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Salta la banca en San Mamés

"la catedral" registró colas a primera hora para comprar las entradas ante el barça Las Preferencias Norte y Sur, que costaban 45 euros para el público, se agotaron antes de las 13.30 horas

Salta la banca en San Mamés

bilbao. Caras de sueño invadían las calles, como todas las mañanas, cuando los madrugadores viran rumbo a sus quehaceres. El frío matinal iba amainando con los primeros rayos de luz, que asomaban con fuerza; la sombra todavía era fuente de escalofríos y los abrigos cumplían función. San Mamés despertaba erigiéndose en centro neurálgico de la actividad futbolística en Bilbao. El Barcelona, el mejor equipo de la historia en el Estado, visita mañana el Botxo y su llegada se percibe desde mediados de la semana. En casa de Begoña Rubio, aficionada del Athletic, el ambiente ya está caldeado. Se acercaba a los pies del coliseo balompédico discutida, desahogada. En su domicilio, con ferviente espíritu futbolero, el partido ya había empezado. "Tenemos pique desde las 7.00 de la mañana, desayunando. Dice mi hijo, que es del Barça, que van a venir con toda la artillería". Augurios para todos los gustos. Es precisamente sobre esa hora cuando los primeros seguidores rojiblancos ponen pies en polvorosa hacia La Catedral. Aguardan las taquillas con un cartel de lujo para el partido.

Espera también la cola, seno de desesperaciones como preámbulo del ansiado espectáculo. No en vano, las entradas comenzaron a liquidarse en torno a las 10.15 horas, quince minutos antes de lo previsto, cuando cerca de medio millar de personas formaba hilera en el recodo entre las calles Luis Briñas y Felipe Serrate. Albergue de ilusiones entrecruzadas. Trinchera para dos ejércitos. Estudiantes lejos de las aulas, enfermos que no lo estaban, desaparecidos en el trabajo, parados, jubilados y recadistas daban vida a la serpiente humana. Fútbol es pasión y ésta no comprende de economía. No era la fila del Inem. Messi, Henry, Xavi, Iniesta... Son escaparate, embajadores de la exquisitez. Lábel de calidad que no entiende de oferta y demanda. Si bien es cierto que son los jóvenes, en su mayoría azulgrana entre los presentes, quienes más añoran ver a la maquinaria de Guardiola en funcionamiento. "Les inculcamos en casa los colores, al mío desde que sabe lo que es un balón, pero al final eligen ellos. ¡Qué le voy a hacer, no puedo pelearme con él, es mi hijo!", dice Begoña Rubio, que da cobijo a las entradas como si fueran alta bisutería. Ruptura entre generaciones. Se nota, se siente, ambiente disidente. "Los jóvenes de hoy en día quieren ganadores", lamenta Rubio. Y como ganadores son los visitantes, que aterrizan con el triplete bajo el brazo, salta la banca en Bilbao, aeropuerto para la mejor escuadra. Un tren que no pasa dos veces.

un paréntesis Entre tanto, para matar el tiempo de espera después de cháchara y especulaciones, de formar hipótesis de lo más variopintas en el círculo de una liza, se avecinó el momento del clásico cafecito, coartada para las agarrotadas piernas. Había quien sentía la llamada de su estómago tras salir de casa sin desayuno por las prisas. Otros simplemente buscaban una dosis con la que aplacar el sueño que se apodera de uno en momentos de stand-by. De este modo, la cola adelgazaba en anchura por instantes. Desnutrimiento humano. Unos guardaban la posición, otros cubrían necesidades pasajeras. En definitiva, relevos, compañerismo, como los ciclistas que hacen frente a la empinada cumbre. Codo con codo, nunca mejor dicho, antes de encarar el gasto de entre 20 y 35 euros para los socios y de 45 a 95 para quienes no lo son.

Sonrisas y exasperación mediaban en los aledaños del vetusto campo, que mira de reojo al hueco de su sucesor. Mientras unos partían de vuelta hacia las obligaciones entrada en mano, tesoro ya conquistado, otros las habían dejado colgadas por momentos. Consecuentemente, la fila fue alimentada por nuevos interesados y así hasta pasadas las 11.00 horas, cuando el goteo de aficionados dejó de ser constante y la hilera comenzó a ser devorada por la taquilla. Y es que para el mediodía de ayer aparecerían agotadas las llaves de papel impreso que dan acceso a las Preferencias Norte y Sur de San Mamés. Ésas que costaban 45 euros para el público en general y 20, para los socios. Ésas que fueron los primeros síntomas del aforo que tendrá mañana el coliseo bilbaino, donde la crisis económica quedará aparcada 90 minutos para hacer saltar la banca. Las arcas rojiblancas se frotan las manos. Sábado de bonanza.