El presidente francés, Emmanuel Macron, dio en la noche del jueves un paso cargado de solemnidad en relación a Palestina al anunciar su reconocimiento como Estado. El anuncio en sí ha suscitado las previsibles adhesiones y reproches. La administración estadounidense está alineada con los intereses del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su estrategia belicista para someter no solo a Hamás, sino a la realidad nacional palestina. En paralelo, quienes abogan por la solución de los dos estados valoran como lógico el paso dado, aunque no hayan sido proactivos en su consecución. Desde hace meses, la eventualidad de un reconocimiento de Palestina como estado ha planeado en las cancilleras de Francia y Reino Unido. El valor añadido de esta decisión –que, de hecho, ya han adoptado antes casi 150 estados de todo el mundo– lo aporta el nexo histórico francés con la región y el papel de administrador colonial de los británicos hasta el nacimiento del estado de Israel. Pero, más allá de la simbología y de reducir el mapa de países pasivos con Palestina a una mancha en el centro de Europa y el norte de América, la decisión requiere de pasos firmes para los que no hay hoja de ruta. Construir una estabilidad exige garantizar una viabilidad para Palestina. Y esa viabilidad tiene condicionantes geográficos –accesibilidad, vertebración– y económicos que los gobiernos israelíes se han empeñado en impedir en los últimos 30 años. Palestina precisa de una estabilidad basada en la construcción de un derecho, de una estructura jurídica reconocida internacionalmente. El reconocimiento de su realidad no ha impedido antes que su territorio siga sometido a colonización. La anexión, como amenaza de los gobiernos sionistas, se realiza subrepticia pero constantemente en la práctica con el expansionismo que practica el gobierno hebreo. El derecho a la existencia de dos estados, uno judío y otro palestino, está por construir más allá de su enunciado. Y para eso faltan compromisos, medios y constancia más allá de la escenificación puntual de un anuncio unilateral. Hace falta ser consecuentes y ofrecer un contundente soporte a la supervivencia del pueblo palestino que le libre del genocidio que padece y a la seguridad del hebreo que le permita dejar de justificar los excesos y la inhumanidad de sus dirigentes.