo de pintor, a Arrieta se le presentó la opción de emigrar en el verano de 1999: "Habíamos bajado a Preferente y Aritz Etura me ofreció irme con él al Pollença de Mallorca. Del fútbol no nos iban a pagar, pero nos daban trabajo como reponedores. Lo tenía que decidir en horas. Hablé con los aitas y me dijeron que para trabajar de pintor tenía toda la vida, así que me fui a probar".

Comienza la aventura

Tercera y Segunda B

"Fuimos en agosto y alquilar una casa en esos meses era muy complicado. La gente que nos llevó no se responsabilizó de buscarnos un sitio, solamente nos dejaron unas oficinas con dos colchones en el suelo y ahí estuvimos durmiendo el primer mes y medio". Donde sí se sintió cómodo fue dentro del campo, logrando 20 tantos en un equipo que finalizó decimosexto en Tercera.

Su explosión goleadora no pasó desapercibida para el Talavera, club con el que dio el salto a Segunda B. Allí siguió de dulce, acabando la temporada como máximo goleador del equipo y despertando el interés de varios conjuntos portugueses de Segunda: "Primero fui a probar con el Nacional de Madeira, pero me rechazaron. Luego me dijeron que fuera a Chaves a firmar y al llegar allí me encuentro con que tengo que pasar una prueba. Yo les dije que no, que o me fichaban o me volvía a casa. Y no me ficharon". Tras la negativa, Arrieta encontró acomodo en el Huesca, de Segunda B, pero al poco de incorporarse recibió una oferta firme del Chaves. "Fue un lío muy grande porque el Huesca pedía 4 millones de pesetas y yo no tenía dinero. Mi madre tuvo que pedir un millón y medio al banco, el presidente del Chaves puso dos, y yo puse el otro medio", revela.

Portugal, su mejor momento

Chaves, Braga y Estoril

La aclimatación al Chaves, club del norte de Portugal, fue sencilla: "Vivía en Ourense y había siete españoles en el equipo". En su primera temporada consiguió 18 goles, registro que le situó como máximo goleador y le valió el fichaje por el Sporting de Braga, de Primera División. Pero no fue un año exento de dificultades. "Estuvimos desde enero a junio sin cobrar, pero al venderme ingresaron 400.000 euros y me pagaron todo".

La llegada a Braga supuso para Ibon el cénit de su carrera: "Fue mi mejor momento en el fútbol, el quinto equipo más importante de Portugal. Tenía 25 años y era la hora de romper". Pero a pesar de hacerse un hueco entre los titulares, sus cifras de anotación menguaron. "No tuve suerte. Vino Castro Santos y se trajo un delantero. Eso fue lo que me limitó porque tuve que jugar de extremo y solo pude hacer seis goles. Athletic y Sevilla me estuvieron siguiendo y si hubiera metido más, igual habría dado el salto".

Al finalizar la temporada en el Sporting de Braga acordó volver cedido a Chaves. "No me llegué a adaptar del todo. Ya era vivir en Portugal, convivir con gente portuguesa y una ciudad más grande. Vuelvo al mismo sitio porque sabía que iba a estar a gusto y, como iba cedido, tenía la garantía de que si no me pagaba uno, me pagaba el otro", explica. Y el Chaves volvió a servirle de trampolín. Los diecisiete goles logrados en su segunda estancia le catapultaron al Estoril, donde conseguiría siete al año siguiente.

Inadvertido en España

Ferrol y Logroñés

Tras cuatro años en Portugal, en agosto de 2005 tomó una decisión arriesgada: fichar por el Racing de Ferrol, recién ascendido a Segunda. "Tenía ganas de probar otras cosas. Me ofrecieron dos años, pero no quise porque me la quería jugar, tratar de hacerlo bien allí para poder dar el salto a un equipo más importante, pero eso luego me perjudicó. Al final, en aquel equipo jugaban los extranjeros que tenían un contrato más largo y de los que podían sacar dinero si las cosas les salían bien".

Solo jugó siete partidos, que bastaron para poner en entredicho el caché ganado en Portugal y devolverle a Segunda B, categoría en la que disputó la segunda mitad de la temporada con el convulso Logroñés. Aunque se había comprometido por dos temporadas, Arrieta se vio fuera al término de la primera.

