Cuernos al gran capitán
La relación de Terry con la novia de su amigo Bridge deja al central sin el brazalete de Inglaterra
Bilbao
la prensa sensacionalista ya ha ofrecido 300.000 euros a la ex modelo francesa de ropa interior Vanessa Perroncel para que cuente los detalles de la escabrosa historia. Max Clifford, su publicista, espera pacientemente a que las aguas, y las ofertas, se agiten todavía más. Sobre esas aguas turbulentas navega la prensa amarilla británica, que ha hincado los dientes en la suculenta historia de cornamentas y ya se sabe que no soltará la presa hasta que sólo queden despojos humanos.
El cruzado mágico tiene todos los ingredientes: las infidelidades que gravitan sobre John Terry, capitán del Chelsea y hasta el pasado viernes de la selección inglesa, un curtido defensa central de turbio pasado que ha cruzado la imaginaria raya que separa lo que puede considerarse un mero lío de faldas con los códigos del honor. Y así se lo hizo ver Capello, entrenador de los pros, que le arrebató el brazalete de capitán. Fabio, al servicio de Su Majestad. "Tomé esta decisión tras meditarla largamente. La tomé por el bien de todo el equipo de Inglaterra". La resolución formal del asunto la adoptó Fabio Capello, que tuvo que dejar su domicilio de Suiza, para trasladarse con urgencia a Londres donde debía apagar el incendio creado por el affaire Terry. El técnico italiano aseveró sobre el defensa central que "como capitán del equipo ha tenido un comportamiento extremadamente positivo". "Sin embargo, he tenido en cuenta otras consideraciones y lo que es mejor para la selección inglesa. Lo que es mejor para el equipo es lo que ha inspirado mi decisión y John Terry ha sido el primero en conocerla", explicó. El ya ex capitán señaló mediante un comunicado que respeta "totalmente la decisión de Capello" y que seguirá "dándolo todo por Inglaterra".
Porque un hombre que ha sido capaz de traicionar a Wayne Bridge, uno de sus mejores amigos, acostándose con la que entonces era su novia, no merece el privilegio de portar el brazalete de la selección inglesa, un símbolo para el país que inventó el fútbol y donde aún se refugian buena parte de los valores tradicionales de la sociedad británica. Porque no sólo se trata de una cuestión de honor. En vísperas del Mundial de Sudáfrica, Inglaterra vibra como nunca con su selección, una de las favoritas, y el problema se traslada al seno del equipo. Ofensor y ofendido forman parte del equipo nacional, lo cual puede distorsionar la camaradería y sosiego necesarios para afrontar el gran reto futbolístico.
el escándalo Quedan muchos detalles por esclarecer. Entre otras cosas porque ninguno de los protagonistas ha dado su versión y porque los hechos se saben sólo gracias a un dictamen judicial que ha levantado la prohibición de informar sobre el escándalo. Sí se sabe de sobra la gran amistad que unía a Wayne Bridge y John Terry, fraguada durante los cinco años que convivieron en el vestuario del Chelsea.
Terry, de 29 años, tiene fama de mujeriego y bebedor y de haber engañado repetidamente a Teri Poole, que aún es su esposa, con varias mujeres, incluso llevándolas al piso de Bridge, antes de que ambos se casasen en 2007. Pero el escándalo estalla justo cuando Terry y Poole tienen dos gemelos de tres años y el defensa del Chelsea ha sido nombrado, paradójicamente, Papá del Año por participar en una campaña con el eslogan "Cambio pañales. Soy un padre normal". Hasta que fichó en 2008 por el City, Bridge vivía en la misma urbanización que Terry, e incluso ambas parejas compartían planes de ocio. Pero cuando Bridge y Vanessa rompieron, el pasado mes de julio, Terry se volcó en agasajar a la ex modelo francesa con deleite y fruición.
tres amantes más Pero los periódicos sensacionalistas siguen tirando del hilo de Vanessa Perroncel y aseguran que, además de John Terry y Wayne Bridge, otros tres jugadores del Chelsea se han beneficiado de la muchacha. Los tabloides apuntan al islandés Eidur Gudjohnsen, que militó en el equipo londinense antes de fichar por el Barça, y al rumano Adrian Mutu, actualmente en la Fiorentina. Del tercero aún no se ha desvelado su nombre.
John Terry se ha refugiado en el silencio y en su mujer, la santa Teri, la novia de toda la vida, que ya no puede más y se plantea el divorcio. De momento le ha dejado plantado de la forma más dolorosa: se ha marchado a Dubai con los hijos precisamente al mismo lugar donde ambos pasaron su luna de miel cuando vivían, sin duda, tiempos mejores.