Euskadi mira hacia el futuro de la energía con la convicción de que las renovables no son una opción, sino una necesidad, una obligación y también una oportunidad. El proceso de descarbonización a nivel global es imparable y las renovables son el presente y sobre todo el futuro. Instituciones y empresas van de la mano en un proceso de cambio que en los próximos diez años está llamado a dar un salto importante en el porcentaje de energía renovable, que supondrá más del 20% del total de la energía necesaria.

En el caso de la CAV, cabe destacar la vital importancia de las renovables, debido a que cuenta con una implantación de Industria muy importante, por lo que este cambio ha de ser una oportunidad para el tejido empresarial vasco. En este caso, la colaboración-ya existente- entre la empresa privada y las instituciones públicas es indispensable y necesaria. Las tecnologías necesarias, aunque irán progresando, ya están disponibles, y Euskadi cuenta con los mecanismos que hacen falta para poder dar ese salto de manera óptima y en consonancia a lo que la industria vasca necesite. Con la vista puesta en el 2030, Euskadi se ha marcado el objetivo de llegar a ese año con una participación de las renovables de un 21% en el global del mix energético. En el caso del acuerdo europeo, el Parlamento y la Comisión Europea han fijado esa participación de las renovables en una media-a nivel europeo- del 32%. Sobre estos datos cabe volver a la importancia de la Industria vasca, puesto que la realidad de Euskadi hace que exista un consumo muy intenso por las necesidades de las distintas empresas. Para abordar algunos de los retos del país en este sentido, comprender la situación actual y concretar las claves en este proceso hacia una suma mayor de renovables en el mix energético, DEIA invitó este pasado martes, 16 de octubre al Encuentro DEIA Mesa de Expertos Energías Renovables a Iñigo Ansola Kareaga, director general del Ente Vasco de la Energía, que es la oficina energética del Gobierno vasco; Julio Castro González, director de Servicios Globales de Iberdrola Renovables; David Solé López, director de la División de Energía de Ingeteam Power Tecnology; Joseba Anasagasti Elorduy, director de Explotación y Operaciones de Giroa- Veolia; y José Ignacio Hormaeche Azumendi, director del Cluster de la Energía, que se encargó de moderar el encuentro.

Hacia el 21% En cuanto a la producción de energía renovable en Euskadi, su posible aumento al mix energético y las futuras fuentes renovables con más posibilidad de crecimiento, desde el Ente Vasco de la Energía (EVE), que gestiona todo lo relacionado con los proyectos energéticos a nivel de Euskadi, su director Iñigo Ansola asegura que avanzar en energía renovable “es una obligación de todos los países europeos y regiones, y en este caso Euskadi ya tiene definido su Plan Estratégico”.

Tal y como concreta Ansola, “partiendo de un mix energético en el que el papel de las renovables es de un 7% más o menos”, a los que hay que sumar otro siete que se importa de fuera, “estaría ya establecido en alrededor del 14%, y el objetivo de cara al 2030 es que lleguemos a una participación de las renovables de un 21%”. Salvando las distancias con la media europea, fijada como se ha citado antes en un 32%, “nosotros tenemos ese objetivo porque la realidad de Euskadi es distinta, con un consumo muy intensivo. Cabe destacar que un 24,2% del PIB depende de la producción industrial, lo que hace que tengamos un consumo energético muy intensivo”.

En este sentido, “sustituir un punto porcentual en ese mix energético a las renovables es una labor intensa, pero es nuestra obligación y hacia eso vamos”. Para el director del EVE, “Euskadi tiene mucho potencial para lograrlo, aunque hay que trabajar para que sea un compendio de todas las tecnologías y energías posibles”. En este mismo sentido se expresa Joseba Anasagasti, director de Operaciones de Giroa-Veolia, empresa dedicada principalmente al ámbito de los servicios energéticos. No obstante, “diría que más que una obligación es una necesidad. Nosotros creemos que fomentar las energías renovables puede darnos la posibilidad de ser más competitivos, avanzar en nuestro tejido industrial, aportar más valor, etc.”.

