BARCELONA: Valdés; Alves, Piqué, Puyol, Maxwell; Touré, Sergio Busquets (Ibrahimovic, Min. 66), Iniesta (Bojan, Min. 88), Pedro, Messi y Henry (Milito, Min. 78).
STUTTGART: Lehmann; Celozzi (Gebhart, Min. 46), Niedermeier, Delpierre, Molinaro; Kuzmanovic, Khedira; Trasch, Hleb; Cacau y Pogrebnyak (Marica, Min. 70).
Goles: 1-0, Min. 14: Messi. 2-0, Min. 22: Pedro tras jugada de Messi. 3-0, Min. 60: Messi culmina una jugada colectiva. 4-0, Min. 89: Bojan a pase de Ibrahimovic.
Árbitro: Alain Hamer (Luxemburgo). Cartulina amarilla a Lehman (Min. 43), Pogrebnyak (Min. 45), Kuzmanovic (Mi. 54).
Estadio: Camp Nou, 88.543 espectadores.
bilbao. La mejor versión de Messi, es decir, la de un auténtico genio futbolístico, volvió a asomar ayer en el Barça en un momento delicado y tan decisivo como es la aventura europea, sobre todo después de que las eliminaciones del Real Madrid y Sevilla frente a rivales en teoría inferiores pusieran sobre aviso el más optimista de los hinchas culés.
Messi hizo de Messi y en consecuencia actuó como el mejor jugador del mundo. Por si fuera poco, Messi también hizo de Xavi, pisando su territorio y enviando pases letales, con lo cual fue el acabose, sobre todo para el Stuttgart, que no tuvo opción ni de hacerle cosquillas al equipo azulgrana, a quien además le funcionó a la perfección su sistema defensivo. Tanto es así que el meta Valdés prácticamente acabó el partido inédito.
El equilibrio entre el mago del balón y demás insignes seres futbolísticos que habitan en el microcosmo barcelonista y una atención poderosa en la contención terminaron por demoler a goles al equipo alemán y recuperar los aromas del mejor Barça, aquel que hace unos meses pulverizó todos los récords.
La buena noticia pilló a traición al Stuttgart, que afrontó el encuentro sin complejos. En vez de encogerse e intentar pillar a su rival al contragolpe, los alemanes apostaron por el intercambio de golpes y al cuarto de hora ya estaban noqueados. Fue un directo a la mandíbula del poderosísimo Messi, apodado el pulga, pero campeón de los pesos pesados. Rodeado de cuatro fubolistas rivales cogió el balón al borde del área y lo metió por la escuadra de Lehmann. Ocho minutos después, Messi se transfiguró de Xavi, aunque no hacía falta, y metió un pase interior que, tocado por Henry, terminó convertido en gol por Pedrito.
El partido, la eliminatoria en suma, estaban ya liquidadas a tan temprana hora. No cabía imaginar otro escenario ni situación. Messi estaba inspirado y, además, irradiaba a sus compañeros su irresistible encanto. El Barça era una máquina de generar fútbol. Pedro e Iniesta abrieron el terreno de juego por las bandas y la ofensiva azulgrana penetró por todos los poros de la piel teutona.
Henry volvió a jugar de delantero centro, en detrimento de Ibrahimovic. Todo un aviso de Guardiola al fichaje y un signo de apoyo total hacia el jugador galo, a quien está decidido en recuperar como sea para la causa azulgrana.
La segunda parte fue más de lo mismo. Messi anotó el tercero, culminando una soberbia jugada colectiva iniciada por el duende argentino. Messi, incluso, se permitió el lujo de marrar un puñado de goles.
El partido estaba para repartir bendiciones por todos sus costados. Bojan sustituyó a Iniesta en el minuto 88. Tuvo tiempo de firmar el cuarto gol con una sonrisa inmensa.