El comienzo de septiembre da paso a una nueva fase en el devenir anual de la economía vasca. Llega el tramo final de 2025 con riesgos que vienen de atrás -menores exportaciones, parón en Europa, costes energéticos, necesidad de talento- y otros de los que, tras discutirse mucho, se plasman en una realidad concreta, como son los aranceles impuestos por Estados Unidos a la UE.
El punto de partida, pese a todo, no es malo. El PIB de Euskadi ascendió durante el segundo trimestre del año 2025 un 2,2% con respecto al mismo trimestre del año anterior, según las estimaciones del Eustat. Con respecto al primer trimestre del año, el incremento del PIB sí fue algo más débil, del 0,5%. En cualquier caso, la línea seguida por la economía en el primer semestre del año es la prevista, con un tejido empresarial que aguanta -de manera resiliente, pero también con apreturas-, y un mercado laboral que resiste, si bien lo hace apoyada cada vez más en los servicios y menos en la aportación del sector industrial.
Y es en este apartado donde surgen ahora mismo las principales preocupaciones. La industria, que supone casi un tercio del PIB de la CAV, se adentra en un terreno de vacilaciones. “Las cifras de facturación al cierre de 2024 son buenas, pero a lo largo del año los pedidos ya han cruzado el punto de inflexión que apunta a un 2025 de menor actividad”, decía en mayo José Pérez Berdud, presidente de AFM, el clúster de la Máquina-Herramienta, en la presentación de los resultados del pasado año. “Existen muchos más factores que generan incertidumbre y preocupación, que indicadores que apunten a una estabilización en el panorama industrial”, ratificaba Xabier Ortueta, director general de la asociación, que alertaba también de la caída registrada en el volumen de pedidos, sobre todo en el subsector de la deformación.
Para Euskadi, como economía exportadora, la crisis de la industria europea, en especial la de la automoción, es un grave problema. “Las perspectivas son de un crecimiento débil, lastrado por las dificultades en la industria. Los datos de actividad del sector y las exportaciones no están siendo buenos, y es algo que se esperaba. Vendemos menos a Europa y ahora se le suma la situación creada por las políticas arancelarias de Donald Trump respecto a Europa”, advierte Pablo Martín, responsable de Economía de Confebask. Para este mes, están previstas reuniones del Departamento de Industria con los sectores más afectados por los aranceles del 15% que finalmente va a aplicar la Casa Blanca a los productos que lleguen de los países de la Unión Europea a partir de ahora, incluida la automoción, tras una complicada negociación en la que algunos entienden que la Unión Europea ha cedido demasiado y otros entienden que no le quedaba más remedio. En todo caso, el Gobierno vasco espera que estas tasas extra supongan un impacto en el PIB entre el 0,3% y el 0,4%.
INVERSIONES
Para Massimo Cermelli, profesor de Deusto Business School, Euskadi tiene “fundamentos sólidos” en su economía, pero no debe despistarse, porque lo que ocurre fuera le va a afectar. “Estamos inmersos en una desaceleración económica, pero que creo que está bajo control. Las cosas no van mal, pero crecemos menos que otros años”, resume. A su juicio, las inversiones realizadas por el sector industrial en los últimos años en campos como la transición energética, la innovación y la digitalización “están empezando a dar sus frutos”, así como la inyección de los fondos europeos de recuperación Next Generation.
También, a lo largo de los próximos meses, debería quedar encauzado el futuro de Talgo, una vez que antes de verano se logró un acuerdo para la entrada de la SEPI en el accionariado, complementando así la aportación del consorcio vasco en el que toman parte Sidenor, el Ejecutivo vasco a través del fondo Finkatuz. y las fundaciones BBK y Vital. La resolución podría ayudar a aclarar el panorama no solo del propio constrictor ferroviario, con una de sus dos fábricas en Rivabellosa, sino también de la numerosa industria auxiliar que gira a su alrededor. Pero el contexto es difícil. Los conflictos internacionales y la complicada coyuntura geopolítica están creando incertidumbre en las economías occidentales, mientras China e India sacan rédito de sus industrias subsidiadas para dañar la competitividad de los productos europeos.
PROBLEMAS
“Existen problemas de tipo estructural para toda la industria, pero lo que debemos hacer, a nivel empresarial, es seguir manteniendo las inversiones y la innovación tecnológica, y ser capaces de encontrar nuevos mercados y alternativas de negocio”, expone Pablo Martín, de la patronal vasca. En su opinión, más allá de la industria, la construcción “está teniendo un año moderadamente positivo”, así como los servicios, pero advierte de que, dentro de este sector, “el turismo está cerca de tocar su techo”. Por su parte, Massimo Cermelli apunta también a otras circunstancias que van a hacer el futuro inmediato más complicado, como una inflación que está empezando a ofrecer síntomas de repunte, unos costes energéticos que continúan altos y, más a largo plazo, una falta de relevo generacional en muchos puestos de trabajo. “Es un problema que ya está afectando al sostenimiento de nuestro Estado de Bienestar, y que puede ser compensado por la aportación de los trabajadores migrantes”, dice.