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La rentabilidad se trabaja, no se adivina

La rentabilidad se trabaja, no se adivinaBanco Mediolanum

Estas fechas navideñas son propicias para el reencuentro alrededor de una mesa y para compartir historias pasadas y objetivos futuros con familiares y amigos. Pero también son periodos que suponen un punto de inflexión en nuestras vidas. Esos momentos en los que paramos, hacemos balance del año que termina y nos planteamos nuevos propósitos para el que está por venir. 

Si unimos esos reencuentros con esa necesidad natural de establecer metas para el año próximo, el resultado es siempre el mismo: como asesora financiera, siempre acaban preguntándome qué hacer con los ahorros. Y la gente no lo hace buscando una estrategia a largo plazo ni un análisis de su situación patrimonial. Lo que desean es una respuesta concreta. En qué empresa invertir en Bolsa, qué producto financiero comprar ahora, qué activo va a subir en los próximos meses… En definitiva, esperan que realice un ejercicio de adivinación sobre qué va a ocurrir a corto plazo con el fin de ganar dinero rápidamente.

La respuesta que les doy nunca es la que esperan. Porque el problema de fondo no es que yo no sepa qué va a pasar en 2026 —nadie lo sabe—, sino que la pregunta está mal formulada. Invertir no se trata de adivinar ni de acertar. Se trata de trabajar con el ahorro de forma planificada y estratégica para conseguir objetivos concretos a futuro. La rentabilidad no es el resultado de un golpe de suerte: es la consecuencia de hacer un buen trabajo a lo largo del tiempo.

"Se trata de trabajar con el ahorro de forma planificada y estratégica para conseguir objetivos concretos a futuro"

El inicio de un nuevo año es, precisamente, una excelente oportunidad para replantearse qué se quiere conseguir. Y hacerlo con método. Cuáles son mis objetivos financieros a corto plazo, como ese viaje que llevo años posponiendo o la reforma de la casa; cuáles son los de medio plazo, como cambiar de coche, financiar la universidad de los hijos o ayudarles con su primera vivienda; y cuáles son los de largo plazo, como garantizar una jubilación digna, comprar una segunda residencia o dejar un legado a la familia.

Además, añado algo que suele sorprenderles: el resultado que obtendrás el año que viene y en los venideros depende, en gran medida, de lo que planifiques hoy. Porque el tiempo es el verdadero aliado del inversor, y desperdiciarlo esperando adivinar el momento perfecto es el error más caro que se puede cometer.

Los asesores financieros no tenemos ninguna capacidad para predecir qué pasará, pero sí podemos ayudar a construir un futuro económico que cubra necesidades vitales y metas financieras, poniendo a trabajar el ahorro a largo plazo.

En definitiva, se trata de planificar y tener estrategia para aprovechar los movimientos de los mercados en tu beneficio, en lugar de adivinar cómo se van a comportar en 2026. Este nuevo año pon un asesor financiero a tu vida para convertir tus sueños en objetivos alcanzables. Felices fiestas.