“No nacemos, despertamos. Surgimos en 1886, callamos en 1978 y en 2014 volvimos a ser la cerveza de Bilbao”. Los promotores del resurgir de La Salve, Eduardo Saiz Lekue y Jon Ruiz Ibinarriaga, acuñaron este lema hace diez años, cuando tomaron la decisión de recuperar una marca de prestigio silenciada por el empuje de gigantes del sector. Entonces se marcaron un reto de madurez, superar los cuatro millones de litros. El hito se logró el año pasado, pero las expectativas de este curso son tan positivas que el listón se eleva hasta los 6,4 millones, un crecimiento del 60%.

El director de la compañía, Eduardo Saiz Lekue, comenta a DEIA durante la celebración una década de regreso al mercado los objetivos de un 2024 que La Salve afronta con una mezcla de “ilusión, ambición y optimismo” para crecer en casa y fuera. “Queremos ser fuertes en Bilbao y Bizkaia y ser relevantes en todo Euskadi, pero estamos muy bien posicionados en Asturias y en algunos sitios de Madrid y de Barcelona. Cuando eres la cerveza de Bilbao llegas a muchos mercados de forma muy potente”, afirma.

La clave es un buen producto: “Tenemos la obligación de responder con la máxima calidad para estar a la altura de esa expectativa que tiene el consumidor que quiere tomar la cerveza de Bilbao”. Todo está ligado al cambio radical de la capital vizcaina los últimos años. “Le hemos dado la vuelta a la ciudad, antes cuando alguien venía veía una urbe muy industrial. Ahora, cuando la gente viene, que cada vez viene más, se queda maravillada de cómo se ha reconvertido y, sobre todo, quiere volver. Hemos conseguido una ciudad que proyecta y ser de Bilbao actualmente abre muchas puertas desde la potencia de la marca”, indica.

En el mundo cervecero, los consumidores son cada vez “más exigentes” y La Salve está en ese camino. “Hace veinte o treinta años, en el Estado se consumía la misma cerveza en Sevilla con 35 grados que en Bilbao con 20 grados y sirimiri. Las grandes cerveceras se habían hecho con el mercado. Nuestro producto, nuestros líquidos que están diseñados y trabajados desde hace nueve años y medio, en colaboración con el centro tecnológico Azti, ya van dirigidos a ese nuevo consumidor que busca cervezas con más personalidad, gusto y color”.

Son las “claves” que han permitido a la compañía bilbaina ganar cuota de mercado y “ver el futuro con ambición”. Sobre todo porque tras el regreso de la marca Euskadi es la cuarta región del mundo con más premios cerveceros, 85 premios cosechados por La Salve, solo por debajo de una zona alemana, otra austriaca y otra de EE.UU.

Saiz Lekue destaca además que la empresa que dirige “está obsesionada en crear valor local”, no solo como escaparate de Bilbao o generador de empleo, además son la primera cervecera del Estado que compra cebada cercana y el año pasado compraron 1,5 toneladas de cebada alavesa –el objetivo es casi superar los 2,5 millones– y gran parte del lúpulo llega de Nafarroa.

La previsión de crecimiento de la compra de materias primas a los proveedores es reflejo del optimismo con el que afronta La Salve este curso. “El año pasado pasamos de los cuatro millones de litros de cerveza, era una meta a la que apuntábamos en el arranque del proyecto y era una barrera importante. En el mercado hay ciertas incógnitas que hacen que el consumidor tenga prudencia a la hora del gasto, pero tenemos una tasa de fidelidad muy alta, una de las mayores del sector con un regimiento de 6.000 clientes que compra regularmente desde su casa. El año ha empezado bien, apuntamos este año a crecer casi un 60% respecto a 2023”, lo que supondría superar de largo los seis millones de producción de cerveza. “Tenemos verdaderos fans, hooligans de la marca, y tenemos que estar a la altura de Bilbao y de ese fan que nos acompaña en este viaje”, expresa Lekue. Todo ello se traducirá en incremento del empleo directo e indirecto: “La familia de La Salve sigue creciendo”.