Los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (Ecofin) acarician un acuerdo sobre las nuevas reglas de control de déficit y deuda tras el acercamiento ayer entre Alemania y Francia e intentarán resolver los escollos pendientes con vistas a lograr un acuerdo antes de que finalice el año, todavía bajo presidencia española.

Si el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, dijo que el entendimiento entre París y Berlín era del 90%, el galo elevó este porcentaje al 95% después de las ocho horas de negociaciones que se prolongaron desde las 19.30 horas del jueves hasta las 3.00 de la mañana del viernes. Su homólogo alemán, Christian Lindner, reconoció “progresos” en esas conversaciones y, aunque con un grado de optimismo levemente inferior al de Le Maire (habló del 92%), remarcó que es “deseable y posible” que los Veintisiete logren un acuerdo antes del 31 de diciembre.

“Estamos casi ahí. La pasada noche no fue posible finalizar todas las consultas pendientes de naturaleza técnica, política y legal, pero esperamos que sea finalizado en los próximos días”, dijo la vicepresidenta primera de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, quien dirige las negociaciones entre los Estados miembros.

El mayor punto de desencuentro es todavía el ritmo de ajuste del déficit que tendrán que hacer los países cuando este supere el límite del 3 % del PIB que establecen los Tratados, explican diversas fuentes comunitarias. Hay consenso en que el esfuerzo estructural exigido en estos casos sea equivalente al 0,5 % del PIB, pero el Gobierno francés quiere garantizar un cierto margen de flexibilidad para que este esfuerzo pueda ser menor teniendo en cuenta el aumento del coste de la deuda, una idea que también apoya Italia. Berlín está dispuesta a aceptar esta excepción hasta 2027, aunque el ministro teutón remarcó que este asunto le “preocupa”, porque los déficit excesivos “no se deben relativizar ni disculpar”, sino “eliminar”.

Los ‘halcones’

En cualquier caso, todavía deben dar su visto bueno a ese punto países halcones como Países Bajos, Austria, Suecia y Finlandia, que recelan de suavizar las sendas de ajuste. Por su parte, el ministro de Finanzas italiano, Giancarlo Giorgietti, dijo que se trata de “un paso en la buena dirección” y defendió este periodo transitorio para tener en cuenta las circunstancias excepcionales de los últimos años, pero subrayó que hacer este sistema “permanente sería lógico y coherente” con la necesidad de financiar las prioridades estratégicas europeas en términos de seguridad, clima o digitalización.

El objetivo de esta cláusula es que la reactivación del marco presupuestario el 1 de enero de 2024 esté adaptado al “ciclo de subida de tipos” actual, de forma que los países que tengan que refinanciar su cartera de deuda no se vean penalizados si se dispara su carga por intereses.

Además, el nuevo texto hace una distinción adicional en el margen de seguridad que tienen que perseguir aquellos países que tienen su déficit por debajo del umbral del 3 %. La meta para aquellos que tengan un ratio de endeudamiento superior al 90 % será más estricta y tendrán que acercarse a un déficit del 1,5 %, mientras que aquellos con una deuda menor podrán elevar el suyo al 2 %.

Más allá de eso, el último compromiso insiste en la idea de que el recorte anual medio de la deuda de los países más endeudados tendrá que ser de un punto, mientras que aquellos con un ratio de deuda inferior al 90 % se podrán limitar a una reducción anual de medio punto.

Aunque estos son las principales cuestiones abiertas, todavía quedan flecos por cerrar en otras como el papel de los planes de recuperación para ampliar los periodos de ajuste de cuatro a siete años o cómo funcionará el mecanismo que derivaría en un expediente sancionador si se acumulan varios años de desvíos en la senda de gasto recomendada.