Según reflejan las estadísticas, hay épocas del año en las que se da un mayor número de ventas que en otras. Así, recopilando datos de diferentes estudios se puede concluir que el otoño es la mejor época para la adquisición de un inmueble. Ello debido a que, una vez superados los gastos extraordinarios de las vacaciones y los que acarrea el regreso a las aulas de los hijos (colegio, universidad, másters...), tras el final del verano, surge un momento de cambio para mucha gente, que puede incluir mudarse de barrio o ciudad.

Septiembre, octubre y noviembre son los meses perfectos para adquirir una propiedad inmobiliaria, ya sea una casa o también locales comerciales, oficinas, garajes, etc. En estos meses desaparece la fiebre estival que afecta a muchas personas con ilusiones por comprarse una casa de vacaciones, y aparecen los verdaderos inversores. De ahí que quienes llevan tiempo buscando una vivienda y están bien asesorados saben que la temporada otoñal es la perfecta.

En este temporada otoñal, la competencia disminuye, los precios son más bajos y los compradores están más interesados. Además, el acceso a crédito suele ser mejor durante estos meses, ya que los bancos compiten entre sí por ofrecer buenas ofertas a sus clientes.

No obstante, hay otras fechas que también pueden ser especialmente favorables para comprar una casa y no están tan bien consideradas. Cuando se trata de adquirir una segunda residencia, la primavera puede ser el momento perfecto para buscar una vivienda. De hecho, con la mente puesta en la época estival, muchas personas creen que si compran la vivienda entre los meses de abril y mayo le sacarán un mayor rendimiento porque ya la tendrán lista para el verano. Sin prisas, se podrá ir amueblando el piso, apartamento o chalet, y poniéndolo a punto para instalarse cuando llege el verano.

Sin embargo, la realidad inmobiliaria muestra que esta es la época del año en la que hay una mayor competencia y, por lo tanto, la peor para comprarse una casa. La mayor oferta inmobiliaria supone un incremento en los precios de venta, más dificultad para encontrar una propiedad en buenas condiciones y mayores trabas por parte de los bancos para poder acceder a la financiación necesaria. Aspectos a tener en cuenta porque afectan al bolsillo, más allá de la comodidad de ir dejando la casa lista de cara al estío sin prisas.

Ya en verano, los precios están por las nubes, puesto que todo el mundo se lanza a la búsqueda de una casa o apartamento de vacaciones. Para los propietarios que quieren vender tampoco es una buena época, pues la competencia es feroz y los precios se disparan. De hecho, si no es que se posee una vivienda realmente espectacular, es difícil destacar en un mercado en el que la oferta es infinita.

Además, según observan los vendedores, en verano se da una curiosa contradicción, ya que es cuando los particulares más se plantean la posibilidad de comprarse una casa, al disponer de más tiempo libre, pero realmente es cuando menos dinero tienen porque las vacaciones consumen la mayor parte del presupuesto y es algo a lo que poca gente está dispuesta a renunciar.

Por su parte, el invierno no es una mala época para comprar. Lo cierto es que en la recta final del año, el stock de viviendas es menor y las que quedan disponibles suelen ser aquellas que no se han vendido a lo largo del año. Esto tiene su parte positiva y otra negativa. Lo positivo es que los propietarios están más dispuestos a ajustar el precio, puesto que tienen prisa por vender, así que se puede negociar el coste y obtener una buena operación de compraventa.

En el otro extremo, el lado negativo se refiere a que si son viviendas que no se ha conseguido vender a lo largo de todo un año es por algo. Habrá que realizar una labor muy exhaustiva de búsqueda para dar con una propiedad adecuada y en buenas condiciones que merezca la pena comprar.

En definitiva, cada época del año tiene sus particularidades y, aunque cada comprador realiza la operación cuando puede, es conveniente tener en cuenta estas consideraciones al plantearse el momento más idóneo para comprar una vivienda.