Hasta hace una año, un partido de Copa, y más frente a un rival de Segunda División B y encima en los dieciseisavos de final, habría significado para el Real Madrid y su poderoso entorno mediático un mero trámite al que apenas se le da importancia. Sin embargo desde hace un año, desde el famoso Alcorconazo, el torneo de Copa ha tomado para el club blanco otra dimensión.

La humillación sufrida frente al modesto equipo del sur madrileño (4-0) provocó una expectativa nueva, no exenta de morbo, ante el partido contra el Real Murcia (0-0), también de Segunda B, pero además apareció una nueva variante: Mourinho.

El plenipotenciario entrenador del Real Madrid está decidido a hincarle también el diente a esta competición, que el equipo merengue no gana desde hace 17 años, y para motivar a sus jugadores y lanzar un guiño populista a la afición amenazó las vísperas del partido con castigar a los jugadores que no se impliquen. Las advertencias iban dirigidas, especialmente, a un hombre: Karim Benzema, el abúlico delantero francés a quien Mou quiere recuperar para la causa madridista.

Es una cuestión personal. Casi una obsesión. Durante la pretemporada fue su sombra, reprendiéndole su indolente actitud como si fuera un niño. "El problema de que no juegue Benzema es Higuaín", resumió el técnico luso el pasado lunes, horas antes de jugar ante el Murcia. La víspera de concederle al delantero galo la tercera oportunidad, anunciada a bombo y platillo como las dos anteriores, para emplazarle públicamente a que demuestre que tiene un lugar en el Real Madrid, a que tiene orgullo y amor propio.

Y tampoco. Al minuto 62 del encuentro, Mourinho sustituyó a Benzema, después de completar una gris actuación, por Higuaín. En los dos anteriores avisos, contra el Auxerre (0-1), en la Champions, o en Málaga en Liga (1-4), también salió de titular y tampoco funcionó la estrategia.

El único gol que lleva anotado en esta campaña lo consiguió ante el Espanyol (6-1), pero logrado en los minutos de la basura. El pasado sábado, en el encuentro liguero ante el Racing (6-1) disputó el tramo final y fue recibido por la hinchada blanca con pitos, y eso que estaba eufórica con la exhibición de su equipo. Y si la hinchada no le tolera, la prensa madrileña ya le ha sentenciado. El diario Marca titulaba ayer: Está muerto. Así de rotundo.

Fichado hace dos temporadas con toda la parafernalia que Florentino Pérez dedica a sus galácticos, Karin Benzema costó al Real Madrid 36 millones de euros. Venía avalado por la extraordinaria capacidad goleadora mostrada en el Olympique de Lyon y, dada su juventud (22 años), barruntaba las mejores expectativas. En su primera temporada, Manuel Pellegrini le aguantó hasta que no pudo más, acuciado por los resultados. Higuaín, por detrás en el escalafón, le quitó el puesto. Cuestión de eficacia. A Benzema, para colmo, también le salpicó el Alcorconazo.

Desde entonces, al francés se le espera, sobre todo porque la soberbia de Mourinho es grande. El problema es que, en cuando diga ¡vasta!, la alternativa para su recambio está marcada. Se llama Fernando Llorente y juega en el Athletic.