AS campañas electorales nos dejan en la retina imágenes que, muy a pesar de la libertad de expresión, resultan difíciles de aceptar. El acto del PP+C's en Gernika, so el Árbol, fue de esas. Por supuesto que Casado, Iturgaiz y Arrimadas tienen entrada allí, como cualquier otra visita turística a la Casa de Juntas. Lo discutible es para qué fueron y qué defendieron allí.

La señora Arrimadas evitó atacar aquí el régimen foral (son conocidas las posiciones de Ciudadanos contra los derechos forales), Iturgaiz en su línea y Casado€ pocas sorpresas al utilizar la violencia como hilo argumental y culpabilizar al nacionalismo vasco de todos los males del universo.

En la retorcida cosmovisión de esta gente, su patria es la única, el resto somos peligrosos elementos que hacen peligrar la estabilidad terrícola. Su independencia es legítima, no así la nuestra. Mienten cuando hablan de cientos de miles de vascos que tuvieron que abandonar el País Vasco (¿cómo es posible que no detectara el Eustat semejante deba-cle poblacional?). Insultan al Árbol cuando le otorgan la representación de la libertad y la pluralidad amenazada hoy en Euskadi (¿les era más rentable la violencia?).

Vaya por delante que creo que ante el Árbol no se deberían permitir actos electorales, ya que su utilización por quienes no admiten lo que simboliza resulta doloroso y vergonzante. Que no se nos olvide que allí se encarnan los derechos históricos del pueblo vasco, incompatibles con autonomismos limitados y menguados sistemáticamente por el centralismo español. Su objetivo es claro: desgaste, debilitamiento del sentimiento nacional vasco y convertir este país en una autonomía cómoda y que aporte a su PIB y caja central.

Es necesario mirar hacia adelante con el enfoque del tiempo que nos toca, pero cuando se trata de cuestiones medulares como decidir y construir el Estado vasco, mucho cuidado con hacer dejaciones. Por eso son importantes los símbolos, ya que ayudan a reflejar nuestra manera de entendernos en el mundo y para el mundo. El roble de Gernika es todo eso y no se debe utilizar en vano.

Este fue el juramento del lehendakari Agirre el 7 de octubre de 1936: "Humilde ante Dios, en pie sobre la tierra vasca, en recuerdo de los antepasados, bajo el Árbol de Gernika, ante los representantes del pueblo, juro desempeñar fielmente mi cargo." Con pequeñas variaciones, así han jurado los lehendakaris abertzales Garaikoetxea, Ardanza, Ibarretxe y Urkullu.

No así Patxi López, que utilizó otra bien distinta: "Asumo el cargo de lehendakari del Gobierno vasco, así como la condición de representante ordinario del Estado en su territorio, y prometo cumplir las obligaciones de mi cargo con lealtad a la Corona, al Estatuto de Autonomía de Gernika, y demás leyes vigentes". Mismo lugar, distintas visiones.

El domingo nos esperan las urnas. El peligro de abstención es un riesgo evidente dada la desafección creciente hacia la política. Pero no votar distorsionaría lo que quiere la mayoría vasca. Está en nuestras manos.