BILBAO. Responde Javier Clemente (Barakaldo, 1950) al teléfono con su laconismo y franqueza característicos desde la habitación del hotel en que reside desde que una fría mañana de abril fuera presentado como el tercer entrenador del curso (tras Mendilibar y Onésimo) de un Valladolid prácticamente desahuciado. Siete puntos le separaban de la salvación con tan sólo 24 en juego, una distancia en apariencia insalvable. "El último atraco de Clemente", pensó más de uno, y apoyó su opinión en la deriva hacia la condición de abogado de causas difíciles y desesperadas que está adoptando en los últimos años la carrera del técnico vizcaino. Pero resulta que, a las órdenes de Clemente, el Valladolid ha sumado 12 puntos en siete jornadas (cuarto mejor equipo en ese periodo) y afronta la última jornada fuera de los puestos de descenso. El problema es que se la juega en el Camp Nou ante un Barcelona que pelea el título, y que una derrota fiaría la salvación pucelana a una carambola inverosímil. "Pero no voy entregado", avisa.

¿Empezamos?

Estoy ya cansado y aburrido de periodistas... Venga, dale.

Pero eso es bueno, ¿no? Si a uno le llaman es señal de…

Pues no, para mí no.

Ha vuelto usted al primer plano.

Yo he estado siempre en el plano que me quieren poner. Yo me limito a trabajar. He ido a equipos que estaban en muy malas condiciones, uno de ellos el Athletic, y al final me echaron también de allí…

Ha salvado usted a otros equipos en situaciones límite: Athletic, Real, Olympique de Marsella… ¿Es ésta la más difícil de cuantas ha afrontado?

Sólo faltaban ocho partidos y estaban muy abajo... Sí, es la situación más delicada que he vivido.

¿Por qué aceptó un reto tan difícil?

Porque me gusta entrenar. Intenté entrar en el Athletic pero no me eligieron, eligieron a Irureta. Estaba sin entrenar, me ofrecieron venir y vine: al extranjero no quería ir.

Salvar al Valladolid, ¿le permitiría ganarse el reconocimiento de quienes aún cuestionan su valía?

No me preocupa. Ya soy mayorcito para entrar en esas cosas.

¿Cómo lo ha hecho?

¿El qué?

Sacar en siete partidos al Valladolid, un muerto andante, del descenso.

Trabajando, yo y el equipo.

Pero habrá más. Supongo que con Mendilibar y con Onésimo los jugadores también trabajarían...

Yo de eso no voy a hablar.

¿Cuál es la clave?

Trabajar y hacerlo bien. El equipo lo ha hecho bien y ha ganado, ya está.

Pero usted algo habrá aportado.

Analicé la plantilla y vi que el equipo tenía unas características que tenía que aprovechar, independientemente de que sean más bonitas o más feas para el fútbol.

Supongo que se refiere a la defensa. Hasta que llegó usted, el Valladolid encajaba 1,9 goles por partido (57 en 30 encuentros); con Clemente, recibe 0,7 goles (5 dianas en 7 choques).

No lo puedo decir.

Llegan con opciones a la jornada final.

Y teníamos que llegar salvados porque el equipo tenía que haber ganado en el Vicente Calderón [perdió ante el Atlético por 3-1]. No hicimos gol en la primera parte y nos vimos abocados a la derrota.

Decir que uno depende de sí mismo cuando visita el Camp Nou, ¿es mucho decir?

(Ríe) Es verdad, pero es una verdad muy complicada. Jugamos en el campo del mejor equipo. Es un partido muy difícil, pero no nos entregamos. Yo no voy entregado. Las pocas o muchas posibilidades que tengamos, las vamos a pelear.

Si pudiera, ¿cambiaría el calendario?

Claro. Jugaría en el campo del último, el Xerez. No, no, jugaría en San Mamés: el Athletic no se juega nada.

¿Cuántas veces ha maldecido el calendario?

Ni una. Yo fiché para ocho partidos, y al llegar dije: "Ojalá vayamos al Camp Nou con opciones de permanencia". Y eso lo hemos conseguido.

Para más inri, el Barça se juega la Liga con el Madrid.

Nos habría gustado que, como el año pasado contra Osasuna, el Barça fuera ya campeón.

Así que el sábado iba usted más que nunca con el Athletic…

Sí, pero tras la expulsión, con uno menos tantos minutos, pararle al Madrid era ya muy difícil.

Por cierto, ¿lo de Amorebieta es roja?

No, para mí no,

Antes de que le saliera lo del Valladolid, ¿pensó en la retirada?

No, nunca.

¿Le da morbo verse inmerso en la lucha Barcelona-Real Madrid?

Morbo ninguno. Lo que me da es más trabajo.

A muchos sí les da morbo la posibilidad de que usted pueda darle la Liga al Madrid, un club con el que no mantiene un idilio que se diga.

Yo trabajo para el Valladolid, no para el Madrid.

Sólo el Villarreal ha puntuado este curso en el Camp Nou.

Ni lo sé ni me preocupa.

¿Qué es más práctico en el Camp Nou: rezar o sacar el autobús?

Jugar muy bien. Si no juegas muy bien, pierdes. El Barça suele hacer goles, así que nosotros tenemos que pensar en hacer más goles que ellos.

¿Ve factible perder en el Camp Nou y salvarse?

Muy complicado, porque todos los papeles dicen que el Racing le va a ganar al Sporting. ¿Por qué? No sé.

¿Habla de primas a terceros?

Yo no quiero saber nada de ese tema.

¿Y de los árbitros?

Los árbitros son lo que son: los hay buenos y menos buenos. Si tienes mala suerte y te toca uno menos bueno, apaga y vámonos.

Dicen que el "villarato" garantiza la victoria y el título al Barcelona.

Eso del villarato es una estupidez. Lo inventó el As. Villar no toma parte en ninguna decisión arbitral.

El sábado le echaron una mano a su equipo: ese penalti de Christian...

Pues para mí fue penalti.

En las siete jornadas que lleva usted, el Valladolid es el cuarto mejor equipo de la Liga. ¡En Champions!

Ésa es otra tontería. La Liga no tiene 7 partidos sino 38. Son piropos que no sirven de nada. Yo no estoy para piropos, sino para trabajar.

Si el Athletic hubiese sumado esos puntos, estaría luchando por la Champions. ¿Qué le ha pasado?

Yo le he visto mal en el tramo final, y además nos ha perjudicado mucho.

¿Al Valladolid?

No ha sido capaz de ganar ni al Zaragoza ni al Málaga. Les he visto mal Llevaban una línea buena, pero en los últimos partidos han fallado.

¿Cuál es su teoría?

La plantilla quizás sea demasiado corta y comenzaron muy pronto.

Si salva al Valladolid, ¿seguirá ahí?

No lo sé, no tengo firmado nada. Mi contrato termina el domingo.

¿Cómo se para a Messi?

Evitando que le llegue el balón. Si le llega el balón, es complicado pararle. Pero algo haremos, ¿no?