Bilbao
la gran fiesta del fútbol europeo congrega en el Santiago Bernabéu a dos equipos de rancia solera, como son el Inter de Milán y el Bayern de Múnich, pero sobre todo está protagonizada por la presencia en cada banquillo de dos de los técnicos más orgullosos y creídos que hay en el mundo, pero capaces, eso sí, de conducir a sus respectivos equipos, y contra pronóstico, hasta la meta más alta imaginada.
Además de la imagen de bien pagados de sí mismo que ambos irradian, a Mourinho y Van Gaal les une un pasado común, cuando coincidieron en el Barcelona hace trece años, el uno como maestro, Van Gaal, y el otro como pulcro, atento y discreto discípulo.
Semejante antecedente, sobradamente conocido, fue tomado muy en cuenta ayer por el entrenador holandés, que en Múnich tiene fama de irónico y de lanzar mensajes indirectos con cierta dosis de veneno, para aventurar que Mourinho triunfa por haber seguido parte de sus consejos, entre los que no está el estilo Barça, es decir, fútbol ofensivo y de buen ver.
"Cuando me llamó el Barcelona en 1997", recordó Van Gaal, "me reuní con Núñez (entonces presidente culé) , Bobby Robson (entrenador) y José Mourinho (ayudante de Robson) y me dijeron que yo iba a ser el entrenador. Fue una gran sorpresa. En principio me ocuparía de la cantera pero ahí me dieron la primicia de que en realidad entrenaría al primer equipo... Mourinho, que tampoco lo debía saber, estaba enfadadísimo. ¡Gritaba!. Yo no sabía nada de él pero descubrí que ya entonces era The Special One. Al verle tan furioso pensé que este hombre tenía algo. Por eso lo contraté. Ésa era mi filosofía", señaló.
"Mourinho entonces tenía 35 años. Empezó haciendo los análisis del equipo y me hizo los informes de los rivales", recordó ayer Van Gaal. "Ya entonces se veía que era muy bueno. Sabía mucho de fútbol. Era tan bueno que yo hice con él, algo que no hago nunca: durante algunos partidos lo invité a que tomara decisiones tácticas. Y lo hizo muy bien. Luego decidió seguir conmigo de segundo, pudiéndose marchar a otros clubes. Creo que aprendió algunas cosas de mí, pero nunca imaginé que llegaría a convertirse en el entrenador que es hoy".
"No sabría decir qué aprendió de mí exactamente", reflexionó Van Gaal, "porque ahora no le veo entrenar. Solo sé que sabe de táctica porque sabe cómo resolver problemas durante los partidos y domina el arte de la persuasión porque es un maestro para convencer a los jugadores".
Van Gaal estaba tan satisfecho de su magisterio que incluso accedió a compararse con su discípulo. "Yo soy más atacante", dijo. "Quiero que mi equipo juegue en campo contrario. Mourinho cambia más. Sólo piensa en el resultado. Mi filosofía es que hay que jugar para el público. Por eso tenemos que jugar también un fútbol atractivo".
Un placer La respuesta del técnico luso fue cuando menos elegante, reconociendo su ascendente holandés.
"Lo más importante es que ha habido tres años que trabajamos juntos y mi casa y la suya estaban a cincuenta metros de distancia por lo que trabajamos 24 horas juntos. Fue una relación especial para mí. Tener confianza en el colaborador de otro entrenador y confiar y dejar la confianza en alguien como yo me halagó mucho. Fue un placer trabajar con él".
"Trabajaba como un animal, mucho, pero con mucho placer y aprendí de él. Y una de las cosas que aprendí es que para llegar hay que trabajar mucho. Sólo puedo decir cosas buenas de aquella época. Parece que fue ayer, pero han pasado trece años. No me olvido de esa época, ni de esa persona, que fue maravillosa conmigo", recalcó Mourinho, que sin embargo se mostró en desacuerdo con los que le catalogan de técnico defensivo. Incluso con el propio Van Gaal.
"Van Gaal, creo, no ha visto muchos partidos del Inter y eso es una contradicción en relación a cuando trabajábamos juntos, que veíamos muchos partidos. Parece que sólo ha visto el Barcelona contra el Inter, pero no el Inter-Barcelona o contra el CSKA Moscú", dijo Mourinho con ironía.
el futuro madridista Pero el técnico portugués tenía otro frente mucho más candente, capaz de desplazar a un segundo plano el monumental reto furbolístico contra quien fue su maestro: su inminente destino, el Real Madrid. Un secreto a voces. Tanto que nadie pone muchos reparos por ocultarlo. Mourinho, simplemente, divaga.
"Del Real Madrid sólo conozco la historia. No se cual es la filosofía o las pretensiones del actual, de la directiva. Y ahora no me preocupa, porque sólo me ocupa el Inter. Sé que son personas abiertas y simpáticas y el Inter se ha encontrado cómodo aquí. Gracias por eso", dijo Mourinho, que rechazó sentir presión alguna por la final.
"No tengo presión en absoluto. La presión la voy a sentir mañana. Me conozco perfectamente. El día antes y el día del encuentro me conozco y sé lo que va a suceder. Mañana se me acelerará un poco el corazón. Es mi hábitat natural".
"Lo que se habla del Madrid no es un problema para mí, porque el que juega la final de una Liga de Campeones no puede pensar en otras cosas. Sólo pienso en el partido de mañana como un sueño. Después del partido, vida nueva para todos", dijo Mourinho, que se convertirá en el entrenador mejor pagado del mundo. Otra cosa es saber si en su filosofía resultadista tendrá cabida el sentido del espectáculo.