bilbao. El comienzo ha sido tan bueno que debe lanzar un día sí y otro también mensajes de prudencia al entorno osasunista para recordarle que le han contratado porque el club está crisis. Que el triunfo ante el Espanyol sabe a miel, pero solo se trata del primer desafío de una tumultuosa pelea, con nueve equipos implicados, por eludir el descenso. Mañana le aguarda en Valencia el Levante, que también está en el mismo empeño, y Osasuna lleva más de un año sin ganar fuera del Reyno de Navarra.
Lo que sí es cierto es que José Luis Mendilibar (Zaldibar, 1961) ha provocado una especie de catarsis en la entidad rojilla. Los jugadores se enfrentaron al Espanyol con arrojo y codicia. La hinchada coreó con entusiasmo su nombre y el recuerdo de José Antonio Camacho, su antecesor, se esfumó de inmediato como una lejana pesadilla.
A esto se le llama debutar con buen pie: Osasuna pasa de ser una ruina a golear al Espanyol.
Y si hubiéramos dejado algún gol para el domingo siguiente, aún mejor.
Mendilibar alinea a Calleja, un olvidado de Camacho, y "se sale". Nekounam, parecía otro, de lo supermotivado que estaba. Sale Soriano desde la suplencia da un gol y marca otro. ¿Cuál es la explicación?
Son jugadores con los que contábamos. Además, teníamos bajas. Con solo cuatro días de entrenamientos, simplemente salió todo bien. Sobre todo por parte de los jugadores, que entrenaron muy bien, centrados y querían jugar este partido a tope. Tuvimos la suerte de meter el primer gol demasiado pronto y, a partir de ahí, todo salió redondo. Los jugadores salieron con muy buena actitud.
Entonces, ¿es cierto que Camacho era un problema y que los futbolistas le "hicieron la cama"?
Eso es especular. Cuando echan a un entrenador siempre se dice que la plantilla no ha estado con él. Pero son los resultados los que mandan. Cuando a mí me echaron del Valladolid íbamos para abajo, los resultados no eran buenos. Es lo que manda, y no es toda la culpa del entrenador.
Pero en Valladolid despidieron a Mendilibar entre llantos de jugadores y aficionados y en Iruñea le han recibido como a un héroe. ¿Qué les da?
En Valladolid fueron tres años y medio con muy buenas cosas. El primero, sensacional, con el ascenso a Primera; los dos siguientes manteniéndonos a duras penas. En ese sentido, prensa y público estaban contentos con lo que se hacía. Pero el último año no fue tan bueno. No salieron bien las cosas. Hicimos demasiados cambios de jugadores y, al final, pasó lo que pasó.
Pero en el Reyno de Navarra corearon "¡Mendilibar, oé, oé, oé...!"
Hacía tiempo que en Pamplona no se daba ese resultado. Es hasta normal. Y además vieron un partido tranquilo, sin agobios, en mucho tiempo.
En consecuencia, ¿preocupa que pasen tantas cosas buenas, que se desate la euforia cuando la dura pelea no ha hecho más que empezar?
Está bien que el público esté eufórico. Pero a nosotros (los jugadores y técnicos) la alegría nos tiene que durar dos días. Y a partir del miércoles, a pesar en el siguiente partido, contra el Levante. Vamos a tener que correr un montón para ganar. Los profesionales debemos mantener la calma.
Y además es un rival directo, y Osasuna no gana fuera desde hace un año y un mes. Romper esta inercia parece reto de envergadura.
Todos los puntos son igual de válidos, pero si sumamos ante el Levante nos daría mucha tranquilidad para los próximos partidos. Le dejaríamos atrás y romperíamos una barrera que preocupa. Vamos a ver como sale.
Uno, dos, hasta cuatro goles al Espanyol y Mendilibar ni se inmutó: ni un solo gesto de festejo o alegría. ¿Está hecho de hielo?, ¿en qué pensaba?
La alegría va por dentro. Pero en ese partido no la demostré de cara al público. Sabes en qué situación llegas al equipo, que necesita ganar como sea. Pensaba en lo que tiene que venir. También es la presión. Y que el primer gol llegó muy pronto.
Y lo que ya pasó, aunque algún día puede regresar, es el Athletic (temporada 2005-06). ¿Tiene una espina clavada por aquel fracaso?
No... Fue la experiencia con la que más aprendí, porque cuando las cosas no salen bien te pones a pensar: qué ha fallado, qué ha podido pasar... En ese sentido, la experiencia me hizo madurar y me hizo más fuerte. Yo había entrenado en equipos pequeños, en Segunda B, al Eibar en Segunda y, de repente, me presento en el Athletic, un histórico. Quizás pagué no sé si la inexperiencia, pero me vino muy bien, porque luego fui a Valladolid e hice cosas muy buenas. En mi carrera profesional, mi único año malo ha sido el del Athletic. La pena es que fue en casa, que eso es bastante más triste que si te ocurre fuera.
Qué pasó, ¿acaso le desbordó entonces la situación?
No... Creo que en ese momento actué en función del equipo que tenía y las posibilidades que me daba su juego. Quizás ahora, si se me presentara la misma posibilidad, habria hecho otras cosas, o contratado a otros jugadores, o intentado otras fórmulas. Pero sí habría actuado de forma diferente después de haber pasado por Valladolid y la experiencia adquirida. Entonces... no sé si no estuve acertado o me pudo la inexperiencia de estar en un equipo grande.
El equipo actual, en cambio, ¿le parece que es mucho mejor?
Hay muchos jugadores de entonces, pero con más años en Primera División. Varios de los jugadores que mejor andan y llevan el peso del equipo tienen más experiencia. Están más maduros. Fernando Llorente entonces tenía 20 añitos y conmigo jugó casi todos los partidos porque se lesionó Urzaiz. Teníamos menos recambios que ahora y la gente estaba menos hecha. Pasó, y punto, y no vamos a echar la culpa a los jugadores porque todos tuvimos la culpa en aquel momento.
Ahora, con más experiencia y currículo, ¿Tiene esperanzas de volver?
No pienso en eso. Estuve a gusto en Valladolid y estoy a gusto en Pamplona. Sé que volver a casa a entrenar sería difícil, y no solo por mí, sino por la familia, porque en todo momento te preguntan, tanto a mí como a mi familia, cómo van las cosas, como lo haces. A mí no me importa tanto, pero a mi familia...
¿Su familia también acusó la presión por entrenar al Athletic?
Sí. En ese sentido es mejor que yo esté un poco alejado de aquí. Por todo. No sé si es presión la palabra, pero es que el Athletic cala mucho, los amigos... En ese sentido estoy mejor fuera, o un poco lejos para poder hacer las cosas con mayor tranquilidad.
Entonces, para eso, mejor ni volver...
No... No digo que sí me gustaría (volver), pero tampoco digo que no. Al revés. Si surge la ocasión y yo, en ese momento, creo que puedo aceptar el compromiso, pues por supuesto que sí. Pero vamos a darle tiempo a esto y a ver lo que pasa.
Regresemos al presente. ¿Ve a Osasuna con capacidad para vivir tranquilo en Primera o por lo menos evitar el descenso?
Con tranquilidad, no. Con tantos equipos implicados en eludir el descenso nos tocará sufrir, pero creo que tenemos equipo para mantenernos. Pero en Málaga seguro que piensan lo mismo, y están últimos. Creo que podemos salir porque tenemos equipo, afición y un campo donde a los rivales les será difícil sacar puntos.