La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, aseguró ayer jueves que la institución seguirá subiendo los tipos de interés para devolver la inflación a la meta del 2% al considerar que no hay pruebas claras de que la tasa subyacente haya tocado techo, aunque reconoció la importancia de “evaluar cuidadosamente” la fuerza de transmisión de la política monetaria a las condiciones financieras y la economía.

“No hay pruebas claras de que la inflación subyacente haya tocado techo”, advirtió la francesa en una conferencia en Fráncfort, después de que Eurostat haya anunciado que la inflación de la eurozona se moderó en mayo al 6,1% desde el 7%, en mínimos de febrero de 2022, mientras que la tasa subyacente frenó por segundo mes consecutivo, al 5,3%, frente al 5,6% del mes anterior.

De este modo, Lagarde afirmó que el BCE debe continuar con el ciclo de subidas de tipos hasta estar lo suficientemente seguro de que la inflación va por buen camino para retornar al objetivo de manera oportuna. “Hoy, la inflación es demasiado alta y está destinada a permanecer así durante demasiado tiempo. Estamos decididos a reducirla a nuestro objetivo del 2% de manera oportuna”, aseguró, reiterando que aún queda “terreno por recorrer” para llevar las tasas a niveles suficientemente restrictivos.

No obstante, la banquera central de la eurozona apuntó que las subidas de los tipos ya se están reflejando “con fuerza” en las condiciones de los préstamos bancarios y anticipa que, después del alcance y la rapidez del alza del precio del dinero, “aún se está preparando un ajuste considerable”, aunque incierto.

“Sabemos que nuestras subidas de tipos aún no se han reflejado plenamente en las condiciones de financiación. Y también somos conscientes de que las recientes tensiones en los mercados financieros pueden haber intensificado el endurecimiento al aumentar los costes de financiación de los bancos y fomentar una mayor aversión al riesgo”, advirtió.

Tensiones financieras

De tal manera, señaló la importancia de vigilar cuidadosamente cómo se desarrolla el proceso de transmisión de la política monetaria y si las tensiones financieras recientes dejan una huella duradera en los mercados que tuviera que ser tenida en cuenta en el nivel máximo a alcanzar por las tasas.

Asimismo, también hizo hincapié en la incertidumbre sobre cómo afectarán a la economía estas condiciones financieras más estrictas, después de que las empresas no se hayan enfrentado un fuerte aumento en los costes de financiación desde hace más de una década, mientras que la economía ha cambiado considerablemente en ese tiempo.

“Esto significa que debemos observar de cerca el impacto de nuestras medidas a lo largo del tiempo”, apuntó la economista francesa, añadiendo que es posible que ya se estén viendo algunos indicios tempranos de los efectos en todos los sectores.

En este sentido, si bien es probable que el gasto en bienes duraderos se vea más afectado por los mayores costes de financiación, ya que algunos de estos generalmente se realizan a crédito, Lagarde ha destacado que, al menos durante este verano, las encuestas de consumidores muestran que una política monetaria más estricta no afectará los planes de vacaciones de los ciudadanos.

“Nos estamos acercando a nuestra altitud de crucero, y eso significa que debemos ascender más gradualmente, utilizando la velocidad que ya hemos acumulado detrás de nosotros”, ha explicado Lagarde en referencia a la decisión de moderar a un cuarto de punto la intensidad de las subidas de tipos en la última reunión.

El euro rebotó ayer hasta rozar el nivel de los 1,0750 dólares tras la mejora del ánimo en los mercados y comentarios agresivos de la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, y suaves, de miembros de la Reserva Federal (Fed). El BCE fijó el cambio de referencia del euro en 1,0697 dólares.