BILBAO. Al Barcelona le sobra juego pero le falta disparo y acierto. Algo de lo que no duda ni su propio entrenador, aunque desde que el Getafe cayó en el Camp Nou el 6 de febrero (2-1) -pese a las expulsiones de Piqué y Márquez-, en el entorno culé se sospecha que empiezan a cundir las recomendaciones de la caverna mediática, es decir, que el victimismo de la prensa afín al Real Madrid está pasando factura al conjunto blaugrana. El arbitraje de Clos Gómez en Almería, echando a Guardiola e Ibrahimovic de forma muy rigurosa, casi imaginaria, así lo corrobora.
"Pitas todo al revés, no te enteras de nada", recogió en su acta el colegiado como motivo de la segunda roja que el de Santpedor ha visto en Liga (sumando la del pasado curso ante Osasuna) y la tercera desde que es entrenador del primer equipo, contando la sufrida en Champions ante el Bayern. Guardiola se ha visto en la tesitura de tratar la cuestión arbitral desde el arranque de la temporada: en cada una de sus ruedas de prensa ha surgido la pregunta acerca de los presuntos favores arbitrales en virtud de una conspiración federativa. Pero siempre ha echado balones fuera al hablar de los árbitros como un "elemento" más del juego. "No existen, se equivocan y aciertan como todo el mundo", insistía. Eso sí, a su vez ha trasladado que los éxitos son fruto de "mucho esfuerzo". Ahora bien, poco a poco, el míster se ha ido percatando de que lo de ir de bondadoso no ha hecho más que surtir el efecto contrario. "Que no hablemos de los árbitros no quiere decir que no nos demos cuenta de lo que sucede", introdujo recientemente.
"el "villarato" está instaurado" A nadie se le escapa que la expulsión del pasado sábado no es sino la revancha de lo ocurrido una semana antes en el partido ante el Málaga, cuando Pep se acercó a Rubinos Pérez y, según dicen, le demandó "respeto" para sus jugadores. Guardiola afirma que sólo le pidió perdón por haber aplaudido con ironía una de sus decisiones. El incesante eco mediático durante los días posteriores parece que ha hecho el trabajo correspondiente. Y Pep, aunque no quiere revuelo, ya ha puesto el punto sobre las íes. "El Villarato está instaurado en esta Liga y ya no podemos hacer nada; no hay vuelta atrás". Quienes bramaban, ahora enmudecen.
Y mientras Laporta se decanta por hablar del "orgullo" que siente por los jugadores y por la afición "que está con nosotros en los momentos de mayor dificultad"; Begiristain es quien ya no se muerde la lengua. "En los campos escuchamos gritos con cada jugada. Unos gritos creados desde fuera del estadio", dice en alusión a ciertos medios. Atisba una mano negra. ¿Mano blanca?