Estalla la denominada “trama Koldo” en el marco de un abierto pulso político en el Estado y la primera exigencia en su gestión debe ser facilitar el trabajo dela investigación judicial y no sustituirlo por el ruido político interesado. La presunta trama de comisiones ilegales que afectaría, entre otros, a un asesor muy próximo al parlamentario socialista José Luis Ábalos, exministro del Gobierno de Pedro Sánchez durante los hechos, tiene la gravedad añadida de estar vinculada a la adquisición de material sanitario (mascarillas) en plena pandemia covid. La sensibilización social sobre lo ocurrido en aquellas fechas difíciles y dolorosas inflama lógicamente los sentimientos ante la denuncia de que un cargo público lo aprovechó para su enriquecimiento ilícito. En ese sentido, la reacción debe ser quirúrgica y cortar cualquier ramificación que suponga un cuestionamiento de la fiabilidad de la gestión pública, sin que ello suponga el linchamiento gratuito de personas o instituciones cuya participación en los hechos no esté acreditada. Es sencillo, en el clima de crispación que rodea a la política española, deslizarse en la acusación sin pruebas o la ampliación del círculo de responsabilidades más allá de los razonable. Ser contundente contra la corrupción es un deber que afecta en primer lugar a todo representante de la ciudadanía, pero igualmente lo es preservar los mecanismos e instituciones democráticas y no someterlas a un desgaste interesado. Hoy se señala al asesor del exministro Ábalos sin acreditar hasta la fecha la participación de éste o del Ministerio que dirigió, como ayer se señaló al hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en un caso significativamente parejo, sin acreditar tampoco su participación ni la de su gabinete. El lícito antagonismo político partidista favorece la función de control de la acción pública siempre que se aplique con lealtad democrática. Cuando se abandona, el ruido sustituye a la búsqueda de la verdad y redunda en el señalamiento mutuo: el lamentable “y tú más” que nunca ha servido para evitar la corrupción ni para dirimir sus responsabilidades ni para ofrecer a la ciudadanía las debidas explicaciones. Colaboración con la Justicia, reconocimiento de los errores que puedan haberse producido y medidas para evitar su reproducción. Y que cada palo aguante su vela.