“Llegué a la Cámara con incertidumbre y acabaré con incertidumbre”. José Ángel Corres, que cumple ahora doce años al frente de la Cámara de Comercio de Bilbao, atiende a DEIA tras una semana de guerra en Ucrania con la gran incógnita de si el conflicto armado se prolongará en el tiempo para, otra vez, poner patas arriba la economía.

¿Cuáles son los grandes puntos de contacto entre la economía vizcaina y Rusia y Ucrania?

—Esto nos afecta a todos en todo, desde que nos levantamos y damos la luz. El ambiente prebélico de los últimos meses ya ha hecho que paguemos el doble por la luz. Lo mismo con la gasolina. Y el que tiene cuatro duros en un fondo de inversión mejor que no mire cómo están porque igual se corta las venas.

Otro túnel. Cuando parecía que salíamos del agujero del covid.

—Es una muestra de la economía global en la que estamos, que no lo era tanto hasta hace poco. El covid ha sido global pero hace unos años en África el ébola no fue tan global. En solo un par de años han cambiado mucho las cosas.

Hablar de comercio con Rusia es hablar de gas, petróleo...

—El frío del invierno europeo lo quita el gas ruso, sobre todo en la parte oriental. Aunque no creo que Putin vaya a cortar el suministro, no le interesa. Seguramente somos el país de Europa que menos depende de gasoductos rusos. Como estamos en el extremo opuesto nos llega más por el tubo de Argelia o por las regasificadoras que hay en la península a las que llega sobre todo de África. Alternativas al gas ruso hay, aunque sea a otro precio, claro.

¿Afectará esto a Petronor, uno de los ejes de la economía vizcaina?

—No creo. De hecho a Petronor lo mejor que le puede pasar es tener el barril por encima de 100 dólares. El problema es cuando estaba a 40, que había que ser muy eficiente a nivel logístico, pero ahora hay margen. También aquí hay muchas alternativas al petróleo ruso. Además estamos mejor que otros porque en el Puerto de Bilbao no hay limitación para el tamaño de los petroleros. Si hiciera falta pueden entrar aquí barcos de mucho calado.

Si la guerra se alarga las relaciones comerciales van a quedar muy tocadas.

—Primero hay que ver qué limitaciones nos pone Bruselas. Porque igual no son ni Rusia ni Ucrania los que nos limitan a la hora de comerciar, sino que es Europa. Ahora se están limitando las sanciones al tema monetario y bancario, pero si el conflicto se prolonga Europa va a tener que seguir con nuevas medidas y ahí igual ya entra el comercio físico.

¿Cuántas empresas locales tienen relación comercial allí?

—Unas 300 empresas vascas tienen relación comercial permanente con Rusia, 168 de Bizkaia, y unas 100 con Ucrania, 53 vizcainas. El primer socio de Ucrania es la Unión Europea y nosotros ahí participamos con bienes eléctricos y luego componentes de automoción con CIE y Gestamp. En el otro sentido compramos petróleo, gas, aluminio y semillas de Ucrania, principalmente. Bunge o Unilever (del sector alimentario y con presencia en Bizkaia) casi todo lo que compran viene de Ucrania.

Es evidente que hay que encontrar alternativas.

—Sí, sobre todo para comprar. Para vender yo creo que las empresas de aquí que están internacionalizadas ya han vivido vicisitudes suficientes en los últimos años como para ser capaces de dar otro giro y encontrar alternativas también ahora. No es querer y hacer, claro, pero bueno, para ninguna el primer mercado es ni Rusia ni Ucrania. En los otros países en los que ya están pues tendrán que hacer más esfuerzo.

¿Cuánto vendemos y compramos a estos dos países?

—Lo que tiene más peso es la importación, unos 1.500 millones de euros, casi todo de Bizkaia. Es petróleo, gas, aluminio y, en el caso de Ucrania, semillas y hierro para fundición. Las fundiciones del Duranguesado sí pueden pasarlo mal. Trabajan con lingote ucraniano de las regiones separadas prorrusas. Quiero pensar que la capacidad de producción no se va a lesionar pero igual vienen sanciones. Hay alternativas en Brasil o Sudáfrica, pero claro la complicación a nivel logístico es grande.

No será fácil para las empresas cambiar el foco y mirar al otro lado del mundo.

—Claro, y luego en Sudáfrica o Brasil a los que vengan nuevos pues les pondrán a la cola y subirán precios.

Otra derivada del conflicto es el alto precio de la energía. ¿Sigue sufriendo la gran industria vizcaina o se ha logrado equilibrar el coste?

—Ya se empieza a decir que igual esto no va a ser tan coyuntural. A Tubacex y Tubos Reunidos les afecta más. En el caso de Arcelor Mittal pues es una cifra. Ellos ya saben en qué puesto de eficiencia energética esta Sestao, y se ve que a pesar de todo van a tener la planta a pleno rendimiento, pues bienvenido sea. Las industrias vizcainas, en general, gozan de buena salud.

