EN las últimas semanas, Sudán se ha convertido de nuevo en el foco de un conflicto armado que ya ha provocado miles de desplazados y que amenaza, si no cuajan los intentos de mediación, con provocar una crisis humanitaria, otra más en África, un continente con zonas que parecen abandonadas a su suerte o al imperio de las armas. Al cumplirse dos semanas del inicio del conflicto, los sudaneses vuelven a encontrarse en una situación límite, obligados a convivir con la guerra, la escasez y la muerte. Los combates se iniciaron el 15 de abril entre el Ejército de Sudán y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) tras semanas de tensión en torno a la reforma de las fuerzas de seguridad en las negociaciones para formar un nuevo gobierno de transición. Ambas fuerzas fueron los artífices del golpe de Estado conjunto que derrocó al gobierno de transición de Sudán en octubre de 2021. Desde que comenzaron los enfrentamientos, cerca de 50.000 personas han huido del territorio sudanés a los países vecinos. No solo la población local sufre en sus carnes la violencia de esta guerra; Sudán es también país de acogida de 1,1 millones de refugiados (800.000 de ellos de Sudán del Sur y también de países como Etiopía y Eritrea). El Sindicato de Médicos de Sudán ha alertado de que el colapso del sistema sanitario es inminente y que gran parte de los hospitales están fuera de servicio, así como de que hay escasez de material médico y de personal. Asimismo, la ONU ha reclamado la apertura de nuevos corredores humanitarios para poder suministrar ayuda a la población a la espera de un verdadero alto el fuego, y ha alertado de que el conflicto puede desencadenar una crisis alimentaria general en toda la región del este de África, así como el posible estallido de una violencia armada en los siete países que comparten frontera con Sudán. La situación humanitaria ya era dramática antes del conflicto y no ha hecho más que empeorar. Acnur y otras agencias están especialmente preocupadas por la situación en la región de Darfur, donde la situación humanitaria es “extremadamente desesperada” y algunos campos de desplazados han sido incendiados y completamente destruidos. Estas hostilidades podrían alimentar anteriores tensiones étnicas y entre comunidades. Y enquistar un nuevo y extenso conflicto.