La recuperación se palpa en todos los indicadores y se confirma que Euskadi sale de la crisis con fuerza. Queda “trabajo por hacer” pero el horizonte está despejado.

El Gobierno vasco revisó ayer la previsión de crecimiento de 2022.

—Confirma que nuestras empresas están trabajando mucho para salir de esta crisis y adaptándose además esas grandes transformaciones digital-tecnológica y la energético-climática. Uno de los objetivos de esta legislatura es que la industria y los servicios avanzados lleguen a ser el 40% del PIB. Vamos avanzando, pero nos queda trabajo por hacer.

¿Podemos ser optimistas?

—Hay incertidumbre porque hay problemas de desabastecimiento de materias primas y de chips. Sube el precio de la energía. Los fletes y la logística se encarecen porque toda la economía mundial se pone a funcionar a la vez y no está todo bien engrasado. Sin embargo, también observamos optimismo en las empresas. Un indicador muy real son los programas de innovación, las inversiones en nuevas tecnologías, maquinaria y en economía circular. Y la demanda es muy superior a la de 2019. Se ve una reactivación fuerte del mercado y la oportunidad de las grandes transiciones, energética y digital, que estábamos preparando, pero que se han acelerado porque las apoyan desde Europa. Nos estamos dando cuenta de que hay que trabajarlas de forma muy intensa y rápida. El mercado mundial corre, los competidores corren y las empresas vascas están con ganas y cierto optimismo.

¿Hasta qué punto influye la transición energética en esa dinámica?

—Una encuesta del gabinete de prospecciones sociológicas determinó en marzo que la sociedad vasca es de las más concienciadas de la lucha contra el cambio climático y transición energética. Pero de la concienciación a la acción hay un paso que no es pequeño. Todos podemos ayudar, pero la parte empresarial empieza a introducir los conceptos de sostenibilidad. La eficiencia energética ha sido siempre un objetivo, pero la sostenibilidad y la gestión de residuos están mucho más interiorizados después de la desgracia que tuvimos en Zaldibar. Estas cuestiones se incluyen en los modelos de producción y nos van a permitir dar un salto importante. Seguirá habiendo emisiones de CO2, acompañadas eso sí de energías renovables, el vehículo eléctrico o la electrificación del sistema. Son cuestiones que se han acelerado con la pandemia.

Con un gran protagonismo del corredor de hidrógeno.

—Llevamos tiempo hablando del hidrógeno y de los vehículos de pila de combustible. Pero una cosa es saber que eso puede ser una oportunidad y otra que esa tecnología pueda ser industrializable, comercializable a unos precios adecuados. Ahí está el salto. Si estamos en medio de una transición energética y no queremos combustibles sólidos, el gas es una energía de transición, pero queremos depender menos del gas y una alternativa es el hidrógeno.

¿Cuándo será una realidad?

—Tenemos que visibilizar los proyectos del corredor de hidrógeno, hacer realidad algunos de los proyectos piloto que están surgiendo y percibir que es posible acometerlos a un precio adecuado. Hay muchos empresas involucradas y uno de los elementos tractores será tener capacidad tecnológica para fabricar electrolizadores. Esta semana Sener y Petronor han iniciado las obras del electrolizador del Puerto. Vamos dando pasos y en la dirección correcta, pero necesitamos todavía efectos demostradores. La sustitución del gas por el hidrógeno verde de forma masiva nos va a llevar unos años, pero si somos capaces de utilizar recursos europeos para transformar nuestra economía, que de eso se trata esos fondos Next, podremos acelerar los proyectos.

¿Cómo avanza el desarrollo de las tecnologías del coche eléctrico?

—Estamos trabajando para que nuestra industria de componentes de automoción esté preparada para el vehículo eléctrico, pero necesitamos una transición ordenada. Parece que en 2030 se prohibirá la venta de vehículos de motor de combustión, tenemos que estar preparados para la sustitución de los vehículos. Sin embargo, también necesitamos que nuestras redes eléctricas estén preparadas para que todos por la noche podamos recargar nuestros vehículos eléctricos y no todos tenemos garajes y capacidad de tener un sistema de recarga. Y, si todos los vehículos van a ser eléctricos en Europa, ¿habrá suficiente litio para esas baterías? Y cómo reutilizamos el litio que se deshecha. Además hay otros transportes. Las ciudades están electrificando los autobuses, pero en el transporte pesado por carretera no hay camiones con una tecnología suficiente para largos recorridos. Y el transporte por barco todavía no puede ser eléctrico 100%.

Entonces la transición al vehículo eléctrico será lenta.