¿Cómo afecta la guerra a los planes de crecimiento del Puerto?

—Le puede afectar indirectamente pero habrá tráficos alternativos. Petronor tiene buenas perspectivas. Cambiará igual la procedencia de las mercancías en función del proveedor alternativo pero poco más.

¿Ve ya imposible que Bizkaia crezca un 6,6% en 2022 como indicó a final del año pasado?

—Está claro que cuando hablábamos del 6,6% no pensábamos que iba a haber una guerra. Pensábamos que la economía iba a estar a tope desde el 1 de enero y no ha sido así. Va a ser difícil, casi imposible, llegar a ese nivel pero bueno, igual llega pronto un acuerdo para el alto al fuego y cambia la situación. Vamos a ser optimistas. Parece que hemos dado el capotazo final a la pandemia, eso es bueno.

Todo esto puede acelerar la transición energética. Ahí Bizkaia está haciendo los deberes con iniciativas como las que rodean a los corredores de hidrógeno.

—Sí, pero con el hidrógeno hay que tener paciencia. Estamos buscando algo que no tenemos. Es un proceso de investigación el que se tiene que abrir, pero a medio plazo. Esto no es para hoy ni para pasado, ni siquiera para dentro de dos o tres años. Estamos haciendo algo que es pionero en el mundo. En Bizkaia además tenemos dos proyectos, el liderado por Petronor y el de Iberdrola, y eso amplía las posibilidades de éxito.

¿Por qué grandes sectores debe apostar la economía vizcaina?

—Eso nos viene un poco dado por las tres transiciones que ha marcado Europa: la digital, la medioambiental y la energética. Ahí habrá oportunidades de inversión y ayudas, pero se debe hacer de la forma más eficiente posible.

En relación a la escasez de materias primas de los últimos meses, se ha mostrado crítico con el negocio de las navieras.

—Sí, pero es normal, se tienen que aprovechar, eso va con su ciclo económico. Las navieras tienen que tener dos años buenos para tener luego 20 malos. Surgió una oportunidad porque con el covid las cosas que valían 20 dólares pasaron a valer 20.000 y se aprovecharon un poco de ese desequilibrio en el comercio. En cuanto el suministro de los países orientales se ha puesto en marcha eso se ha normalizado. Ya se ve que fue un error dejar el peso de materiales esenciales como estos semiconductores de la automoción en el lejano oriente en países que eran serios pero que en esta crisis no lo han sido tanto.

¿Puede la automoción encarar el año con tranquilidad?

—El origen de aquello es que el covid duró más de lo previsto. Yo creo que la producción de la automoción volverá a la normalidad. Se espera que para la segunda mitad del año el tema de los chips esté resuelto. Luego nuestras empresas de componentes como CIE o Gestamp han logrado buenos resultados pese a todo.

Hace unos meses lamentaba que la cobertura social de Euskadi puede desincentivar el empleo.

—Euskadi socialmente está muy avanzada. Y luego valoramos mucho el ocio. Si juntas las dos cosas puede haber gente que no le interese trabajar y que prefiera optar por vivir de la ayuda social. No creo que sea algo generalizado, ni mucho menos, ni estoy criticando las ayudas sociales. Pero sí creo que debería haber más control y menos abuso.

¿Es un problema salarial o de falta de atractivo de sectores como industria o construcción?

—O mira la hostelería, que la hemos dejado en manos de gente de fuera. En Francia la hostelería está en manos de franceses. Con la dimensión que tiene ese sector aquí podrías acabar con el paro. Es más un tema sociológico. Todos hemos querido ser universitarios cuando la sociedad demanda otro tipo de trabajos. No hemos hecho el cambio de mentalidad que demanda la economía desde 2000 a 2020.

Su futuro

“Lo estoy pensando”. Corres dirige la Cámara de Comercio bilbaina desde 2010, por lo que termina ahora su tercer mandato. El problema es que, por diferencias de calendario con otras cámaras del Estado, no se sabe si las elecciones en Bilbao serán en junio de este año, cuando Corres cerraría mandato, en 2023 o en 2024. “Lo estoy pensando”, dice Corres sobre su continuidad, aunque aclara que si los comicios se retrasan a 2024 optaría directamente por hacerse a un lado por estar ya muy cerca de la jubilación.

“Las empresas que venden en Rusia están acostumbradas a la incertidumbre y a tener que cambiar de mercados”

“Las fundiciones de la zona de Durango sí pueden sufrir porque trabajan con lingote ucraniano de zona prorrusa”

“La gran industria vizcaina, a pesar de los altos precios de la energía, está en un buen momento”