LA negociación para los imprescindibles apoyos a una investidura de Pedro Sánchez debe coger velocidad y contenido. Manifestada la voluntad del secretario general del PSOE de repetir y la coincidencia de una mayoría representada en el Congreso de lo inoportuno de volver a las urnas, es momento de acelerar y de hacer pedagogía. Es evidente que los emblemas que reclama el soberanismo catalán para adherirse a un acuerdo –amnistía y referéndum– nunca contarán con la aquiescencia de la derecha española ni de la vieja guardia del PSOE. Pero igualmente lo es que el margen de tiempo para materializar fórmulas legales con las que afrontar esas demandas es exiguo. Un acuerdo político de amplio espectro en torno a ello sería oportuno si participa de él una mayoría absoluta representada. El conjunto de fuerzas soberanistas vascas, catalanas y gallega la proporcionarían al tándem de gobierno PSOE-Sumar. El vértigo para Sánchez no debería estar en el acoso de la derecha. Este no hace sino incidir sobre la oportunidad de que los mimbres de su investidura sean un pacto de legislatura con compromisos claros y firmes en el medio plazo. Su cumplimiento es la llave de la estabilidad y resulta más solvente que el trámite de elección del presidente o la aprobación de unos presupuestos para dos años de gobierno. Un tiempo insuficiente para reconducir una estrategia de encaje territorial y desarrollo económico. Mucho menos para arrebatar a la derecha el relato contra toda vía de reconocimiento. Sigue siendo necesaria la pedagogía que sitúe los hechos en su realidad, que no comienza con el procés sino con la judicialización de los procedimientos democráticos –el recurso contra la reforma del Estatut después de refrendado por la ciudadanía– y la criminalización de las iniciativas políticas posteriores, cuyo efecto legal nunca existió y se mantuvo en el marco de la voluntad política. Sánchez debe huir de la tentación del corto plazo, pero no es el único. El pulso interno en Sumar y el de los partidos catalanes requiere de una altura de miras que acelere el proceso y no lo obstaculice. EH Bildu y BNG no pondrán trabas por su propia estrategia de consolidación y el PNV ha dejado claros los términos de un acuerdo: amnistía y desarrollo del autogobierno y la realidad plurinacional. A Sánchez no le debe fallar la convicción de avanzar.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
