Curiosamente, el final del año suele ser la época en la que más nos preocupamos por la jubilación, cuando debería ser una cuestión a la que atender en cualquier momento. Esta preocupación repentina a final de año tiene una explicación relacionada con la fiscalidad y con la cultura financiera puesta en práctica durante años.
Efectivamente, se ha convertido en tradicional la costumbre de hacer aportaciones a los planes de pensiones y los EPSV con el único fin de conseguir una determinada desgravación fiscal. Sin embargo, la realidad nos indica que deberíamos centrarnos más en garantizar un complemento a nuestra pensión pública que en obtener un rédito a corto plazo a través de nuestra declaración ante Hacienda.
Ahora mismo, el porcentaje que supone la pensión pública respecto al último salario cobrado, denominado tasa de sustitución, es del 80%, según datos de la OCDE, muy por encima de la media de países, que estaría en el 60%. Esto nos lleva a que el gasto en pensiones, medido en porcentaje del producto interior bruto (PIB), sigue aumentando y se sitúa ya en el 12,7%, según el último informe del Banco de España, cuando la media de la Unión Europea es del 10,4 %. Todo ello nos lleva a replantearnos de forma razonada la sostenibilidad del sistema a largo plazo.
Resulta evidente que la preocupación por nuestra jubilación debería ser más un ejercicio propio de planificación a largo plazo que un recurso para rebajar la factura fiscal. Sin embargo, falta aún mucha pedagogía alrededor de la necesidad de completar la pensión. Tan solo el 12% del ahorro acumulado por los españoles está invertido en productos destinados a completar la pensión, según los datos del último informe de Inverco.
Por eso mismo, está bien que al menos un mes al año, sea por el motivo que sea, nos paremos a pensar en ese objetivo futuro de mantener el nivel de vida precisamente en la etapa en la que más tiempo tenemos para poder disfrutarlo. Pero debemos empezar a cambiar el enfoque: todos deberíamos elaborar una planificación financiera, en la que se englobe la jubilación como objetivo a largo plazo, de la mano de un asesor financiero, para encontrar las herramientas adecuadas que nos permitan conseguir complementar el 20% de pérdida de poder adquisitivo que supone ahora mismo acceder a la prestación pública por jubilación en España debido a la disminución de la tasa de sustitución.
Diciembre es momento de pensar en jubilación, pero también deberían serlo los otros once meses del año.