Anasagasti opina que “debe haber un equilibro de las diferentes energías en ese mix energético”, pero pone en valor la capacidad de Euskadi en relación a la biomasa. “Primero, porque el recurso lo tenemos cerca y además contamos con una masa forestal muy grande, por lo que está disponible y cerca de los puntos de consumo”. Además, “se podría promover la ampliación del tejido industrial hacia una industria que quizá no está desarrollada del todo, permitiendo en cierto modo amortiguar los efectos precio por el control de la masa forestal y la energía primaria que puede suponer”.

Inversión y oportunidad Julio Castro, director de Servicios Globales de Iberdrola Renovables, uno de los tres negocios en los que está organizada la compañía asegura que detrás de la iniciativa pública, con esos objetivos y el marco de ese porcentaje del 21%, “nosotros estamos a mano para acompañar el proceso con inversión, tecnologías y soluciones innovadoras a lo que se decida. Para eso ya existe la opción de optar por varias tecnologías que se dominan en Euskadi y “el apetito inversor es fundamental, y también lo tenemos, por lo que desde Iberdrola siempre hemos estado ahí y querríamos seguir en ese camino junto con las tecnologías necesarias”.

Poniendo el foco en Euskadi, “desde el EVE estamos posicionados con todas las tecnologías; cabe destacar por ejemplo que tenemos 320 plantas fotovoltaicas que, aunque no son muy grandes, nos ha dado ya una experiencia de varios años”. Con pequeños proyectos también puede llegarse lejos, y además “nos gustaría llevar a cabo algún proyecto de mayor dimensión”, comenta. Esto, unido al “esfuerzo y el trabajo, que en Euskadi al trabajo no le tenemos ningún miedo, nos llevará a estar bien posicionados y a llegar a esa cifra de una manera eficiente”.

Ansola ve indispensable el papel de las empresas tractoras para guiar toda la cadena de valor para desarrollar la tecnología y luego poder vender ese producto a nivel global. “Podríamos recordar también el proyecto Bidelek, una iniciativa piloto que se lleva a escala real, se prueba, y ese producto puede servir como ejemplo para el resto”. Bidelek Sareak se trata de un proyecto del Gobierno vasco a través del EVE y de Iberdrola Distribución Eléctrica “para dotar de redes inteligentes a zonas urbanas y rurales con el objetivo de incrementar la eficiencia y seguridad del suministro eléctrico”. Las oportunidades pueden llegar superando algunos retos, por lo que David Solé, director de la División de Energía de Ingeteam Power Tecnology cree que para los suministradores, “lo más importante no es tanto el mix energético que seamos capaces de generar, sino el aporte de valor de Euskadi como sociedad y de su tejido empresarial”.

Para Solé lo verdaderamente importante “es la eficiencia energética. Es decir, no sería apropiado marcar un determinado porcentaje de la fotovoltaica u otro de la eólica, sino que debe buscarse la más eficiente en cada caso”. Por tanto, “si hay mas horas de luz en Extremadura, habrá que ir allí, y si hay más viento en otra parte, igual hay que acudir también a esa zona”. Tampoco se olvida de las posibilidades de la biomasa, que en el caso de Euskadi “tiene un recorrido muy interesante”, indica.

Para Castro “el momento que viven las renovables a nivel europeo es apasionante”. Con ese horizonte del 32%, “estamos hablando de que más o menos un 70% de toda la electricidad que se pueda producir sería renovable, por lo que este boom es fabuloso”. Por ello admite que ese efecto tractor, que “está definido y nos acompaña en inversión y creatividad es de vital importancia”.

En estos momentos, “las renovables son la fuente de producción eléctrica más competitiva”. Hasta 2030 se habla de “unos 70.000 millones de euros en inversión; 40.000 en energía renovable y lo más importante, 30.000 en garantizar una red eléctrica para integrar infraestructura y que pueda llegar a donde el consumidor lo desee”. El Estado entregará “un Plan de Energía y Clima a la Unión Europea que debe llevarnos tiempo a todos”.

Lo que tiene claro, es que “debemos ser muy eficientes en costes, porque tenemos vecinos globales que también saben hacer las cosas bien”. Para ello “tendremos que apostar por soluciones innovadoras, como soluciones de hibridación, soluciones un poco más rupturistas en el lado técnico y en el lado comercial del suministro”, y además “continuar con la acertada política industrial que hay en Euskadi desde hace muchos años, relanzando la experiencia de la política industrial en el área de energía”.

