REAL MADRID: Casillas; Ramos, Albiol, Carvalho, Arbeloa (Min. 70, Pepe); Lass, Granero (Min. 58, Higuaín), Khedira; Ozil, Adebayor y Di María (Min. 70, Canales).
SPORTING: Juan Pablo; Lora, Botía, Iván Hernández, Canella (Min. 5, Jose Angel); Rivera, Nacho Cases; De las Cuevas, André Castro (Min. 58, Eguren), Nacho Novo; y Barral (Min. 75, Sangoy).
Gol: 0-1. Min. 78; De las Cuevas.
Árbitro: José Luis González González, del comité castellano-leonés. Mostró tarjeta amarilla a Jose Angel (Min. 39), Sergio Ramos (Min .43), Di María (Min. 63), Lass Diarra (Min. 73), Juan Pablo (Min. 82) y Nacho Novo (Min. 85).
Estadio: Santiago Bernabéu. 77.000 espectadores.
bilbao. La conspiración interplanetaria, el JFK de Mourinho, era Manolo Preciado y el Sporting, capaces de dinamitar la Liga en el Bernabéu, donde el Real Madrid se postró por vez primera en el curso, dice adiós al título, y ennegreció el mastodóntico récord del técnico portugués, que no conocía la derrota en los últimos nueve años como local. El motín valiente del Sporting y el bingo que gritó De Las Cuevas en Chamartín no fue capaz de intuirlo el plenipotenciario Mourinho, ocupado durante semanas en sembrar la competición de un debate insidioso, torticero, trampeado y de rasgos paranoides para excusarse del fútbol y de la cuenta de resultados que le alejan inevitablemente del Barcelona.
Resguardado en el burladero de la artillería mediática que le sirve de caja de resonancia para vertebrar un discurso dañino y malintencionado, Mourinho, que en su misión encontró hasta el barniz de Florentino Pérez a la hora de alimentar su demagógico argumento, ese que sitúa al Real Madrid como la mayor de las víctimas, elevado a rango de mártir, no supo combatir el arrojo del Sporting, al que trató como a un equipo menor. Volvió a fracasar Mourinho al radiografiar al rival, competente, lúcido y convencido. Le sucedió anteriormente ante Levante, Osasuna y Deportivo y Almería, sepultureros del Real Madrid.
gana el fútbol Cuando habló el fútbol, cuando el pulso salió de la sala de prensa para posarse sobre el césped, calló Mourinho, nuevamente retratado desde la alineación de aspecto siderúrgico y perfil funcionarial que plantó sobre el Bernabéu. Sancionado Xabi Alonso, el ideólogo de los madridistas, el Real Madrid se quedó a oscuras, jugando entre tinieblas frente a un rival encendido en el orgullo desde meses atrás, cuando Mourinho señaló con el dedo índice la presunta deslealtad de Manolo Preciado por no alinear a sus mejores pretorianos frente al Barcelona en el Camp Nou. Aquel día, el Sporting cedió por un 1-0 ante los azulgranas, siempre en dificultades. La carga emocional impulsó a los gijoneses, solidarios y ordenados ante un Madrid chato en el ataque.
Pensó Mourinho que le bastaría con el músculo y la pierna fuerte de Lass y Khedira y la electricidad de Di María y Özil para despeñar al Sporting, un equipo que tiene más fútbol del que muchos creen y que se juega la vida cada tarde. Al Madrid no le alcanzó con esa fórmula ni con la reaparición de Higuaín porque el Sporting siempre le aguantó la mirada, incluso en el clásico toque de corneta de los blancos, más tiesos si cabe después de que De las Cuevas despachara a Iker Casillas a apenas diez minutos del final en los que el Madrid se colgó del área de Juan Pablo. Sucedió que la muchachada de Preciado repelió la épica de los madridistas y los gestos de Mourinho, rey pasmado ante el Real Sporting.