Pocos días después de que la invasión de Ucrania ocupara brevemente la atención informativa por la advertencia sobre el estancamiento de las operaciones militares y la estabilización de frentes, la Comisión Europea (CE) decidió dar un espaldarazo a los anhelos de Kiev de integrarse en la Unión Europa (UE). La presidenta, Ursula von der Leyen, proponía al Consejo que apruebe en su cumbre de diciembre el inicio de las negociaciones para la adhesión de Ucrania, Moldavia y Bosnia-Herzegovina, con el horizonte del año 2030. Con la prioridad de gestionar el escenario ocasionado por la brutal reacción israelí a los ataques terroristas de Hamás, la Comisión ha querido hacer un gesto que rescate al presidente Volodímir Zelenski del temor a una cronificación de la guerra en su país como único horizonte. La propuesta de integración europea busca consolidar el modelo democrático en la región, con la eventual entrada de Ucrania y Moldavia al club de la Unión, y premia las reformas acometidas por Kiev relativas a garantizar derechos y libertades ciudadanas, consolidación del Estado de derecho y medidas anticorrupción. Este último aspecto tendrá que profundizarlo más la normativa ucraniana, así como orientar hacia el reconocimiento y el respeto la ley sobre el uso de las lenguas minoritarias en el sistema educativo y en el uso de los diferentes idiomas en el espacio público. Significativo pronunciamiento si la CE decide ser consecuente y lo traslada a una postura equivalente en el debate sobre el uso de esas lenguas en las instituciones europeas, no digamos ya en relación al euskera y el catalán dentro del Estado español y en su propio entorno territorial. Pero, centrados en el caso de Ucrania, las reformas acometidas que abren la puerta a su futura adhesión a la UE son las mismas que se reclama a otros candidatos cuyo proceso está congelado por no acreditar avances en materia de derechos y democratización -como ocurre con la Turquía de Erdogan-. Igualmente, debería ser esclarecedor para la política común de la Unión que los pasos dados por Ucrania hacia la consolidación de su democracia la revalorizan frente al escenario inverso de su agresor ruso, enquistado en una autocracia severa que se volverá a sentir amenazada con la consolidación de la democracia liberal en sus fronteras.