Modelos Desde el EVE “nos gusta mirar a Noruega como posible modelo a seguir”, comenta Ansola de cara a estos próximos años. “Ellos cuentan con combustibles fósiles y nosotros sabemos que tenemos gas, aunque debemos comprobar que se pueda explotar de una manera comercial”, concreta. Sobre todo destaca la gestión pública de esos combustibles, que ha provocado “unos beneficios muy importantes que han sabido destinar a que la sociedad tenga unos altísimos niveles de bienestar”. Además a nivel energético está invirtiendo importantes cantidades de dinero “para implantar renovables, vehículo eléctrico e ir a la vanguardia en Europa. Creemos que es un modelo-con las diferencias que nos separan- a seguir y a nivel de Euskadi habrá que ver si podemos explotar ese gas natural”. En este caso, cabe señalar que el 100% del gas que se consume en Euskadi es importado, por lo que “si lográramos tener ese gas evitaríamos un coste económico y medioambiental muy grande”, ya que se evitaría el traslado hasta el país.

Castro habla de un grupo “bueno” de modelos y de otro “malo”. La condición para estar en el grupo de los buenos es que sea “un mecanismo competitivo, con una solución a largo plazo y además estable”. En este sentido se decanta por dos opciones; “el de la subasta británica, el contract for difference (CfD)”. En este, “su Ministro de Economía declara dos veces al año el compromiso presupuestario, con la energía declarada a cinco años, donde se especifica cuál va a ser el foco tecnológico y cuál va a ser el presupuesto dedicado a la subasta de fuentes renovables”. De este modo, “con cinco años por delante, como operador tienes tiempo de preparar todo óptimamente para que cuando llegue la subasta puedas ser francamente competitivo”. Además “es justo para los consumidores porque les aflora ahorros tremendos de año en año”, añade.

El otro modelo es el contrato a largo plazo (o PPA), en el que “una distribuidora o un gran comprador de energía se compromete a largo plazo con energía limpia”. Este se compromete porque “ahora sabemos que la renovable es la alternativa más competitiva y te puede garantizar un coste estable, con lo cual garantizas un suministro competitivo”. Solé también opta por una regulación, que aporte “estabilidad, sea sostenible y cuente con visión a largo plazo”.

Amenazas o retos Con los posibles modelos de subastas, Hormaeche pone sobre la mesa, en relación a la cadena de valor las posibles amenazas para las industrias proveedoras, ya que pueden aparecer competidores de bajo coste. Ante esto, Solé cree importante poder ofrecer una diferenciación. Por ejemplo, “uno de los pasos importantes que puede dar Euskadi es ser un referente en lo relativo al vehículo eléctrico, creando además una imagen de marca sostenible muy importante”. No obstante, sabe que “tenemos que ser competitivos al máximo porque “en el mercado energético el precio manda,” aunque hay que equilibrar la decisión con otros factores, como “esa especialización tecnológica y ese aporte de funcionalidades extra como la calidad, la durabilidad...”. Ansola sigue esa línea en la que, si la cadena de valor debe ser atractiva en el precio, también, con la tecnología disponible, “tiene que diferenciarse para que si en el precio no se puede competir, aporte un valor añadido”. Además, recogiendo lo expuesto por Solé, añade que “hay un Plan de Movilidad Eléctrica aprobado y hay que transformar ese mix energético en el sector transporte, que es quien más derivados del petróleo utiliza.

Castro asegura que no se debe alejar de la competitividad, siempre pensando en el largo plazo y el abaratamiento de la cadena logística. “El proyecto debe contar desde un principio con un emplazamiento, que tenga la tecnología necesaria, etc”. Es decir, no puede haber incertidumbre. Por eso, los tres ejes que deben sostener ese esfuerzo en energías renovables que hay que hacer en estos próximos diez o doce años, “son la tecnología, que en este caso ya existe, el uso de esa tecnología existente, que es con la que haremos que haya flujos económicos que nos hacen a todos ser rentables y, por último, es que haya un marco legal y regulatorio que acompañe”, completa. “Creo que la posición de Euskadi es muy buena, y en Iberdrola somos optimistas. Hay que ser competitivo y seguir trabajando duro”. También Solé y Anasagasti opinan que la situación es buena, y que “el futuro en Euskadi puede ser brillante en este campo”, añade Solé.