—Ese cambio no se va a producir de un día para otro. A ver si es cierto que el hidrógeno nos puede ayudar en esa transición. Estamos viendo como suben los precios de la energía y como impactan en los procesos productivos. Si el hidrógeno es caro, cómo repercutimos los costes si competimos con un producto que viene de China y no le importa estar produciendo todavía con carbón. Hay que resolver muchas cuestiones y la UE tiene que establecer unas reglas de control en fronteras de emisiones de CO2.

En todo caso las empresas no pueden parar por esos obstáculos.

—Sin duda. Cuando hacemos un discurso político, teórico, tenemos que observar cómo se están moviendo las empresas y adelantándose a esas necesidades de futuro. Si hay que desarrollar electrolineras o hidrogeneras hay que prepararse desde ahora, no podemos esperar a 2030. Y nuestro tejido productivo ya está en esa transformación. La legislación por sí sola no ayuda, en un país industrial como Euskadi hay que estar preparados desde el punto de vista productivo para que, cuando llegue ese momento, las empresas estén preparadas para ser competitivas ante cualquier otra empresa del mundo.

Ha mencionado antes el precio de la luz, ¿está actuando de forma correcta el Gobierno español?

—Con lo que ha pasado este verano, algo había que hacer y el Ministerio ha adoptado una serie de medidas. Pero tenemos que ser conscientes de que hay que tomar medidas estructurales, porque hay muchos altibajos. También los hay en nuestro entorno, pero el impacto no va directamente a factura porque su mercado es mucho más estable. Si todos van en una dirección y tú vas en la dirección contraria quizá el equivocado seas tú. Seamos conscientes de que en un mercado de transición energética y lucha contra el cambio climático como el actual no sirven las fórmulas de hace diez años. Nuestra factura eléctrica no puede estar condicionada por el día a día, es necesaria una reforma estructural para que el recibo de la luz sea más estable y no estar pagando en la factura tantos impuestos que no están asociados a la propia generación eléctrica. Y ser conscientes de que hay medidas diferenciales para grandes consumidores eléctricos, para hogares con menos recursos económicos. No hace falta ser el más inteligente, no hace falta tener fórmulas mágicas, porque si miramos al entorno hay fórmulas que podemos copiar. Además, la propia UE tendrá que analizar si puede bajar esos costes regulados de la energía. Vamos a hacer una análisis riguroso y abordar esta cuestión como se merece.

La apuesta de Euskadi por la energía verde se ha reforzado con el relanzamiento de parques eólicos y las instalaciones fotovoltaicas.

—Si nos creemos la energía verde, no es suficiente con los proyectos pequeños de autoconsumo o comunidades de consumidores, necesitamos grandes instalaciones que nos proporcionen megavatios renovables para grandes industrias como tenemos en Euskadi. Es muy difícil que Euskadi sea autosuficiente en energía, pero al menos tenemos que hacer un esfuerzo para generar la energía renovable que podamos. Sabiendo que somos uno de los lugares de Europa que tienen empresas y tecnología locales para poner en marcha un parque eólico, no se entendería que no hiciéramos esa apuesta renovable.

¿Se puede reconducir el reparto de los fondos de la UE?

—Hasta este momento se han repartido una serie de recursos denominados territorializados, que son con criterios que establece el Estado. Nos ha correspondido bastante menos que nuestro peso económico. Creemos que se han repartido más con criterios de cohesión que con criterios transformadores y nos corresponde menos porque estábamos más cerca de conseguir los objetivos generales. Los criterios establecidos para los fondos next no son de cohesión, son de transformación de la economía productiva y generación de nuevo empleo. ¿Se ha establecido un reparto con criterios de cohesión? Bueno, vamos a aceptarlo, pero esperamos que a partir de aquí los criterios sean transformadores y que Euskadi tenga el lugar que le corresponde en esos proyectos que se vayan a presentar a convocatorias en concurrencia competitiva, que esperemos que así sea.

Los Presupuestos están en fase de elaboración, ¿qué les transmite el consejero Azpiazu?

—Vamos a tener un presupuesto expansivo y desde luego, Salud, Educación y Servicios Sociales necesitan recursos, pero también el tejido económico los necesita. Hay muchas actuaciones e inversiones importantes que van a recibir financiación suficiente para poder llevarse a cabo. Estoy segura de que vamos a tener recursos como para poner en marcha todos proyectos de transformación que queremos llevar a cabo.

“Nos la estamos jugando con la escalada de la electricidad, porque la industria es menos competitiva y es necesaria una reforma estructural”

“No hace falta ser el más inteligente, ni hay fórmulas mágicas, en la UE hay fórmulas que podemos copiar para frenar el precio de la luz”

“Habrá un presupuesto expansivo y vamos a tener recursos para poner en marcha todos los proyectos de transformación”

“Espero que a partir de ahora el reparto de fondos Next sea con criterio transformador y que Euskadi ocupe el lugar que le corresponde”