EN los grandes eventos suceden fenómenos similares a los que rigen los movimientos de las galaxias. Se perciben centros gravitatorios que atraen invariablemente interés y materia. Ayer se citaron muchos en el Bilbao Exhibition Center (BEC) de Barakaldo. Tantos que incluso un exministro como Jordi Sevilla, ponente en el XXI Congreso de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE), pasaba casi desapercibido. Los movimientos de los centros gravitatorios, normalmente personas que acumulan una enorme capacidad de decisión, generan revuelos y cambios de grupos a su alrededor. Entre quienes generaban este tipo de flujos en la sala de acceso y el enorme salón de actos dispuesto en el BEC, se contaban José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica; Shlomo Ben Ami, vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz; Antonio Brufau, presidente de Repsol; Juanjo Cano, presidente de KPMG; Ángeles Delgado, presidenta de Fujitsu; Almudena Eizaguirre, catedrática y directora de la Deusto Business School; Héctor Flórez, presidente de Deloitte; Antonio Garamendi, presidente de la Confederación Española de Organizaciones empresariales – CEOE; Antonio Garrigues, presidente del Senado de CEDE; José Ignacio Goirigolzarri, presidente de CaixaBank; Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España; Ane Insausti, directora general de MUBIL; Juan José López Burniol, vicepresidente de la Fundación La Caixa; Francisco Reynés, presidente ejecutivo de Naturgy; Josep Sánchez Llibre, vicepresidente de Conservas Dani; Iñigo Ucín, presidente de Corporación Mondragón; Gregorio Villalabeitia, presidente de Kutxabank; Ramón Adell, vicepresidente de la Fundación CEDE; o José María Vázquez Eguskiza, presidente de la Asociación de Directivos y Profesionales de Euskadi.

Minutos antes de la apertura del XXI Congreso hicieron su aparición Unai Rementeria, diputado general de Bizkaia; Isidro Fainé, presidente de la Fundación CEDE y de la Fundación Bancaria La Caixa; Ángel Simón, presidente ejecutivo del grupo Agbar, y José Luis Bonet, presidente de la Cámara de Comercio de España. El cosmos engranó en armonia y la televisiva Maribel Villaplana comenzó con los saludos y las presentaciones.

El directivo ante la transición a un nuevo mundo era lema del XXI Congreso. Y, al margen de prospecciones en el big-data o profecías macroeconómicas, lo seguro es que el nuevo mundo contará con un 50%, o más, de directivas y ejecutivas. Aunque ayer, tanto entre la asistecia como en la mesa de ponencias, esa proporción no alcanzaba el 30%. El futuro será diferente.

Cierto es que presidió el comité organizador una mujer, Amaia Gorostiza, aunque a su alrededor imperaba la corbata.

Entre las personalidades presentes se contaban la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui; la diputada foral de Promoción Económica, Ainara Basurko; el director general del BEC, Xabier Basáñez; Ángel García Altozano, directivo de ACS; el rector de la Universidad de Deusto, José María Guibert; Jon Fernández, de Orbea; el exguardameta internacional Andoni Zubizarreta, la emprendedora Mónica Sésar con el empresario Iñigo Otazua, o la presidenta de la asociación de comerciantes de Deusto, Julia Diéguez.

Asistieron Luis Miguel Martín Rubio, Sara Dobarro, Alfonso Aedo, Carmen López Olmedo, Juan Basáñez, Joseba Gurtubay, Koldo Lemos, Serafín García, Jon Bilbao, Juan José Loredo, Asier Gerediaga, Jorge Galarza, Galder Cuartango, Jaime Santamaría, Marta Gil, Sofía Delgado, Álvaro Arrieta, Victoria López Quesada, los hermanos Álvaro y Jon Labayru o Rubén Marzo.

Desde primera hora de la mañana, el BEC fue escenario del paseo de perros adiestrados en la detección de sustancias potencialmente peligrosas. Y se instalaron arcos de seguridad portátiles en el acceso a la zona del Congreso. Todo anunciaba la presencia de Felipe VI. El dispositivo de seguridad fue lo sutil y sonriente que cabe esperar. Es lo que ocurre en los grandes eventos.