La sostenibilidad, concebida en nuestros días como la única vía para garantizarnos un futuro halagüeño, ha entrado de lleno también en la compra de vivienda de los jóvenes. De acuerdo con los últimos estudios de mercado, estos guían sus preferencias de acuerdo con criterios medioambientales en lo referido a materiales y mobiliario del que será su futuro hogar, al que demandan también eficiencia energética.

Si bien emanciparse no es tarea fácil para los jóvenes, como demuestra la cifra de menores de 30 años que en 2020 residían en un hogar diferente al de su origen, que era la más baja en dos décadas, ello no va en detrimento de sus exigencias al adquirir un bien tan preciado como la vivienda. El público milenial (que comprende a los jóvenes de entre 25 y 35 años) busca realizar inversiones a largo plazo que cumplan con las expectativas de una vivienda exclusiva que dé respuesta a todas sus necesidades.

Y entre ellas figuran las que tienen que ver con aspectos como la sostenibilidad medioambiental y las prestaciones tecnológicas en la obra nueva, evidenciando que se trata de una generación que otorga una gran relevancia a cuestiones relacionadas con los valores sociales y éticos.

Cambio de comportamiento

Según el estudio Henry (High Earning Not Rich Yet), elaborado por Engel & Völkers, las preferencias de estos mileniales con posibilidades económicas responden a una renovada definición del lujo. “Para ellos, el lujo no está en el coste de la vivienda, sino que lo definen en términos de calidad y las decisiones de compra se basan en la reputación de la marca.

El cambio en el comportamiento de estos nuevos consumidores a la hora de comprar todo tipo de bienes, incluida la vivienda, obedece en gran medida a la influencia de sus redes sociales y los canales de sus expertos o influencers favoritos, reconoce la directora de operaciones y expansión de la compañía, Constanza Maya.

En ese sentido, Maya confirma que “los principios de ecodiseño son primordiales para el cliente joven”. Para responder a esta demanda se imponen cuestiones como la reducción del impacto de las viviendas en su entorno siguiendo principios de diseño inteligente para lograr la mayor eficiencia energética posible, con una demanda de calefacción y refrigeración muy baja. Así, por ejemplo, cobran protagonismo los aislamientos naturales, el hecho de que todas las estancias gocen de ventilación cruzada y que la orientación sureste en las nuevas construcciones permita aprovechar al máximo el sol.

Para ello, en las nuevas construcciones se recurre a soluciones como el diseño de la fachada principal con una capa exterior de persianas de madera que puede cambiar su posición según la estación del año, por ejemplo, deslizándose de vertical a horizontal en función de la luz solar deseada para lograr la mayor eficiencia energética.

Con todo, el porcentaje de jóvenes que contempla adquirir una vivienda de lujo en un futuro próximo constituye un segmento de mercado aun poco representativo en el conjunto de las compraventas que se realizan. “Destinar más de un millón de euros o más está reservado para jóvenes emprendedores en el mundo de la tecnología, creadores de contenido en internet de éxito, inversores en criptomonedas o simplemente por haber heredado liquidez por fallecimiento de algún familiar directo”, según se desprende del citado estudio.

No obstante, existe un público joven importante y generalizado a nivel de usuarios de casas de lujo, donde los progenitores son los que realizan el desembolso. Y precisamente, el sector del lujo se contempla como el campo de pruebas propicio para todo tipo de soluciones que reduzcan el consumo de energía en una vivienda, sobre todo, porque algunas requieren de fuertes inversiones que no todos los bolsillos se puedan permitir. Es el caso, por ejemplo, de la aerotermia o la geotermia, fáciles de instalar en viviendas unifamiliares. También cabe mencionar estándares de construcción como el Passivhaus, cuyo nivel de eficiencia energética es aplicable a cualquier tipología edificatoria. Entre sus medidas cabe destacar la calidad de sus aislamientos térmicos en fachadas y de sus ventanas y composición de vidrios.

En cualquier caso, actualmente toda la industria que nutre al sector de la construcción está apostando por fabricar elementos más eficientes, que consuman menos o que den mayor rendimiento a un watio de energía. Si bien el cambio “será aún lento”, tal y como auguran los expertos.