Vuelta al extranjero

Grecia e Israel

Viendo que sus mayores éxitos los había alcanzado en el extranjero, Ibon volvió a hacer las maletas y se marchó al PAS Giannina (Primera División griega) las cosas se torcieron pronto. "Fiché fuera de plazo y para eso allí tienes que haber sido profesional el año anterior. En Ferrol y en Logroño no había tenido ficha profesional, así que, después de firmar el contrato y haber cobrado un dinero por adelantado, me llama mi representante y me dice que salga corriendo del país. Tuve que devolver el dinero para que me dieran el tránsfer". No tardó en enmendar el error su agente, que en cuestión de horas le encontró otro destino exótico: el Maccabi Herzliya, de la primera israelita. "A nivel personal es donde mejor he estado. La vida en Tel-Aviv es increíble. Me adapté muy rápido. Tenía mi casa al lado de la playa, mi coche, tenía todo a mano". "Empecé bien, pero luego vino otro entrenador y cambió todo. Él quería traer a sus jugadores para sacar comisión y me echó en enero. Así funciona el fútbol en muchos sitios". Tras quedarse colgado y descartar una oferta chipriota, el de Errenteria volvió a España para completar la temporada en el Melilla, de Segunda B.

breve paso por inglaterra

Swindon

Después, Ibon recibió una propuesta para jugar en el Swindon, de la tercera división inglesa. "Fui con muchas ganas porque un exdirectivo del Estoril me comunicó que iba a comprar el club y me fichó por dos años". Ibon empezó la liga jugando, pero el empresario luso se echó atrás en la compra y eso le relegó al ostracismo: "El entrenador luego ya no quería contar conmigo y me vi apartado. Me pagaban, no me hicieron ningún feo, pero me habían puesto la cruz sin tener yo culpa".

rumania, último destino

C.S. Pandurii

Así, al margen, aguantó hasta enero cuando, de nuevo, una llamada de Portugal le brindó una salida: "Me llamó un representante diciéndome que un entrenador luso había fichado por el Pandurii (de primera división) de Rumania y que me quería probar". No me costó decidirme. Me pagaron un vuelo y me planté allí, ni siquiera miré antes en Internet dónde estaba el sitio. Menos mal que no lo hice". "Aterricé a las doce de la noche y me vino a buscar un hombre en un coche lamentable. La ciudad estaba a unos 300 kilómetros de Bucarest y las carreteras eran un desastre. Al llegar a Targu Jiu estaba todo nevado y parecía que habíamos retrocedido en el tiempo cien años". Arrieta superó la prueba, se quedó y, a pesar de lo inhóspito del lugar, consiguió adaptarse: "Al principio fiché para cuatro meses. Cuando llegué nadie creía en la salvación del equipo, pero encadené tres partidos metiendo goles decisivos y el presidente se volvió loco y me ofreció cuatro años. Yo no pensaba estar allí mucho tiempo, pero con 31 años me propusieron el mejor contrato de mi carrera y firmé".

Pero como ya había comprobado Ibon en Herzliya, Logroño y Swindon, en el fútbol ni siquiera un contrato firmado es una garantía. "Al principio de la segunda temporada tuve que operarme de osteopatía de pubis y me volví porque no quería hacerlo allí. Me recuperé en mes y medio, pero al volver había otro entrenador. Pasan dos temporadas en las que no juego mucho y el verano del año pasado me rescinden el contrato cuando me quedaban otros dos más. Por eso estamos de juicio".

Enquistada la relación con el Pandurii y, a la espera de una resolución judicial, Ibon se encuentra sin poder jugar al tener la ficha retenida en Rumania: "La pasada temporada, de agosto a enero, estuve entrenando con el Berio y luego volví al Pandurii para entrenar con el filial hasta junio. Ahora estoy en Málaga, donde he abierto un negocio, y entreno allí con un equipo, pero no puedo fichar por ningún club". "Ya tengo 34 años y llevo un curso inactivo. Pero no cierro las puertas a nada. Tras de la carrera que he hecho no puedo acabar así, tengo que acabar metiendo goles en algún sitio".